África es uno de los lugares más intrigantes e interesantes que usted pueda visitar. El continente tiene un misterio que lo atrae a uno y lo hace volver una y otra vez. He perdido la cuenta de todos mis viajes al África, pero creo que en los últimos 13 años han sido más de 15. Mi primer viaje fue en diciembre de 1999.
Todavía recuerdo vívidamente la primera visita y los sentimientos de frustración que sentí. Los problemas que vimos allí eran sobrecogedores. ¿Cómo podría uno ayudar de alguna forma? Una de las primeras lecciones que aprendí de África es que dar únicamente dinero no es la solución.
Gobiernos bien intencionados y obras de beneficencia privadas han dado millones de dólares a varias naciones del África en los últimos 40 años. ¿Cuál ha sido el resultado de ello? Más corrupción, más pobreza y muchas más personas sufriendo.
Una mañana durante nuestro viaje al África durante los días de Panes Sin Levadura este año, Joel Meeker y yo visitamos el hospital de la ciudad de Kigali, Ruanda, que es bastante limitado, según los parámetros de los Estados Unidos. Está compuesto por varios edificios de un piso, dotados, en la mayoría de los casos, con un equipo anticuado.
Cuando conocimos a los odontólogos que trabajan allí, todos nos preguntaron si conocíamos al Dr. Greg Swartz. Para aquellos que no lo conozcan, el Dr. Swartz es un ministro de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, que vive en el área de Columbia, Missouri. También tiene su propio consultorio.
El Dr. Swartz visitó Ruanda en 2004 y decidió que podía hacer algo para servir a los hermanos y a la vez mejorar la situación del departamento de odontología en el hospital del gobierno.
Cuando regresó a los Estados Unidos planeó varios viajes con el fin de ofrecer sus servicios odontológicos a nuestros miembros y un programa de entrenamiento para los odontólogos. Eventualmente, en 2009 estableció una obra de beneficencia llamada “Sonrisa Ruanda”. Su propósito era ofrecer equipo moderno, suministros y entrenamiento para que los odontólogos de Ruanda aprendieran a utilizarlos. En el transcurso de los últimos años, él y su institución han donado siete sillas odontológicas modernas además de los suministros dentales correspondientes.
Cada año el Dr. Swartz vuelve a Ruanda y ofrece sus servicios odontológicos a los miembros de la Iglesia y a otras personas durante su estadía. Los rostros de los odontólogos y los miembros se iluminaban cuando mencionaban su nombre. El Dr. Swartz y su labor de beneficencia han tenido un gran impacto en muchas personas en esta remota nación.
A medida que viajaba por África me daba cuenta del resultado de muchos proyectos que la Iglesia ha patrocinado en los años anteriores. Espero que la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial pueda continuar con esta obra y pueda ayudar a los miembros de varias partes del mundo de una forma positiva, bien sea a través de una fundación sin ánimo de lucro bien por otros medios en la Iglesia.
Pablo escribió en Gálatas que: “…según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10). Es fácil contemplar lugares como Ruanda y sentirnos abrumados por los problemas que vemos, en lugar de enfocarnos en lo bueno que podemos hacer si es que estamos dispuestos a hacerlo.
En Hebreos leemos que: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. Espero que nunca perdamos el deseo de que mejore la vida de nuestros hermanos en esas áreas lejanas del mundo.
Nunca debemos sentirnos tan abrumados ante los obstáculos que parecen insalvables, hasta el punto de que lleguemos a olvidar la diferencia que una persona puede hacer en la vida de otros.