Discernir el verdadero espíritu y la causa de un asunto, en lugar de tan sólo presenciar el efecto, será algo fundamental en el tiempo del fin, cuando “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13).
Muchos años atrás, los traficantes de droga que trabajaban en la frontera entre México y los Estados Unidos se dieron cuenta de que podían trasladar toneladas de marihuana a través de la frontera con un avión liviano. Volando casi a ras del suelo, ellos podían evitar los ojos vigilantes pero simples, del radar.
En la profecía del monte de los Olivos, Jesucristo habló del tiempo del fin, cuando vendrían falsos cristos y falsos profetas, que harían grandes señales y maravillas y engañarían a muchos, “si fuere posible, aún a los escogidos” (Mateo 24:24, 11).
¿Cómo es su radar? ¿Cómo le va en su discernimiento de las señales, los tiempos y las armas engañosas y sutiles del diablo y sus secuaces humanos? Estas preguntas son críticamente importantes porque el diablo odia a la Iglesia de Dios. Su propósito está encaminado a destruir la santa semilla.
En el principio, Dios creó al hombre a su imagen con la intención de reproducirse a sí mismo. En el jardín del Edén, el diablo entró en escena y embarcó a la humanidad en la batalla de los siglos. La batalla de la luz contra oscuridad. Dios le dijo a Satanás que Él pondría enemistad (hostilidad) entre la serpiente espiritual y la mujer y entre su semilla (el mundo engañado) y su Simiente (Jesús). Génesis 3:15 brinda un bosquejo de la primera profecía mesiánica: la promesa de que Cristo finalmente triunfaría sobre Satanás por medio de la crucifixión (el calcañar herido).
Vemos en Apocalipsis 12 una batalla continua entre el diablo y el pueblo de Dios. Aunque Satanás logró herir el calcañar de Cristo, haciendo lo necesario para lograr su crucifixión, Cristo está vivo y volverá nuevamente para herir la cabeza de Satanás al quitarle toda su autoridad. Este pasaje muestra el ataque a la semilla de Israel, como su pueblo escogido, luego a Jesucristo y finalmente, al cuerpo espiritual llamado la Iglesia. La Iglesia ha necesitado la protección de Cristo en todas las eras de su existencia.
El diablo ha utilizado dos métodos básicos para atacar: primero, por medio de la hostilidad abierta de la sociedad y el gobierno hacia todos aquellos que creen la verdad, y segundo, dividiendo internamente y conquistando. Él siembra discordias, peleas, luchas, iras, odios, herejías, celos, ataques de ira, ambiciones egoístas, disensiones y facciones.
El éxito del engañador
¿Por qué tiene tanto éxito? Job 32:8 nos dice: “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”. Sencillamente hay una gran diferencia entre la mente humana y el cerebro de los animales. La diferencia es el espíritu del hombre. El espíritu no es materia pero por razones de conveniencia llamémoslo “el espíritu humano”. El espíritu en el hombre le imparte la capacidad intelectual al cerebro físico humano. Nos da el poder de la mente, y hace posible que nosotros tengamos una relación personal con Dios. Este espíritu era parte de la creación original de Dios de la humanidad.
Pero el hombre no estaba completo. Dios tenía algo más grande reservado—necesitábamos la adición del Espíritu de Dios para que se uniera al espíritu del hombre. Cuando un ser humano recibe el Santo Espíritu de Dios, el mismo espíritu y la mente del Dios inmortal son puestas en él.
Según 1 Corintios 2:9-12, el hombre natural puede comprender lo que está adentro y alrededor por medio de una auto-conciencia que es hecha posible por el espíritu humano. Pero el hombre natural, con un solo espíritu, está limitado. Para que la persona pueda comprender realmente las cosas que son espirituales es necesario que entre el Espíritu Santo y se combine con el espíritu humano.
¿Cómo trabaja entonces Satanás el diablo en la mente humana? La analogía del radio sigue siendo una de las mejores formas para explicarlo. En Efesios 2:2, él es llamado el príncipe del poder del aire, que trabaja en la mente de las personas. Si su mente, con el espíritu humano, está sintonizada en cierta longitud de onda, el mensaje de quien está transmitiendo llega claramente. En tanto Dios está trasmitiendo su verdad, el diablo está trasmitiendo contradicciones. Satanás no trasmite por medio de palabras, sonidos o fotos, sino por medio de actitudes, sentimientos e impulsos. Él revuelve el espíritu humano en las personas e impulsa actitudes de envidia, celos, resentimiento, impaciencia, ira, amargura y contención.
Sin el Espíritu de Dios, con el tiempo, el espíritu humano se sintoniza con la longitud de onda de Satanás. Sin embargo, la conversión agrega la dimensión especial del Espíritu Santo y comienza a alejarnos de la sintonía de la longitud de onda de Satanás y nos ayuda a sintonizarnos con la de Dios.
Si bien la conversión se produce cuando recibimos el Espíritu Santo de Dios, esto también es el comienzo de un proceso. Aprender a agudizar nuestro enfoque y hacerlo cada vez más preciso es un proceso que toma años. Debemos cambiar ese radar obsoleto y anticuado que permite el paso de los aviones llenos de marihuana, por un radar sensible y de alta precisión que logre captar cada movimiento y matiz de este engañador.
Un radar de alta precisión
Una de nuestras defensas es el discernimiento, un don de Dios que nos llega por medio del arrepentimiento, bautismo y el recibir el Espíritu Santo. Pablo nos dice en 1 Corintios 2:12-16 que el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios “porque se han de discernir espiritualmente” (v. 14). El discernimiento espiritual nos da la capacidad de juzgar todas las cosas, según su verdadero valor. La palabra griega que es traducida como “discernir” en el versículo 14, es anakrino, la misma palabra griega que en el versículo 15 se traduce como “juzgar”—“En cambio el espiritual juzga todas las cosas”.
Aun los niños en Cristo tendrán algún discernimiento, pero ese discernimiento preciso es algo que debemos desarrollar con el tiempo. El libro de Proverbios nos dice que un hombre sabio aumentará el saber y adquirirá consejo (Proverbios 1:5). Nuestros sentidos deben ser “ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:13-14). ¡Debemos usar este don! Salomón nos exhorta a que “Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz” (Proverbios 2:2-3, énfasis añadido).
El apóstol Juan nos exhorta “probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). Estas escrituras nos muestran claramente que la Iglesia debe tener la capacidad para poder detectar a los impostores. Discernir el verdadero espíritu y la causa de un asunto, en lugar de tan sólo presenciar el efecto, será algo fundamental en el tiempo del fin, cuando “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13).
Cristo utilizó esta ayuda divina cuando dijo en Mateo 16:21-23: “Apártate de mí, Satanás”, al ver cómo Pedro, en medio de su debilidad, había recibido lo que Satanás le trasmitía. También dijo a sus discípulos en Lucas 9:51-56: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois”, porque habían utilizado erróneamente el nuevo poder que habían descubierto. Es muy importante que aprendamos a discernir rápidamente, de la misma forma en que Él lo hacía.
La conclusión de este tema es que necesitamos agudizar nuestro radar de discernimiento para poder captar esos aviones espirituales que vuelan a ras de tierra.
Pídales a Dios y a Cristo que le den la habilidad de discernir espiritualmente. Pídales que usted pueda tener sus sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal y tener los ojos de su entendimiento iluminados a medida que usted resiste continuamente al adversario y a sus secuaces.
— Por Richard Pinelli
Miembro de la Junta Ministerial de Directores