Cuando mi familia y yo ingresamos a la Iglesia, una de las cosas que más nos llamó la atención fue el orden, la disciplina, la puntualidad y el entusiasmo en las actividades de la Iglesia.
Esto es algo que seguimos viendo con el paso del tiempo. Desde el que organiza hasta el que recoge la basura al final de la actividad, todos muestran con sus hechos el haber entendido el propósito de la Iglesia y la doctrina. Dios nos ha llamado para ser un pueblo singular y entendido (Deuteronomio 14:2) y nos da a cada uno esa motivación interna que nos mueve a participar con emoción y pasión, según los dones que nos han sido dados.
Mi propósito es compartir con todos ustedes el buen sabor de boca que nos dejó el desarrollo de nuestro club de oratoria “San Luis Potosí, México”. Regularmente participamos entre 18 y 20 personas, no todos de San Luis Potosí sino también de León, Guanajuato.
Algo muy bueno que experimentamos en el club fue la decisión de nuestro director, el señor Adán Langarica, de permitir como invitados permanentes a los jóvenes de nuestra congregación. Ellos participaron con ciertas comisiones como tomador de tiempo, llevando el micrófono, repartiendo las hojas de evaluación, participando con el comisario para el acomodo y preparación de los instrumentos. Su desempeño en esas tareas fue un ejemplo y motivación para el resto de los miembros. Esto se reflejó con claridad en la Noche de Damas que tuvimos en el cierre de actividades este año.
Tuvimos excelentes temas de sobremesa y una cosecha abundante de aprendizajes y buenos frutos en la presentación de los discursos. Lo digo con emoción porque aprendimos de los más jóvenes. Fue una Noche de Damas insuperable.
Después de los discursos, tuvimos una cena-baile en el que todas nuestras damitas disfrutaron de la velada y les entregamos unos alhajeritos hechos con cáscaras de toronja.
Desde que nuestro director, el señor Langarica, declaró abierto el club en nuestra área, hemos tenido altas expectativas, ahora tenemos un reto para el próximo ciclo 2013: iniciar con nuevos bríos. Aparte de compartir nuestras experiencias en el club, mi propósito es enfatizar la importancia de las actividades. Ellas fortalecen la unidad en la Iglesia.
—Antonio Ramírez Bautista