La fe de una pequeña congregación distante nos muestra el milagro del llamamiento de Dios.
Visité Gokwe, Zimbabue por primera vez en 2006. Viajé durante más de 200 kilómetros por una carretera polvorienta, llena de huecos, sin ningún mantenimiento. Fue un viaje lento, difícil, lleno de sobresaltos, que comenzó temprano en la mañana y se prolongó hasta después del atardecer. El sol se estaba poniendo y tuve que recordarle continuamente al conductor que me avisara cuando llegara al lugar de mi destino porque no podía ver nada en la oscuridad.
El viejo autobús con cupo para 75 personas llegó a su destino por un milagro. Debido a la pobreza de las telecomunicaciones y la clase de carretera que tenía, este lugar tenía muy poco contacto con el mundo exterior.
Eventualmente, el conductor del bus dijo el nombre de un pueblo que me pareció conocido. “Este es el lugar” me dije a mí mismo cuando me preparaba para bajarme del autobús. Estaba muy oscuro cuando me bajé y no sabía adonde ir. El autobús había desaparecido en la oscuridad y los otros pasajeros que se habían bajado también desaparecieron caminando hacia sus parcelas.
Cuando estaba parado en medio de esto, una voz me llamó por mi nombre. Era Fanuel Gorondo, el único diácono en Zimbabue. Me sentí aliviado al pensar que mis cartas sí le habían llegado. Yo solo había leído acerca de Gokwe en periódicos, y las personas de este lugar estaban en lo correcto cuando decían que sus líderes políticos los habían olvidado. El estado de las vías y los puentes hacían muy difícil la comunicación.
Las personas allí tenían que trabajar muy duro; cuando ya habían recogido sus cosechas, ellos no podían transportar el producto de éstas hasta sus ciudades para venderlas. Lo que ocurría después era que algunas personas que se llamaban a sí mismas comerciantes de la ciudad, sacaban provecho de los desesperados agricultores y les compraban sus cosechas a unos precios muy bajos.
He presenciado como los aldeanos reparaban las carreteras y los puentes y es en verdad un milagro que no se haya producido un accidente fatal. Es difícil imaginar que los buses y los carros que viajan a este lugar hayan tenido que cruzar por esos puentes. Se mantienen al borde del colapso y son reparados por los aldeanos utilizando únicamente sus manos y grandes troncos. Dios de hecho ha estado protegiendo a su pueblo.
Hay dos carreteras principales que se pueden utilizar para ir a Gokwe. La más segura es la que va a Victoria Falls. La otra carretera pasa por áreas densamente pobladas, y es la carretera que más utilizan las personas. Es muy lucrativa para las compañías de autobús, aunque el servicio de bus para esos lugares no funciona el sábado, porque la mayoría de los agricultores que viajan guardan el sábado. Después del atardecer, el bus reanuda sus viajes.
Las personas que viven en áreas rurales como Gokwe creen en la brujería. La malaria es muy frecuente en esta área y muchas personas se enferman con frecuencia. Cada vez que una persona tiene problemas de salud, va a consultar al que se llama a sí mismo “profeta”. Estos “profetas” también son consultados cuando los aldeanos tienen problemas sociales, familiares o de otro tipo. Muchas iglesias son guiadas por esos profetas y aún algunas iglesias que se autodenominan iglesias de Dios, tienen estos “profetas”.
Como si esto no fuera suficiente, los asesinatos y las violaciones se cometen con mucha frecuencia en las comunidades más pobres y lejanas.
A pesar de todo esto, en este lugar Dios ha llamado a unas personas muy pobres pero fieles, que temen a Dios y quieren adorarlo.
“No muchos poderosos ni muchos nobles los que son llamados”
Tenemos 11 prospectos en Gokwe. Hay 16 miembros bautizados y la asistencia máxima es de 68.
No hay radio, televisión ni Internet para anunciar la Palabra de Dios; pero les enseñamos a nuestros miembros que deben vivir lo que se predica, hacer lo que Dios nos ordena y vivir vidas que le agraden a Él.
“Que tu luz brille delante de los hombres”
Aunque vivimos en una nación relativamente pobre, lo que más me impactó cuando visité a Gokwe fue la pobreza. Los jóvenes venían a los servicios el sábado sin zapatos, y los más ancianos venían con zapatos llenos de agujeros en sus suelas.
Estas personas han tenido muchos problemas. No tienen arado, no tienen bueyes, cuando alguien se enferma no cuentan con un carro que puedan utilizar como ambulancia. No hay donde conseguir agua limpia. Cuando era momento de arar, nuestros miembros primero ayudaron a sus vecinos y parientes a preparar su terreno. Pero cuando llegó el momento de arar sus propios terrenos, ya estaba próxima a terminar la estación de lluvia y entonces ellos ya no tenían condiciones favorables para hacerlo.
Debido a la amabilidad y generosidad de los miembros alrededor del mundo pudimos comprar cuatro bueyes, dos arados, medicinas para el ganado, un carro y repuestos para los arados.
Compramos también vaquillas; en el momento en que les estoy escribiendo, tenemos 16 cabezas de ganado. También tenemos un pozo, un huerto y pronto podremos ofrecerles leche a nuestros miembros.
Estas bendiciones han venido del pueblo de Dios que ha visto a sus hermanos y hermanas sufriendo y han querido dar voluntariamente con todo su corazón. Los miembros de la Iglesia en los Estados Unidos y Suráfrica han ayudado donando dinero para comprar alimentos, porque la última estación de lluvia fue un completo desastre. Afortunadamente estos fondos fueron suficientes para ayudar a los miembros y ellos están muy agradecidos.
¿Cómo podemos seguir ayudando a nuestros hermanos y hermanas en Gokwe?
Desde entonces nuestros miembros han tenido una lluvia abundante en el área, lo que les ha permitido proveer para sus necesidades; sin embargo muchos todavía tienen que afrontar desafíos en el área de la salud y retos espirituales y por esto les solicitan sus oraciones. Por favor únanse a nosotros para pedirle a Dios que estos miembros sean protegidos de las enfermedades y del daño físico y espiritual
Aquí en Zimbabue, les enseñamos a nuestros hermanos y hermanas a obedecer los mandamientos de Dios, especialmente a que diezmen fielmente, para que prueben que Dios existe y que tengan fe en Él porque este es nuestro campo de entrenamiento. Si nosotros perseveramos hasta el fin, gobernaremos a todas las naciones con nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
— Por Stephen Tshabalala