Aunque había visitado varios lugares de Latinoamérica desde que llegué a la Iglesia de Dios, sabía relativamente poco de la República Dominicana antes de 2003, cuando una señora que se había puesto en contacto con la Iglesia pidió una visita. Ese año, el director regional de la obra hispana, León Walker, me pidió que fuera y la visitara y que la bautizara si es que ella estaba lista, y visitara la isla una o dos veces al año. Desde ese momento hasta ahora, he tenido el privilegio de visitar a la “RD”, iniciales por las que se conoce cariñosamente a esta nación, unas 12 veces.
La República Dominicana ocupa una parte de la isla de la Española, localizada en el corazón del Mar Caribe, y está formada por dos naciones diferentes: Haití, de habla francesa, en la parte occidental de la isla y que ocupa una tercera parte; y la República Dominicana, de habla española, que ocupa casi las dos terceras partes orientales. Haití probablemente es más conocida por su gran pobreza (el ingreso per cápita más bajo de todas las naciones en el hemisferio occidental), un gobierno pobre, y el terremoto que en 2010 devastó una nación de por sí en una situación tan difícil. La República Dominicana es tal vez más conocida por su turismo, agricultura y un estilo de vida relativamente cómodo, al menos en comparación con su vecino del occidente. La República Dominicana es auto suficiente y exporta alimentos, en tanto que Haití lucha por sobrevivir.
La historia reciente de la Iglesia comenzó a finales de 1990, cuando Soraya Díaz comenzó una búsqueda en Internet con el fin de saber qué pasaba después de la muerte. Ella se puso en contacto con el sitio de la Iglesia, se dio cuenta de la literatura gratis, pidió algunas publicaciones, y esperó pacientemente durante cuatro meses, ¡hasta que la literatura llegara! Cuando le llegó, ella la estudió diligentemente, comparándola con lo que decía la Biblia y comenzó a escribirme por correo electrónico a Cincinnati, y a varios ministros en Latinoamérica.
En 2003, Soraya y su esposo Orlando Gabriel y sus dos hijos asistieron a la Fiesta de Tabernáculos en México, y aprendieron más acerca de la Iglesia y de nuestra fe. Más tarde en ese mismo año, visité Santo Domingo, la capital, tuve una consejería con Soraya para el bautismo y la bauticé en la piscina de la casa de campo propiedad de la familia. En visitas posteriores bauticé a dos personas más en la misma piscina: Australia Cunillera y Altagracia Melenciano.
Además de estas tres señoras, hay otros dos miembros de la Iglesia de Dios, que fueron bautizados anteriormente por un ministro de otra organización de la Iglesia de Dios. Juan Núñez y su esposa viven en Mao, Valverde, en la parte occidental de la República Dominicana, cerca a la frontera con Haití. Tuve la oportunidad de ver a Juan en visitas anteriores y todavía estamos en contacto.
El crecimiento de la Iglesia en RD, ilustra un aspecto de la parábola del sembrador (Mateo 13:1-9, Marcos 4:1-9): hay ocasiones en que alguna semilla cae inesperadamente dónde no se tenía la intención de plantar, y ahí crece, en contra de las expectativas del sembrador. Ya que no había congregación, y no había ministro en la RD, no había promoción del mensaje de la Iglesia desde los años de 1990. Sin embargo, aparentemente Dios tenía otros planes y el pequeño grupo de miembros del Cuerpo de Cristo ha crecido a pesar de no contar con un ministro residente.
Este año estuve en Santo Domingo desde el 4 hasta el 9 de abril, mi segunda visita desde la fundación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial. Celebré el servicio de la Pascua con Australia Cunillera y Altagracia Melenciano (desafortunadamente Soraya Díaz no pudo asistir por la pérdida de un miembro de su familia ese mismo día). El viernes por la noche, el 6 de abril, disfrutamos de una deliciosa cena en la Noche de Guardar, con las tres señoras que son miembros, además de Damaris Salomón, Milagros Núñez y sus dos hijos, Angélica y Ángel, y yo.
El primer día de fiesta di un estudio bíblico acerca del “pecado que tan fácilmente nos enreda”, al que asistieron las mismas cinco señoras. Recogimos la ofrenda y disfrutamos en el ofertorio de“Mi hogar”, música especial cantada a capela por Angélica Peña Núñez, una niña de 10 años. Después del estudio bíblico formal, las damas hicieron varias preguntas acerca de las enseñanzas y costumbres de la Iglesia.
Con la inminente partida de Australia y su esposo para Miami, Florida, el tamaño del grupo va a decrecer, pero hay otros que tienen interés en ser bautizados. Espero poder regresar a la República Dominicana dentro de poco, por lo menos una vez al año. Agradecería mucho sus oraciones por este grupo en esta maravillosa nación caribeña.
— Por Ralph Levy