Noviembre todavía no termina y la publicidad de la Navidad ya está en todas partes. Los dueños de las tarjetas de crédito están enviando ávidamente correspondencia y publicidad animando a los usuarios a hacer compras a crédito para empezar a pagar hasta mediados del año próximo.
Los aumentos en las líneas de crédito se ofrecen constantemente a los clientes de los bancos. Y la mayoría de las personas caen año tras año en la trampa de esta publicidad porque la Navidad llega y muy pocos se abstienen de gastar únicamente aquel dinero que tienen efectivamente en sus ingresos.
Navidad es la época del año cuando las tiendas más venden en Latinoamérica y posiblemente en muchas otras regiones del mundo. Esta época del año es también de gran tensión emocional para la mayoría de las personas porque el ambiente, la presión social y la tradición “obligan” a dar regalos, a invitar a una suculenta cena a los amigos y familiares y a tener un arbolito de Navidad lleno de adornos y regalos. La presión social es tal que ésta es la época del año en que los problemas de depresión aumentan enormemente porque las personas no pueden cumplir con las expectativas que la sociedad les impone.
Para la época navideña las personas “tienen” que hacer regalos a todos los amigos y familiares, “tienen” que invitarse a comer la “cena de Navidad”, también “tienen” que comprar un arbolito y cubrirlo de cientos de luces que aumentan el costo del consumo de electricidad. En muchos lugares de Chile, durante la semana de Navidad, muchas personas “tienen” que salir de vacaciones a disfrutar de las playas.
En la época de Navidad en el hemisferio sur es verano y las playas se ven repletas de personas que lamentablemente dejan desbordar sus emociones y sus deseos de comer y beber. Ésta es la época del año cuando se encuentran más ebrios en las playas y también cuando suceden más accidentes provocados por exceso en la ingesta de alcohol. También es la época en que hay más suicidios. En realidad este tiempo no es espiritual para nadie. Así, nadie se detiene a pensar o a preguntarse por qué se hacen estas cosas. Y cuando alguien hace la pregunta de por qué guardan la Navidad, de inmediato vienen las siguientes respuestas: porque todos lo hacen, porque es una época muy espiritual, porque nació el niño Jesús, etcétera.
Lo curioso es que casi nadie se atreve a investigar seriamente la verdad en relación con la Navidad. Por eso es apropiado preguntarnos: ¿por qué casi todos guardan la Navidad? Me gustaría analizar algunas razones.
La enseñanza de nuestros padres
Nuestros padres nos enseñaron que la Navidad era una fiesta de Dios. Personalmente tuve el privilegio de ser llamado por Dios cuando aún era muy joven. También tuve el privilegio de ser llamado un poco antes que mis padres. Recuerdo que en cierto momento pregunté a mi padre el por qué me había enseñado la mentira de la Navidad. La respuesta de mi padre fue sencilla y sorprendente a la vez: “Porque así me lo enseñaron a mí también”.
La Navidad y muchas otras celebraciones de nuestra sociedad, aunque no son correctas ni bíblicas, son celebradas por las personas porque los demás lo hacen y porque estas celebraciones han pasado de generación en generación hasta nuestros días. Casi nadie se atreve a pensar siquiera que sus padres y sus abuelos pueden haber estado equivocados.
Curiosamente, cuando nuestros padres o nuestros abuelos están con vida, todos reconocemos que ellos cometen errores y se equivocan, pero cuando ellos mueren tal parece que los vivos nos oponemos a pensar que los familiares ya muertos pudieron haber cometido errores en la enseñanza que nos transmitieron mientras vivían. Tal pareciera que la muerte hace santas a todas las personas.
Pero sí, nuestros padres y nuestros abuelos estaban errados en relación a la Navidad y en relación a muchas de las tradiciones que heredamos de ellos. La verdad es que muchas de las cosas que hacemos, buenas o malas, nos fueron transmitidas por nuestros padres y por las generaciones anteriores y automáticamente las hemos dado por sentado (Jeremías 16:19).
Como casi todos nuestros padres y abuelos recibieron de sus antepasados la tradición de la Navidad, y muchas otras tradiciones, y como todos los descendientes tenemos la tendencia a dar estas enseñanzas por sentado, toda la sociedad¾especialmente en occidente¾ha aceptado la mentira de la Navidad, sin siquiera preguntarnos si es correcto guardarla o no. Por eso es que prácticamente todo el mundo guarda la Navidad. Pero el hecho de que todo el mundo guarde la Navidad, no lo hace algo correcto. Se requiere mucho valor y mucha convicción para oponerse a algo que toda la sociedad hace y que heredamos de nuestros padres. Pero Dios nos ha llamado a obedecerle a Él, aunque nadie más quiera hacerlo. A Dios debemos adorarle no de acuerdo a las tradiciones de los hombres sino en las fechas que Él mismo ha establecido y en la forma que Él ordena (Mateo 15:9).
Es una época de gran publicidad y comercio
El tiempo alrededor de la Navidad es la época de mayor comercio. El poder que tiene la publicidad y las personas que tienen el control de los medios de comunicación es enorme. La publicidad tiene el poder de moldear las mentes de las personas. Tiene el poder de sentar modas en la sociedad. Tiene el poder de cambiar puntos de vista. Tiene el poder de establecer como bueno lo que es malo y establecer como malo lo que es bueno.
Nuestra tendencia humana es creer todo aquello que está en los medios de comunicación. Casi todos decimos: lo vi en la televisión, salió en el Internet, lo vi en una revista, salió en un anuncio, etcétera, y por lo tanto es cierto.
Es muy difícil oponernos a lo que vemos y oímos todos los días. De hecho, las personas que controlan la publicidad saben que pueden moldear las tendencias de la gente. Es bien sabido por muchos, que generalmente el candidato presidencial que más invierta en la publicidad será el siguiente presidente de la nación.
Tal pareciera que para la época de la Navidad todos los medios de comunicación están de acuerdo en hacerle publicidad a las cosas que tienen que ver con esta época del año. Los medios de comunicación están generalmente divididos en apoyar a un candidato presidencial dependiendo de quien pague más. Pero en el caso de la Navidad curiosamente todos los medios de comunicación concuerdan en hacer de esta época un gran éxito comercial, y sin duda lo han logrado.
Debido a este avasallador apoyo de la publicidad al comercio de la Navidad es obvio que prácticamente todas las personas se ven envueltas en la vorágine que implica este increíble engaño de las edades.
No podemos evitar recordar que Satanás el diablo engaña al mundo entero y utiliza en forma muy efectiva la publicidad para lograr su propósito. Él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2).
¿Quién puede oponerse a algo—aunque sea falso—que se oye todos los días en todos los canales de televisión y en todos los medios de comunicación social? ¿Quién puede oponerse a la Navidad? El pueblo de Dios debe oponerse calladamente a la publicidad equivocada y debe cuidarse de caer en el engaño de estos eventos, aunque aparezcan por todas partes en este mundo lleno de avaricia que se aprovecha de la Navidad para tener las mayores ganancias del año. Debemos evitar regir nuestras vidas por la publicidad equivocada de este mundo. Debemos evitar caer en el engaño de la Navidad (Romanos 12:2).
Supuestamente Jesucristo nació el 25 de diciembre
Supuestamente, en Navidad nació Jesucristo. La mayoría de las personas erróneamente suponen que Jesucristo nació el 25 de diciembre y como consecuencia, según ellos, es en extremo importante celebrar el nacimiento del Mesías.
Pero hay suposiciones erradas en esta aseveración. El primer error consiste en suponer que Jesucristo nació el 25 de diciembre. Jesús no nació en esa fecha. De hecho, no existe ninguna prueba ni histórica ni bíblica de que Jesucristo haya nacido en un día específico. En otras palabras, nadie sabe la fecha exacta del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre era la fecha en que los pueblos paganos de la antigüedad celebraban el nacimiento del dios sol. Fueron los católicos, en su afán de evangelizar a los pueblos paganos, que decidieron cambiar el nombre de esta celebración y cambiaron también un poco el enfoque de esta celebración pagana para hacerla atractiva a las personas que estaban siendo evangelizadas a la fe católica, pero no a la verdad de Dios.
El segundo error consiste en suponer que tenemos que celebrar la fecha del nacimiento de Jesucristo. Nuestro Señor mismo dejó escrito en la Biblia que debemos celebrar la fecha de su muerte, pero no mencionó en ningún lado que debemos celebrar la fecha de su nacimiento (Eclesiastés 5:1).
Es muy interesante resaltar que Jesucristo ordenó que los cristianos recordaran con un servicio solemne el día de su muerte. A esta fecha importante en el plan de Dios, la Biblia la llama la fiesta de la Pascua y debe celebrarse el día 14 del mes de Nisán del calendario hebreo. Curiosamente esta fecha casi nadie la celebra (Levítico 23:4-5, 1 Corintios 11:23-26).
Pero los eventos en la vida de Jesús que Él no mencionó ni jamás dijo que se celebraran son precisamente los eventos que este mundo celebra: a saber, el nacimiento de Cristo y la resurrección de Cristo. ¿Por qué el mundo tiene que llevarle la contraria a lo que Dios dispone? La respuesta es simple: el hombre no puede ni quiere someterse a las cosas de Dios (Romanos 8:7).
Dios dijo que los cristianos deberíamos celebrar el sábado semanal y otras siete fiestas santas. Para ello nos dio las fechas exactas y la forma en que debemos guardar estos días, pero el mundo no celebra ni toma en cuenta ninguna de estas fiestas. Pero los eventos que Dios nunca ordenó que se celebraran, como el nacimiento de Jesús y su resurrección, son los más importantes para el cristianismo de este mundo. ¡Qué contradicción! Tal parece que el hombre consciente o inconscientemente quiere llevarle la contraria a Dios. Que Dios nos ayude a tener la convicción de celebrar los días que Él mismo dijo que eran santos y también que nos dé la fuerza para rechazar aquellas festividades religiosas que no tienen nada que ver con su Palabra.
—Por Saúl Langarica