Cómo ciertas parábolas en la Biblia nos hacen examinar nuestro estado espiritual actual.
Acabamos de celebrar la Pascua y los días de Panes Sin Levadura, sin duda una de las ocasiones más solemnes del año. Como hijos de Dios, acabamos de realizar un inventario espiritual; nos hemos examinado antes de tomar la Pascua, para saber cómo está nuestro compromiso y nuestra relación con Dios.
Dios espera que de acuerdo con los resultados de este autoexamen, nos hayamos dado cuenta de las cosas que tenemos que corregir, y estemos tomando las medidas necesarias y haciendo lo que tenemos que hacer para poder avanzar en nuestro camino hacia la Jerusalén celestial que tanto anhelamos.
Sabemos que Jesucristo vino a la tierra, nació como un ser humano, engendrado por Dios en María. Su vida es un ejemplo para nosotros, que debemos seguir sus pisadas. Jesucristo desempeña muchos papeles y funciones. Uno de los aspectos más interesantes de Jesucristo es su papel de maestro. Para enseñarnos, utilizó varios elementos además de su ejemplo. Uno de estos instrumentos de enseñanza son las parábolas. En los evangelios tenemos varias parábolas registradas para nuestro beneficio e instrucción.
Parábolas para nuestros días
Muchos estamos familiarizados con ellas. Hay una especialmente interesante, que nos atañe a nosotros, los que vivimos en el tiempo del fin. Vayamos a Mateo 25: 1-13. Ahí encontramos la parábola de las 10 vírgenes. Según estos versículos, 10 vírgenes, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco eran prudentes y cinco eran insensatas. Las insensatas tomaron sus lámparas pero no tomaron consigo aceite; las prudentes si tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
Ante la tardanza del esposo todas se durmieron. Pero a la medianoche se oyó un grito que decía: ¡”Aquí viene el esposo, salid a recibirle”! (v. 6). Todas las vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Pero las insensatas tenían un problema y era que por falta de aceite sus lámparas se estaban apagando. Ante esta circunstancia le pidieron aceite a las prudentes, pero éstas les contestaron sabiamente, diciéndoles que el aceite no alcanzaría para todas y que era mejor que ellas fueran a comprarlo “para vosotras mismas” (v.9).
Mientras las insensatas fueron a comprar el aceite, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Finalmente, cuando las otras vírgenes regresaron, pidieron que las dejaran entrar. Pero el Señor, les dijo: “De cierto os digo, que no os conozco” (v. 12).
Realmente, el acontecimiento que relata este pasaje de la Biblia es dramático e impresionante. Es una historia con un final feliz para la mitad de los participantes, y un final espeluznante y desastroso para la otra mitad. La mitad de las personas vive el gozo y la alegría de entrar con el esposo a las bodas, y la otra mitad vive la angustia, el sufrimiento y el horror de quedar fuera.
Sin embargo, éste no es el único pasaje que nos habla de este suceso. En Mateo 24:36-39, hablando de la venida del Hijo de hombre, la compara con los días de Noé, y en los versículos 40 y 41 leemos: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. En el evangelio de Lucas, encontramos que se añade un elemento a esta situación. En Lucas 17: 34-35 dice: “Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado”.
¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible que dos personas que están compartiendo tan estrechamente las labores y actividades de la vida, tengan resultados tan diametralmente opuestos? Hay dos que están trabajando en el campo, dos que están moliendo en el molino, dos que están en la misma cama. Y, sin embargo, uno es tomado y otro es dejado. ¿Nos hemos detenido a pensar a qué se debe esto? ¿Por qué pasa algo tan dramático?
Advertencias para la Iglesia
Sabemos que la Biblia utiliza símbolos y que emplea ciertas figuras para representar algo específico. La Iglesia, la verdadera Iglesia de Dios, el cuerpo de Cristo, se representa como una mujer virgen (Pablo lo explica claramente en 2 Corintios 11:2). Sabemos que la Iglesia es la prometida de Cristo, con la cual Él se va a casar a su segunda venida.
Por lo tanto, esas 10 vírgenes que esperan la venida del esposo, representan la verdadera Iglesia; la prometida de Cristo. Todas son conscientes del regreso del esposo, todas lo están esperando, todas tienen sus lámparas encendidas. Pero, según lo que nos dice la Escritura: suceden cosas increíbles, cosas inesperadas. Cosas que ninguna pudo prever y se ven enfrentadas a algo con lo que no contaban.
Lo primero que sucede es que el esposo tarda y entonces todas cabecean y se duermen. Cuando finalmente el esposo regresa y en medio de la noche se oye el clamor que dice: “¡Aquí viene el esposo!”, algo más increíble sucede. El aceite de las lámparas empieza a escasear; es necesario tener la reserva lista y dispuesta para que la luz no se apague. Y entonces, la insensatez y la imprudencia de la mitad de las vírgenes que estaban esperando, se hace manifiesta y cobra toda la dimensión de su importancia. ¡Las insensatas no tenían el aceite de reserva que se requería en esos momentos dramáticos!
Todo tiene un razón
¿Qué pudo suceder con estas personas? ¿Qué había en ellas que condujo a semejante desenlace? Es obvio que lo que está sucediendo en estos momentos no se debe a algo que pasa en esos instantes: es el resultado de un largo proceso. Hay un camino que todas las vírgenes recorrieron antes de llegar a este punto. Al final de este camino, cinco vírgenes habían hecho lo correcto y tenían reserva, y las otras cinco no lo habían hecho y no tenían lo necesario. Hubo algo en el actuar y en el vivir de las cinco vírgenes insensatas que impidió que al final pudieran entrar a las bodas; por otra parte, hubo algo en la vida y en la conducta de las cinco vírgenes prudentes, que las condujo a un final feliz y entraron a las bodas.
En otras traducciones de la Biblia en vez de vírgenes prudentes e insensatas, encontramos “muchachas sabias” y “muchachas insensatas” (La Biblia al Día), “muchachas descuidadas” y “muchachas responsables” (Traducción en Lenguaje Actual). Esto nos puede ayudar a entender un poco mejor la situación. Había 10 vírgenes pero cinco eran sabias, prudentes, responsables y otras cinco eran necias, insensatas y descuidadas.
Dios no nos da muchos detalles acerca de lo que sucedía con las unas y con las otras; nos habla del resultado y de las consecuencias que las acciones y la conducta de todas les acarrearon. Finalmente, cada una fue juzgada por sus acciones y sus obras.
De la abundancia del corazón habla la boca
Es interesante analizar la reacción de las vírgenes insensatas, al ver que sus lámparas se apagaban por falta de aceite y que no lo tenían consigo. ¿Qué hicieron? El versículo 8 dice que las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite; porque vuestras lámparas se apagan”.
Fácil, ¿verdad? Para ellas fue fácil pensar y creer que podían depender de otros para solucionar un problema que se había presentado por su imprevisión, por su descuido, por su insensatez. La falta de aceite de las insensatas se debió única y exclusivamente a su falta de preparación, de cuidado, de sabiduría, de sensatez, de prudencia. La falta de aceite reflejaba todo su planteamiento de vida. Tenían conocimiento de que el esposo vendría, lo esperaban, tenían la lámpara que alumbraba, pero algo les faltaba en su convicción, en su planteamiento frente a la vida, en su conducta, en su obrar, que las llevó a no tomar reserva de aceite suficiente con sus lámparas. Había algo en las insensatas que no estaba bien.
Pensando en esto, ¿no resuenan en nuestra mente otras palabras que el Maestro dijo en Apocalipsis 3:15: “Estoy enterado de todo lo que haces, y sé que no me obedeces del todo, sino sólo un poco. ¡Sería mejor que me obedecieras completamente, o que de plano no me obedecieras! Pero como sólo me obedeces un poco, te rechazaré por completo”? (Traducción del Lenguaje Sencillo).
La reacción de las cinco vírgenes insensatas ante la adversidad y las circunstancias difíciles demuestra sin lugar a dudas que no habían interiorizado el camino de vida de Dios, que es el dar, no el obtener. Que no entendían el significado y trascendencia de la responsabilidad personal; que seguían siendo carnales y que su naturaleza carnal se imponía y se manifestaba en los momentos cruciales y críticos: era más fácil depender de los demás y tratar de que los demás solucionaran sus problemas (debidos a su propia necedad, pereza, falta de diligencia y compromiso), que haber hecho lo correcto, con diligencia y esmero, en el momento oportuno.
Dios es quien está a cargo
Dios no se equivoca. Y nadie puede engañar a Dios. Dios escudriña las mentes y corazones de todos; y discierne las intenciones y motivaciones de nuestro corazón. En 1 Corintios 3:8 leemos: “…aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”.
Lo que sucede con las cinco vírgenes insensatas y las cinco vírgenes prudentes es el resultado de la labor de cada una. Dios ve nuestro corazón y sabe que hay dentro de cada uno de nosotros. El hace que sucedan circunstancias imprevistas, acontecimientos con los cuales no contábamos, eventos que se escapan de nuestro control y que nunca nos imaginamos que podrían pasar, para que se manifieste la realidad de nuestra labor; para que sean manifiestos los frutos de nuestro arrepentimiento y conversión; para que sea evidente lo que somos y lo que hay dentro de nosotros. ¡El juicio de Dios es inexorable!
Todavía no ha llegado el final de esta historia. El esposo aún no regresa y por momentos pensamos que se tarda demasiado y cabeceamos. Según el relato de Jesucristo, todas las vírgenes que están esperándolo, se duermen. Al despertarse, unas tendrán reserva y otras no. Ya será entonces demasiado tarde para hacer algo y Dios juzgará toda nuestra vida y lo que hemos hecho en este proceso de arrepentimiento y conversión al que nos ha llamado. Unas serán sabias y otras insensatas. Unas prudentes y otras descuidadas. Pero es lo que estamos haciendo ahora, en estos instantes, lo que hará que entremos a las bodas o nos quedemos por fuera.
Estamos escribiendo la conclusión ahora
Todo final, tiene un comienzo. Toda conclusión tiene una historia que la precede. Lo que ahora estamos haciendo es lo que determinará nuestro final. La conclusión la estamos preparando ahora, con nuestro comportamiento y nuestra conducta que inexorablemente están delante de Dios; “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12); y como dice también en 2 Corintios 5:10: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
Lo que Jesucristo nos advierte por medio de esta parábola de las 10 vírgenes nos debe hacer meditar en nuestros caminos; examinar nuestra vida y nuestro comportamiento actual. ¿Seremos parte de las cinco vírgenes prudentes o de las cinco insensatas? Al final, los frutos mostrarán de una forma clara y palpable lo que hemos hecho con nuestra vida y nuestro llamamiento; la forma en que hemos encarado nuestro compromiso y nuestra relación con Dios… Pero entonces, cuando cinco vírgenes entren a las bodas y las otras cinco se queden por fuera, ¡ya no podremos hacer nada!
— Por María Hernández