Dios está llevando a cabo un magnífico plan a largo plazo que involucra a toda la humanidad. Él ha revelado este plan a su Iglesia—en gran parte por medio de sus días santos. La Iglesia no sólo espera con ansiedad cada uno de estos días, sino que también se han convertido en su guía anual para vivir.
Por espacio de casi 35 años (1972-2006) yo he sido ministro en la Iglesia de Dios. La mayor parte de ese tiempo yo era pastor en la Iglesia, y serví en las congregaciones de Georgia, Massachusetts, Rhode Island y Texas. Como pastor tomaba muy en serio la exhortación de dar el alimento a su debido tiempo. Yo me di cuenta que para poder lograr esto era necesario hacer una planeación anual en el calendario de los temas de los sermones para las congregaciones locales. Probablemente no se sorprendan al saber que gran parte de esa programación giraba alrededor de los días santos anuales.
Pronto estaremos guardando la Pascua. La Pascua es celebrada en el primer mes del año según el calendario hebreo, que corresponde a la primavera en el hemisferio norte. Cada año antes de la Pascua, tomaba el tiempo necesario para planear mis sermones para las fiestas de la primavera. Además de la preparación de sermones, sabía que me tenía que preparar yo mismo espiritualmente. La verdad es que usted no puede inspirar a otros a menos que usted mismo esté inspirado.
Mi preparación personal para las fiestas de la primavera normalmente comenzaba con un auto examen que el apóstol Pablo menciona en 2 Corintios 13:5: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”. Si bien pudiera parecer un poco extraño aún hacernos esta pregunta después de tantos años, es algo muy importante a medida que nos acercamos a los días santos de la primavera.
Cada año por este tiempo, yo planeaba temas que fueran relevantes para la estación. Casi siempre daba un sermón acerca del arrepentimiento, señalando que ésta era una actitud que debíamos mantener, un enfoque constante ante Dios y no algo que ocurría una sola vez en la vida. En Hechos 2:38 tenemos esta advertencia de parte de Pedro: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados”. También planeaba un sermón acerca del perdón; otro acerca del desánimo; un mensaje histórico de la vida de Cristo y lo que Él enfrentó a medida que se acercaba la Pascua; otro sermón acerca de los eventos que ocurrieron en la última Pascua antes de que Jesucristo muriera; un sermón o dos acerca de la necesidad de sacar el pecado de nuestra vida; otro acerca del significado de la levadura y los días de Panes Sin Levadura.
Mi meta cada año era inspirar a los hermanos para que la Pascua y los días de Panes Sin Levadura fueran sucesos emocionantes, llenos de significado y enfocados en Dios y en su plan divino de salvación. Siempre sentí que mi labor como pastor era ayudar a todos a prepararse para estos días. Aunque estos temas fueron similares año tras año, mi meta era asegurarme de que cada sermón fuera renovado con nuevo material y entusiasmo por las fiestas de Dios.
Creo que Dios nos ha dado estas fiestas por importantes razones, y una de ellas es para que sirvan como marcadores en el tiempo, o calendario, si ustedes lo prefieren. Quisiera animarlos a todos para que comiencen a planear para la Pascua y los días de fiesta de la primavera. No permitan que éstos los sorprendan. Son parte del cronograma de Dios, nos han sido dados para asegurarse de que siempre estamos trabajando en nuestra vida espiritual. ¡Es un desafío prepararnos física y espiritualmente, pero la recompensa será una temporada de Pascua y Panes Sin Levadura edificante e inspiradora!