Muy pronto los miembros de la Iglesia de Dios en todo el mundo estaremos nuevamente celebrando la ceremonia de la Pascua bíblica en el día 14 del mes de nisán del calendario hebreo.
La Pascua, sin embargo, es solamente el primer escalón para la salvación de la humanidad. La Biblia menciona otras seis fiestas santas que nos enseñan los otros escalones de este maravilloso plan.
El amor de Dios por la humanidad entera se hizo manifiesto, en parte, cuando Jesucristo, Emmanuel, Dios mismo, vino en la carne a esta tierra y fue ofrecido en sacrificio por dos razones: para el perdón de los pecados de todo aquel que se arrepienta y también para cargar con las enfermedades de todo aquel que crea en la sanidad divina (Juan 3:16, Isaías 53:4-5).
Todas las personas del mundo occidental que creen que la Biblia es la Palabra de Dios afirman que el amor de Dios se manifestó cuando Cristo vino a la tierra y murió por nosotros (la fiesta de la Pascua). Estas personas tienen razón en parte. La realidad es que el amor de Dios también se manifiesta con los otros eventos que revelan el resto de las fiestas santas de Dios. El amor de Dios también se manifestó cuando Él nos reveló que debemos y podemos, con su ayuda, vencer nuestros pecados (la fiesta de los Panes Sin Levadura). También el amor de Dios se manifestó cuando nos reveló que al recibir el Espíritu santo, un grupo pequeño de seres humanos pueden ahora ser hijos engendrados de Dios con el potencial de nacer dentro de la familia de Dios a su debido tiempo (Fiesta de Pentecostés).
Porque de tal manera amó Dios al mundo
El amor de Dios también se manifestará enormemente cuando regrese Jesucristo por segunda vez a esta tierra para establecer su gobierno y para dar la vida eterna al primer grupo de personas dentro de su plan (Fiesta de las Trompetas). El amor de Dios se manifestará en gran manera también cuando Él quite de esta tierra al causante número uno del sufrimiento de los seres humanos, a Satanás el diablo (Fiesta de Expiación). El amor de Dios se manifestará también cuando Él abra la mente del mundo entero a las cosas espirituales durante los mil años del gobierno de Dios sobre esta tierra (Fiesta de los Tabernáculos). Y todavía el amor de Dios se manifestará enormemente cuando todos los muertos que nunca supieron de Dios, resuciten a vida física para conocer a su Creador y también tengan la oportunidad de ingresar a la familia de Dios (el Último Gran Día).
Si podemos describir con una frase el plan que Dios está desarrollando debido a su inmenso amor por la humanidad, la frase sería: “Dios está creando una familia para Sí”. O bien, la frase podría ser: “Dios se está reproduciendo a Sí mismo”. Obviamente estas frases parecen blasfemas, pero es necesario que antes de llegar a la conclusión equivocada, analicemos cuidadosamente lo que la Palabra de Dios dice.
En primer lugar podemos decir que Dios no es una trinidad y tampoco Dios es “uno” numéricamente hablando. A través de la eternidad la Divinidad estaba formada por dos seres. Ambos eran Dios. El Espíritu Santo no es un ser independiente. El Espíritu Santo es la esencia, es la naturaleza y es la “genética” que une a la divinidad. Los dos seres en la Divinidad estaban perfectamente unidos por medio del Espíritu Santo de la misma manera que el ADN identifica y une estrechamente a los miembros físicos de una misma familia. El Espíritu Santo es el “ADN” que identifica a la Divinidad (Juan 1:1-3).
El “Logos” o “Verbo” de la Divinidad vino a la tierra y se convirtió en hombre y llegó a ser llamado “Hijo de Dios”. Este ser divino que vino a la tierra también fue llamado Emanuel, que quiere decir “Dios con nosotros”. Pero el mundo no le conoció, sino que lo mataron porque dijo que era Hijo de Dios.
A las pocas personas que le recibieron, creyeron en su mensaje y le obedecieron, les dio potestad de ser llamados también hijos de Dios por medio de la recepción del mismo “gen espiritual”, es decir, el Espíritu de Dios (Juan 1:10-13).
¿Porque Dios quiere tener una familia?
La pregunta surge: ¿Por qué Dios quiere tener una familia? La respuesta puede ser una especulación, pero está basada en el sentimiento de familia que El mismo puso en nosotros los seres humanos: Dios quiere agrandar su círculo para compartir con otros seres la maravillosa relación y felicidad que significa vivir armoniosamente en familia. Por otro lado, la familia parece ser el estado completo e ideal para los seres pensantes. Dios quiere tener una gran familia y para ello Él se está reproduciendo a Sí mismo. Las siete fiestas santas de Dios revelan esta maravillosa verdad. Las sietes fiestas de Dios enseñan la ampliación gradual de la familia de Dios.
El propósito para el cual Dios creó a los seres humanos es para que eventualmente lleguemos a formar parte de su familia espiritual. Este propósito grandioso ni siquiera a los ángeles les fue ofrecido. Este propósito fue ofrecido solamente a los seres humanos (Hebreos 2:5-7).
La ciencia dice que el propósito de los seres humanos es: nacer, crecer, reproducirse y morir. Según ellos todo llega a su final cuando morimos y como consecuencia todas las personas que creen de esta manera quieren vivir esta vida al máximo liberándose de toda ley y de toda norma establecida. Hasta hoy casi nadie conoce ni acepta el propósito de Dios para los seres humanos.
La Biblia dice que ingresaremos a la familia de Dios para llegar a tener toda la semejanza de Dios y así llegar a ser literalmente hijos de Dios y hermanos de Jesucristo por la eternidad (Hebreos 2:10-11).
A imagen y semejanza
Cuando el ser humano fue creado por Dios, lo hizo a su imagen y a su semejanza. La imagen tiene que ver con la estructura que nosotros tenemos como la de Dios. Esto tiene que ver con tener nariz, ojos, pies, dedos, cabeza, etc. La semejanza tiene que ver con el carácter de Dios. De esa manera, cuando Adán y Eva fueron creados, automáticamente tuvieron la imagen misma de Dios—su parecido estructural. Pero ellos no adquirieron automáticamente la semejanza de Dios, es decir, el carácter de Dios (Génesis 1:26-27).
Cuando nosotros recibimos el Espíritu de Dios por medio del arrepentimiento, el bautismo y la imposición de las manos de un ministro de Dios, apenas empieza ahí la creación de la “semejanza de Dios”. Debido a que el Espíritu Santo es la “genética de Dios en nosotros”, cuando recibimos este regalo, empezamos por primera vez a parecernos a Dios en carácter. A partir de ese momento nuestro crecimiento en la semejanza de Dios debe ser cada vez más intenso, hasta que lleguemos a tener toda la semejanza de Dios para literalmente entrar en la familia de Dios. Entonces veremos a Dios tal como es en su estado glorificado porque nosotros también seremos glorificados (1 Juan 3:1-3).
Aquí es necesario mencionar que no podremos pasar de “cero” carácter de Dios automáticamente al 100% del carácter de Dios cuando Cristo regrese. Cuando recibimos el Espíritu Santo debemos empezar la etapa del crecimiento en el carácter de Dios de tal manera que cuando Cristo regrese a esta tierra nosotros habremos luchado al máximo por ser sin mancha ni arruga ni cosa semejante.
Habremos hecho todo nuestro esfuerzo, aunado a su Espíritu, por no pecar. Tenemos que crecer en el carácter de Dios ahora si es que queremos ingresar a la familia eterna de Dios.
En la Biblia se revelan varios niveles de existencia en toda la creación de Dios: El reino mineral, el reino vegetal, el reino animal, el reino humano, el reino angelical y el Reino de Dios. Ningún integrante de un reino puede pasar al otro reino. Una piedra no puede llegar a ser una planta. Una planta no puede llegar a convertirse en un caballo. Un caballo no puede llegar a ser humano.
Pero, ¿cómo es posible que un ser humano pueda ingresar al Reino de Dios? Obviamente esto es un milagro y un misterio. Pero, éste es el plan de Dios para los seres humanos.
Los seres humanos que se arrepienten, que se bautizan, que reciben el Espíritu Santo ya tienen ahora parte de la naturaleza divina en ellos y si son fieles a Dios hasta la muerte y desarrollan el carácter santo, justo y perfecto de Dios, tendrán la totalidad de la naturaleza divina en ellos. Esto implica que estos seres humanos serán parte de la familia eterna de Dios literalmente (2 Pedro 1:2-4).
El papel de la Iglesia en el proceso de crecimiento espiritual
La Iglesia de Dios como organización tiene un papel importante en el crecimiento espiritual de aquellos que están buscando el carácter de Dios. Es cierto que muchos cristianos han sucumbido ante la tentación de dejar la organización de la Iglesia de Dios, aduciendo que la Iglesia de Dios es solamente un ente espiritual. Muchos se han decepcionado de los ministros y miembros por igual. Pero eso no quita la realidad de que Dios ordenó que su Iglesia fuera un instrumento para el crecimiento espiritual de los cristianos para llegar a crecer a la estatura espiritual de Jesucristo resucitado.
La razón principal por la que mataron a Jesucristo fue que siendo hombre decía que era Hijo de Dios. Cuando quisieron matarle, Cristo les contestó que no entendía su reacción, puesto que ellos mismos tenían el potencial de llegar a ser hijos de Dios también y que este potencial maravilloso ya había sido mencionado en el Antiguo Testamento pero ninguno de ellos había entendido este propósito para sus vidas y mucho menos habían entendido que Cristo era “el primogénito entre muchos hermanos” (Juan 10:30-36, Salmos 82:6-7).
Por qué fuimos creados los humanos
La verdad es que los seres humanos fueron creados con el potencial de llegar a ser hijos engendrados de Dios al recibir el Espíritu Santo, que es el “gen de Dios”. Si estos seres humanos son fieles a Dios hasta la muerte, desarrollando el carácter santo, justo y perfecto de Dios, serán glorificados, hechos espirituales, con la naturaleza plena de Dios para ser herederos de Dios el Padre y coherederos con Jesucristo de todas las cosas que le pertenecen a Dios. Eso es mucho decir, pero esta es la promesa de Dios para los seres humanos que le obedezcan (Romanos 8:14-18, 28-30).
Las fiestas santas de Dios revelan que este proceso de salvación tiene un orden. Dios implementará esta salvación en forma escalonada para todos los seres humanos y ellos estarán siguiendo el mismo proceso cuando Dios les abra la mente.
Cuando Jesucristo regrese por segunda vez ya, los cristianos verdaderos que hayan llegado hasta el final de sus días fieles a Dios y hayan crecido en el carácter de Dios, hasta alcanzar “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13), serán transformados en espirituales (1 Corintios 15:49-54).
Estos seres espirituales serán los colaboradores de Cristo en el establecimiento de un gobierno perfecto en la tierra. Entonces estos seres ya salvados ayudarán a otros seres humanos a entender el proceso de la salvación. Ayudarán a otros a ser salvos de la corrupción, del pecado, del sufrimiento y de la muerte (Abdías 15, 21).
Yo sé que esto parece una exageración, o tal vez parece una blasfemia. Pero ésta fue la “blasfemia” por la cual mataron a Jesucristo. Obviamente Jesucristo demostró con su propia palabra, determinación y muerte que esto no era y no es una blasfemia. Jesucristo enseñó que éste es el destino del hombre. Ésta es la razón verdadera por la cual la humanidad fue creada. La humanidad fue creada para llegar a tener “la plenitud de Dios” (Efesios 3:14-19.
Que maravilloso el destino para el cual fuimos creados. Si entendemos esto, crezcamos en el carácter de Dios. Usemos los talentos que Dios nos ha dado en beneficio de este plan maravilloso. Trabajemos arduamente por la Obra de Dios. El mensaje del Reino de Dios es el mensaje más importante en toda la historia de la humanidad. Éste es el mensaje más importante que existe ahora. Aprovechemos al máximo nuestra vida. Busquemos la santidad y seamos sin mancha ahora. Busquemos la pureza física, emocional y espiritual ahora. Pronto llegará el momento en que este mundo pasará a la historia. Las siete fiestas santas de Dios revelan este plan maravilloso. Guardemos este ciclo de fiestas santas este año y el otro y el otro, hasta que el plan de Dios se vea completado.
—Por Saúl Langarica