Nadie puede saber ni el día ni la hora del regreso de Jesucristo. ¡Cada persona u organización religiosa que ha intentado proponer una fecha para ese evento supremo, se ha equivocado! A pesar de eso, nosotros no debemos dejar de esperar ansiosamente el regreso de nuestro Señor. Nuestra salvación depende del sentido de urgencia y de nuestro deseo ferviente de estar preparados espiritualmente para ese día.
Dios nos exhorta en su Palabra que aprendamos a discernir los tiempos en que vivimos. Jesucristo dijo enfáticamente que nosotros deberíamos observar los eventos mundiales constantemente y enseñó que debíamos utilizar esos eventos para fomentar en nosotros el sentido de urgencia. Nuestro Señor profetizó en detalle muchos eventos que acontecerían en los tiempos del fin para que la gente de Dios, al observarlos, se motivara y se prepara con entusiasmo para su segunda venida.
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Mateo 24:32-34).
No es necesario establecer fechas específicas para los eventos proféticos, ni para el retorno de Jesucristo, con el propósito de provocar artificialmente el sentido de urgencia y la motivación necesarias para que los creyentes se preparen espiritualmente para el fin de esta era. Creer en las palabras de Jesucristo debería ser suficiente para motivarnos a cambiar.
¿Se ha dado usted cuenta de la manera magistral en que Jesucristo usó sus palabras de tal forma que los creyentes de todas las épocas podrían concluir que su tiempo podría ser el tiempo del fin? Es obvio que nuestro Señor quería que sus verdaderos seguidores en todas las épocas tuvieran un sentido de urgencia, independientemente de si ellos vivían o no en el momento de su regreso a esta tierra.
En la Iglesia de Dios tenemos la responsabilidad de ayudar a los verdaderos creyentes a mantener el sentido de urgencia. La Iglesia es un instrumento para ayudar a los miembros a prepararse espiritualmente en todo tiempo para ingresar al Reino de Dios, tal como Jesucristo instruyó.
La gente por naturaleza tiende a relajarse espiritualmente
¿Que sucedería si los creyentes supiéramos con certeza que Cristo no iba a regresar sino hasta muchos años después de nuestra vida física? Como seres humanos, tenderíamos a relajarnos espiritualmente al estar seguros que el regreso de Cristo no es inminente. Este tipo de pensamiento quitaría a los creyentes toda motivación para preocuparse por los graves eventos que suceden cada día en nuestro mundo. Sería prácticamente imposible no relajarse espiritualmente. La realidad es que los seres humanos por naturaleza, aunque seamos creyentes, solamente nos sentimos motivados a crecer espiritualmente cuando pensamos que el regreso de Cristo está cerca. Por lo tanto, si somos dejados a merced de nuestros instintos humanos, los cristianos nunca estaríamos en un estado de urgencia espiritual.
Aquí radica la gran necesidad de la Iglesia de Dios y del ministerio de estar alerta y en “pie de guerra”, espiritualmente hablando, en todo tiempo, para proyectar y enseñar esta actitud a los miembros de la Iglesia. La Iglesia tiene la gran responsabilidad de inspirar y de “mover el interior” de los miembros para que tengamos el sentido de urgencia espiritual que nos lleva a crecer espiritualmente.
Algunas profecías de la Biblia nos advierten que a medida que nos acercáramos al tiempo del fin, existiría en el mundo una actitud de burla hacia el regreso de Jesucristo y esto haría que algunos cristianos cedieran y cayeran en la apatía espiritual:
“Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).
Nosotros sabemos que vivimos en un mundo que no tiene nada que ver con el Camino de Dios. El apóstol Pablo describió de una manera muy incisiva el tipo de sociedad que existiría al final de los tiempos. Él dijo que serían tiempos muy peligrosos, llenos de mentira, de corrupción, de desobediencia a los padres, de burla hacia las cosas santas, de desprecio hacia la buena moral, etcétera (2 Timoteo 3:1-5). Podemos ver que estas características sociales están cada día enfrente de nosotros.
El tiempo del fin
La Iglesia de Dios, una Asociación Mundial cree que nosotros verdaderamente estamos en el tiempo del fin, no solamente por las palabras de Jesucristo en su primera venida, sino también por el cumplimiento de las profecías de la Biblia. Es cierto que todavía no podemos saber el día y la hora del regreso de nuestro Señor, pero esas fechas en realidad no son necesarias para tener un sentido de urgencia espiritual. Nosotros necesitamos establecer prioridades en nuestra vida, poniendo lo espiritual primero y proyectando esta actitud a los demás en la Iglesia de Dios. ¡En la Iglesia tenemos el privilegio de conocer el mensaje más importante desde la creación del mundo! Somos privilegiados de conocer el mensaje del Reino de Dios en este tiempo del fin. Somos privilegiados de conocer el mensaje que puede salvarnos de este mundo corrupto y puede salvar a todas las personas cuando llegue su momento.
El mundo que nos rodea espiritualmente es frío, aletargado e indiferente. Aun frente a las cosas físicas, a más y más personas a nuestro alrededor les falta compromiso. Cada quien tiene lealtad únicamente hacia sí mismo. Con lo que menos están comprometidas las personas es con Dios y sus leyes. Por esto, hay una presión emocional muy grande para los cristianos que tenemos que vivir en medio de una sociedad espiritualmente apática y sin compromiso.
Los cristianos vivimos y trabajamos seis días a la semana en un ambiente sin Dios y luego nos reunimos el sábado por un tiempo relativamente corto para adorar a Dios y para compartir con las personas que tienen una mentalidad similar.
¿Qué podemos hacer en lo particular y en lo colectivo para recapturar o crecer en el sentido de urgencia espiritual, así como motivar a otros hacia esta misma actitud?
Durante el pasado campamento de jóvenes en Chile, alguien habló acerca de la fragilidad de la mente humana. Si no tenemos cuidado, nuestra mente fácilmente tiende a absorber y a creer lo que ve y oye durante los seis días de la semana que estamos en el mundo, especialmente porque la gente que nos rodea está en total acuerdo con respecto a su estilo de vida contrario a las leyes de Dios. Toda la semana escuchamos y vemos mayormente mentiras, corrupción y desobediencia. Debido a esto, nuestra tendencia humana es absorber la actitud de frialdad y de apatía de la sociedad en que vivimos. Pero es importante recordar que a medida que nos vamos con la corriente de este mundo, nos distanciamos más de las cosas de Dios.
El apóstol Pablo resume la tendencia de este mundo en palabras sencillas y claras: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7).
La importancia del sábado
Dios nos da su sábado para que nuestras mentes puedan ser restauradas a las cosas espirituales que fácilmente tendemos a perder durante el resto de la semana. El sábado es crucialmente importante para ayudarnos a restaurar lo que hemos perdido en la semana en nuestra relación con Dios y en nuestro compromiso con su Camino. Debido a esto, la manera en que usemos las 24 horas del sábado es de vital importancia, ¡en especial las pocas horas en las cuales adoramos a Dios formalmente y pasamos tiempo con los hermanos! Por ello, el pueblo de Dios necesita escuchar mensajes que lo animen, que lo inciten al cambio y al crecimiento espiritual.
Todos nosotros necesitamos ser restaurados cada sábado a las cosas de Dios. Por ello, los servicios santos desempeñan un papel vital en esta restauración. Nuestras mentes necesitan ser sanadas de las heridas espirituales que recibimos durante la semana.
Cristo edificó su Iglesia con un propósito perfecto. Él llamó a sus ministros a un trabajo espiritual y no solamente a un trabajo físico. El ministerio fue llamado de acuerdo al sacerdocio espiritual de Melquisedec y nos ayuda, especialmente durante el sábado, a restablecer el balance espiritual que tan fácilmente se pierde en la semana. Antes y después de los servicios, los miembros hablan con los ministros acerca de sus problemas y dificultades. Escuchar los problemas de los miembros ayuda a los ministros a tener más entendimiento, más misericordia y más discernimiento espiritual. Cuando aconsejan y cuando predican, los ministros vuelven a dar energía a los miembros. Todos necesitamos escuchar mensajes que nos ayuden a ser más semejantes a Dios a medida que aplicamos dichos mensajes.
¡Pablo y otros ministros de Dios estuvieron errados y en lo cierto a la vez!
El apóstol Pablo creía que Cristo vendría en su tiempo, pero Cristo no regresó (1 Tesalonicenses 4:16-18). Los apóstoles originales también creyeron que Cristo instauraría el Reino de Dios en su tiempo, pero no lo hizo (Hechos 1:6-7). Estos siervos verdaderos de Dios vivieron, predicaron y aconsejaron que estuviéramos alerta y con un sentido de urgencia por el Reino de Dios. Ellos vivieron con ése sentido de urgencia, tal como Cristo lo pidió. Estos hombres de Dios estuvieron errados en su entendimiento de cuándo Cristo regresaría, ¡pero su ejemplo de dedicación y urgencia espiritual fue el correcto! Ellos reflejaron el sentido de urgencia espiritual que Cristo quiere que la iglesia tenga en todas las épocas de la historia, en especial en los tiempos del fin que estamos viviendo.
En nuestro tiempo tenemos más información interna y externa que la que tuvieron los ministros de Dios del comienzo de la Iglesia. Con la evidencia que tenemos, podemos concluir con mucha probabilidad que Cristo regresará pronto a esta tierra. Pero, aun si nosotros estuviéramos errados en nuestra percepción de los tiempos, nunca podremos estar errados en sentir y fomentar la urgencia espiritual que han tenido nuestros predecesores en la fe.
Suponiendo que la nuestra no fuera la última generación y suponiendo que Cristo no regresara en nuestro tiempo, el hecho de tener un sentido de urgencia nos hace estar en guardia espiritualmente y nos impulsa a arrepentirnos; y esto es esencial para la salvación de los cristianos de todas las edades. En medio de esta sociedad actual, tan alejada de las cosas santas, se requiere de más dedicación que nunca para estar cerca de Dios.
Recuperemos o crezcamos en el sentido de urgencia
En cada época de la historia en que la Iglesia de Dios ha tenido un sentido de urgencia espiritual, los miembros han puesto mucho entusiasmo en hacer la Obra de Dios. Las personas han buscado la ayuda de Dios para cambiar su vida. Han buscado el arrepentimiento de sus pecados. Han tenido celo por las cosas de Dios y como consecuencia Él ha bendecido a su Iglesia y a su pueblo en lo particular. El punto es que Dios quiere que su pueblo esté verdaderamente dedicado a Él. Dios quiere que su pueblo se arrepienta de sus pecados y se comprometa seriamente con Él.
Dios no quiere perder a nadie en medio de este mundo malo. Dios quiere usar su Iglesia y a su ministerio para que su pueblo tenga éxito en su búsqueda y en su ingreso al Reino de Dios
Sugerencia final
Cuando el ministerio presente sus mensajes con celo, con convicción, con pasión, con inspiración y con un llamado a la acción, el siguiente paso lógico es preguntarnos: ¿Qué es lo que debo hacer con lo que he aprendido? ¡Obviamente debemos hacer algo! Las cartas y mensajes del señor Armstrong incluían siempre un poderoso llamado a la acción y muchas personas respondían al llamado. Los eventos de nuestro mundo actual muestran que los cristianos de hoy estamos realmente viviendo en el tiempo del fin y necesitamos concientizarnos de la urgencia de restaurar o crecer en nuestra relación con Dios.
Sin duda usted puede pensar en otras formas a través de las cuales el sentido de urgencia puede crecer en nosotros y en aquellos con quienes entremos en contacto en la Iglesia. Como dijimos antes, cada vez que la Iglesia ha crecido en el sentido de urgencia espiritual también ha habido crecimiento espiritual. Que Dios nos ayude a revivir genuinamente este sentido de urgencia.
Por Saúl Langarica