En marzo visité a nuestros hermanos en África de habla francesa. La primera parada fue en Costa de Marfil, en África occidental, en dónde pasé el sábado con dos pequeñas congregaciones cerca de Abijan. Hablé acerca del tema del sufrimiento de Cristo y del sufrimiento que los cristianos deben soportar en algunas ocasiones. El tema del sufrimiento es algo que muchos africanos pueden relacionar fácilmente, ya que la mayor parte de las regiones en este continente no son lugares fáciles para vivir.
Después de servicios, les distribuí anteojos para leer de segunda mano, de tal manera que cada cual pudiera encontrar el que se ajustara a sus necesidades y le ayudara a leer bien.
El domingo hice varias visitas, incluyendo a dos personas nuevas. Después de aprender la sorprendente verdad de que la crucifixión de Cristo no había ocurrido el viernes, y la resurrección no había sido el domingo, ellos solicitaron otra visita.
El lunes temprano viajé a la ciudad de Lomé en Togo, en donde estuve dos días. Cada tarde llevé a cabo un estudio bíblico para un grupo de 12 personas. Esto nos dio la oportunidad de ponernos al día con las noticias, estudiar juntos la Palabra de Dios y compartir una comida y una conversación muy edificante en medio de una tranquila noche tropical.
El miércoles estuve buena parte del día en un avión que paró en Lagos y Libreville en su camino a Kinshasa en la República Democrática del Congo, adonde arribé al anochecer.
Congo ha tenido varios problemas durante mucho tiempo. Desde que surgió la guerra en 1998, han sido muertos cuatro millones de congoleses y otros millones se han visto obligados a desplazarse. La gran riqueza mineral del territorio ha llevado a la lucha por controlar este negocio tan lucrativo. La vida es difícil para nuestros hermanos, que enfrentan corrupción, violencia, altos precios y un ingreso inestable. Pero se sienten felices de ser parte de la Iglesia de Dios.
Tuve varias reuniones con los líderes locales y también hice consejería para bautismo durante los dos días. El sábado bauticé a Claude Pembelongo y Loic Leyka, dos hombres jóvenes que se han estado preparando para el bautismo durante un año y medio.
En el servicio del sábado hablé acerca de los enemigos espirituales que los cristianos enfrentan, que son los mismos en todo el mundo. Tuvimos tiempo de compartir durante una hora y luego tuve que ir al aeropuerto para empezar mi largo viaje. Después de volar a Addis Ababa, Entebbe y Kigali, finalmente llegué a Buyumbura, Burundi a las 6:00 de la mañana.
Ese día viajé al norte para celebrar la Pascua con 35 miembros en un pequeño lugar de dos habitaciones construidas con adobe, en la aldea de Mugina. La mayoría de los miembros caminaron para asistir al servicio, algunos durante varias horas; y la lluvia estaba tan fuerte que la mitad de ellos no pudieron llegar a tiempo, por lo que tendrán que tomar la segunda Pascua. Nathan Mokeshimana, nuestro ministro en Burundi, y yo dirigimos el servicio a la luz de una pequeña linterna.
Los dos cuartos eran tan pequeños y estaban tan llenos que los hombres y mujeres se hicieron en cuartos separados para facilitar el lavado de los pies. Teníamos una toalla por cada seis personas. Ya que la mayor parte de personas tuvo que caminar en medio de la lluvia y el barro, en sandalias y zapatos viejos; el lavado de pies no fue algo meramente simbólico—muchos pies estaban muy sucios.
En Mugina tuvimos una asistencia de 117 personas para el primer día de Panes Sin Levadura. Nos reunimos bajo una colección de carpas viejas. Se está construyendo el salón; ya se echaron los cimientos y compramos los ladrillos. Esperamos tener listo el salón en Mugina para la Fiesta de Tabernáculos. El almuerzo que compartimos: carne de res, arroz y frijoles, fue provisto por las donaciones de miembros de la Iglesia en otras naciones. La carne de res es un verdadero lujo aquí; la mayor parte de los granjeros come carne en muy raras ocasiones durante el año.
El miércoles por la mañana viajé muy temprano al país vecino de Ruanda. Nuestro ministro allí, Jean Marie Mundeli, y yo tuvimos la oportunidad de hablar acerca de la situación y las necesidades en Ruanda y planeamos cómo utilizar mi tiempo.
El sábado semanal salimos temprano para llegar al salón de la Iglesia en la aldea de Giti. Tuvimos que salir temprano porque el último sábado del mes es un día de servicio comunal, en donde por ley, todos los ruandeses están obligados a trabajar desde las 8 de la mañana hasta el mediodía, en trabajos comunitarios de servicio, tales como reparación de carreteras, limpiar los ductos de las alcantarillas y cortar la hierba a los lados de la carretera. Si las personas son detenidas en el camino durante estas horas, pueden ser presionadas a servir hasta el mediodía.
Hay varios puntos de inspección en muchas carreteras. Con el fin de poder detener a las personas que no están trabajando, mi carro fue detenido por un soldado que luego me pidió disculpas pero que también me dijo que debía detener a mis acompañantes ruandeses para que trabajaran. Le expliqué que yo era un pastor de una iglesia que guardaba el séptimo día, el sábado y que íbamos al servicio. Le pedí que nos dejara continuar y nos sentimos aliviados cuando lo hizo.
Después de los servicios, tuvimos una sesión de preguntas y respuestas. También tuve una sesión de consejería para el bautismo con varias personas, que tuvimos que acortar porque hubo una gran tormenta que caía de una forma tan ruidosa en el delgado techo, que hizo que no pudiéramos oírnos por más que gritábamos. Se sirvió la comida: pollo, pan sin levadura, papas, aguacates, huevos cocidos y Fanta. El solo pollo hizo la gran fiesta, ya que los miembros sólo lo pueden comer en muy contadas ocasiones.
El domingo a las 3:00 de la mañana comencé mi largo viaje hacia la isla de Mauricio, adonde llegué por la noche.
Estuve el último día de Panes Sin Levadura con nuestros hermanos en esta maravillosa isla. Tuvimos un día muy inspirador juntos, con un servicio, una comida y un compañerismo delicioso. Estos hermanos sólo reciben nuestra visita dos veces al año, así que la valoran muchísimo. Les dije que yo esperaba volver a visitarlos en el otoño y espero que tal vez algunos miembros de otros países vengan para celebrar con ellos la Fiesta de Tabernáculos.
Después de Mauricio, estuve varios días en Francia antes de viajar finalmente a casa, adonde llegué tres semanas después de haber salido. Mi próximo viaje al África está programado para el otoño.
—Por Joel Meeker