En el mundo actual, es muy raro encontrar personas felices. Existen miles de maneras para robarnos la felicidad.
Escuché un dicho recientemente, que dice así:
“Lo ideal para un hombre es tener las siguientes siete cosas:
• Conducir un auto alemán
• Disfrutar la gastronomía francesa
• Disfrutar de la tecnología japonesa
• Poseer una casa inglesa
• Tener un sueldo estadounidense
• Tener una esposa latina y
• Tomar vacaciones rusas.”
Teniendo esto ¿se puede ser feliz?
Analizaremos el caso del antiguo Rey Salomón de Israel. En 1 Reyes 10:26 se dice que él tenía 1.400 carros. En 1 Reyes 4:7 Salomón disponía de doce gobernadores y cada uno de ellos proveía toda la alimentación, de sus siervos y de él, durante un mes.
En 1 Reyes 10:4 menciona a la Reina de Sabá, asombrada por la logística empleada por Salomón en todos sus quehaceres. Salomón no tenía una casa grande; construyó palacios lujosos, así lo menciona 1 Reyes 7:1-2. Fue uno de los hombres más ricos del mundo (1 Reyes 10:14)
La felicidad tampoco consiste en la sabiduría humana; pues Salomón fue el hombre más sabio de aquella época. La Biblia dice que él podía disertar desde el musgo que se adhiere a los arboles hasta los cedros del Líbano. Lastimosamente es un conocimiento limitado que no nos enseña a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
Él creyó que podía hacer cualquier cosa y que la sabiduría siempre estaría con él; pero no fue así. Él tenía 1.000 mujeres y la realidad es que sus mujeres hicieron desviar su corazón del Dios verdadero.
Las riquezas tampoco son garantía de la felicidad. En su tiempo hizo que la plata abundara en Jerusalén como las piedras. Y sólo en impuestos de renta recibía 666 talentos de oro, aparte de lo que traían las naves de Tarsis.
La pregunta es: ¿fue feliz Salomón?
Dejemos que él mismo nos responda: “Miré yo luego las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (Eclesiastés 2:11). Enfáticamente Dios nos muestra que la felicidad no consiste en los bienes que se posee. Jesús dijo: “de qué sirve ganar el mundo y perder la vida eterna” (Mateo 16:26).
¿En qué consiste la felicidad?
Nuestro maestro Jesucristo nos advirtió que hiciéremos tesoros en los cielos, donde no sufren ningún daño, (Mateo 6:19-21). En otra ocasión los 70 discípulos estaban muy contentos, porque hasta los demonios les obedecían, a lo que Jesús respondió: “Alégrense porque sus nombres estén inscritos en el libro de la vida” (Lucas 10:20). Estos aspectos nos darán la verdadera felicidad, poder estar en su Reino y heredar la vida eterna.
Nuestro Padre celestial nos muestra lo que debemos procurar hacer y entender para ser felices y agradarle a Él.
“Así dijo el Eterno: no se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábase en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero. Dice el Eterno” (Jeremías 9:23-24).
Amar a Dios con todas nuestras fuerzas y nuestra mente, corazón y todo nuestro ser y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, es lo que nos dará la verdadera felicidad, hoy y por toda la eternidad.
—Por Jaime Ortiz