Cuando era niño me enseñaron en la iglesia adonde mis padres y yo íbamos de vez en cuando, que los seres humanos nos “iríamos a la gloria” cuando muriéramos, si es que nos portábamos bien en esta vida. Irse “a la gloria” tenía que ver con irse al cielo para estar viendo el rostro de Dios eternamente. En aquel tiempo nunca imaginé que la Biblia en realidad sí hablaba de “irse a la gloria”, pero obviamente no en el contexto de lo que me enseñaron cuando era pequeño.
Algunas creencias tradicionales
En nuestro mundo existen varias teorías en relación a lo que sucederá con nosotros después que muramos. Tal vez la teoría más generalizada, especialmente en el ambiente de la educación moderna, es que los seres humanos no tenemos ninguna esperanza después de la muerte. Basados en la teoría de la evolución, en la cual se afirma que los seres humanos provenimos de los animales y debido a que los animales solamente nacen, creen, se reproducen y mueren, se afirma que esta misma “esperanza” es la que nos depara a los seres humanos. Obviamente hay varias falencias en este concepto: se está dando por sentado que la teoría de la evolución es cierta, aunque solamente sigue siendo una teoría. También se está dando por sentado que provenimos de los animales aunque haya muchos vacíos en este concepto, y que al igual que los animales, los seres humanos tan solo “nacen, crecen, se reproducen y mueren”.
Esta teoría ha sido la causa de que los seres humanos o bien vivan en desesperanza o bien decidan disfrutar sus vidas al máximo en competencia unos con otros, en prosperar materialmente a costa de lo que sea y en experimentar todas las cosas que este mundo carnal ofrece.
Para muchos religiosos que aparentemente creen que la Biblia es la Palabra de Dios, la esperanza después de la muerte es que si se portan bien en esta vida, al morir se irán al cielo para estar eternamente “viendo el rostro de Dios”, lo que sea que esto signifique. En cambio, las personas que se porten mal en esta vida, al morir se irán al infierno para ser quemados sin consumirse por toda la eternidad. Si analizamos cuidadosamente la Biblia, nos daremos cuenta que al morir no nos iremos al cielo y mucho menos nos iremos al infierno. Ciertamente la Biblia habla del cielo y del infierno, pero no en los términos que tal vez hemos aprendido desde nuestra niñez.
Una tercera teoría religiosa, especialmente aceptada en países de oriente, es que si vivimos apropiadamente en esta vida, al morir reencarnaremos en un ser superior. Mientras que si vivimos mal, reencarnaremos en un ser inferior…y así sucesivamente por la eternidad.
Lo que casi nadie conoce
Lo que casi nadie comprende es lo que la Biblia dice realmente en relación a “irse a la gloria” después de la muerte. La Palabra de Dios dice que el verdadero propósito del ser humano es llegar a ser parte de la familia de Dios. El ofrecimiento de Dios para todos los seres humanos es que eventualmente todos lleguen a formar parte de su familia. Esto quiere decir que la divinidad no es una trinidad y tampoco es una sola persona. La verdad es que la divinidad está ahora formada por dos seres: Dios el Padre y Dios el Hijo. Pero la divinidad está abierta al ingreso de muchos otros seres a la familia de Dios por medio del Espíritu Santo. El propósito sublime de Dios para toda la humanidad es llevar muchos hijos a la gloria por medio de su Espíritu Santo.
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:9-10).
Llevar muchos hijos a la gloria implica que Dios quiere llevar a muchos hijos a su familia espiritual. De hecho, ese proceso ya ha comenzado desde ahora con aquellas personas que se han arrepentido de sus pecados, se han bautizado y han recibido el Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos de un ministro de Jesucristo. Los cristianos verdaderos de hoy son ya hijos engendrados de Dios por medio del Espíritu Santo y si ellos continúan hasta el final de sus vidas obedeciendo a Dios, entonces serán “llevados a la gloria” al ser transformados de físicos a espirituales a través de la resurrección de los muertos cuando Jesucristo regrese a esta tierra (1 Juan 3:1-2).
Debido a nuestra naturaleza física, aun cuando podemos tener muchos indicios en la Biblia de lo que significa “entrar en la gloria”, es imposible saber los detalles de ese futuro maravilloso ofrecido a los seres humanos. Notemos lo que el apóstol Pablo dijo en relación a esto:
“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:9-12).
Lo que la Biblia dice acerca de “entrar en la gloria”
Debido a los conceptos mencionados por la Biblia en diferentes partes, podemos tener una buena idea de lo que implicará “entrar en la gloria” para aquellos seres humanos que llenen los requisitos para ello. A continuación menciono cinco aspectos que implican “entrar en la gloria”.
1. Esta persona será un hijo eterno en la familia de Dios. Es cierto que los seres humanos somos hechos de materia física y como consecuencia somos finitos. Pero el plan de Dios es que los seres humanos lleguen a entrar a su Reino mediante el cambio de su naturaleza humana por una naturaleza espiritual eterna. Bien le dijo Jesucristo a Nicodemo que para entrar en el Reino de Dios era necesario “nacer de nuevo”. En otras palabras, para entrar al Reino de Dios no sólo se requiere un cambio de modo de ser y de pensar. En realidad se requiere literalmente un cambio de naturaleza. Al nacer de nuevo con otra naturaleza, entonces los seres humanos tendrán acceso a la eternidad en la familia de Dios (Juan 3:1-8). Por esto mismo el apóstol Pablo dijo que “la sangre y la carne no pueden heredar el Reino de Dios” (1 Corintios 15:50-51).
Este cambio de naturaleza hará posible que el hombre pueda ser eterno a partir del momento de dicha transformación. Esto también hará posible que este hombre transformado pueda ayudar a Cristo en la administración del Reino de Dios de manera eterna (Daniel 7:27).
Todo esto parece una ficción pero, como dije antes, es necesario analizar con sinceridad y con detenimiento lo que realmente dice la Palabra de Dios al respecto
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2. Esta persona tendrá la naturaleza plena de Dios a través de la resurrección de los muertos. Ingresar a la familia de Dios a través de la resurrección implicará tener la naturaleza plena de Dios. Esto también incluirá tener los pensamientos de Dios, las emociones de Dios, la mente de Dios, la armonía de Dios, la sabiduría de Dios. En otras palabras, Dios quiere compartir todo lo que Él es y todo lo que Él tiene con sus hijos. Los seres humanos tienen el potencial de llegar a entrar en la familia espiritual de Dios para compartir todo lo que Dios es y todo lo que Dios tiene (Romanos 8:16-18, Efesios 3:19).
3. Los seres humanos transformados en espirituales, a través de la resurrección, tendrán el privilegio de gobernar esta tierra por mil años para empezar (Apocalipsis 20:4). Los gobiernos de este mundo no han podido traer paz a la tierra a pesar de que lo han intentado por milenios. Para lograr la paz y la prosperidad de los gobernados, los hombres han aprobado todo tipo de gobiernos y todo tipo de sistemas, pero a pesar del transcurrir de los milenios, todavía seguimos intentando solucionar los problemas de la humanidad.
La razón real del por qué los hombres no hemos podido resolver los problemas de la sociedad es una sola: el hombre no puede controlar su propia naturaleza humana. Nunca podremos controlar por nosotros mismos la competencia, la decadencia, la corrupción y las debilidades que son intrínsecas de la naturaleza humana.
Es por eso que Dios se propone, en primer lugar, cambiar la naturaleza humana por una naturaleza espiritual para poder establecer un gobierno en la tierra que traiga la verdadera justicia, la armonía, la prosperidad y la paz que anhelamos todos. Si los hombres van a poder gobernar la tierra por mil años, la implicación obvia es que estos hombres ya no serán humanos. Es por eso que el gobierno de Dios sobre la tierra, con la ayuda de los seres humanos transformados, será primeramente por mil años, pero luego se extenderá por toda la eternidad (Isaías 9:7).
4. El ser humano transformado en espíritu tendrá acceso a todo el conocimiento y a toda la sabiduría de Dios. Al estar dentro de la familia de Dios como un hijo, los hombres transformados en espirituales tendrán acceso a los secretos de Dios de la misma manera que un hijo de familia tiene acceso a las cosas de su padre. El conocimiento, la sabiduría y la experiencia del Padre serán transferidos a sus hijos. Por esta razón, los hombres transformados en espíritu tendrán la sabiduría de Dios (Juan 16:22-23).
5. El ser humano transformado en espíritu heredará todas las cosas. Nosotros ahora trabajamos muchas horas de cada día para poder comer y satisfacer nuestras necesidades básicas. Es triste que cada día nos envolvamos en las presiones, en los trabajos y en las preocupaciones para poder comer, luego dormir y luego levantarnos temprano al siguiente día para continuar con la rutina diaria. La vida tal como la conocemos no tiene casi incentivos para vivirla felizmente debido a las limitaciones que todos tenemos: enfermedades, trabajos, sufrimiento, presiones emocionales, etcétera. Si no hubiera ninguna esperanza después de esta vida, ¡qué triste seria vivir aquí en la tierra!
Pero la promesa de Dios es que los seres humanos transformados en espíritu tendrán acceso a todo aquello que le pertenece a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo. La Biblia claramente dice que los cristianos verdaderos seremos herederos de Dios el Padre y coherederos de Jesucristo. Dios es el propietario de todas las cosas en el universo. Cada uno de nosotros que somos padres y tenemos a un hijo enfermo, somos capaces de entregar todo lo que poseemos por el bienestar del hijo. ¿Cuánto más Dios el Padre, que entregó a su hijo por nuestra salvación, no nos entregará también todas las cosas? (Romanos 8:32-33, Hebreos 2:5-8).
¿Qué haremos al respecto?
Cuando era niño y oía al líder religioso de mi iglesia, cuando decía que si nos portábamos bien nos iríamos a la gloria, la implicación de este concepto era vaga y no tenía base bíblica. Pero cuando entendemos un poco lo que la Biblia implica con “llevar hijos a la gloria”, es algo extremadamente impresionante y animador. La vida humana tiene un propósito grandísimo revelado en la Biblia. Éste es un propósito que sobrepasa la ficción. El propósito de la vida humana es nada más ni nada menos que ingresemos a la familia espiritual de Dios y todo lo que eso conlleva. ¡Dios quiera que contemos con los requisitos necesarios para poder alcanzar tan increíble futuro!
—Por Saúl Langarica