Pregunta: ¿Cómo sé si el Espíritu Santo me está ayudando al tomar la decisión que estoy tomando y no es sólo una decisión que estoy tomando yo? ¿Por qué soy responsable de las malas decisiones pero el Espíritu Santo se lleva el crédito de ayudarme cuando tomo buenas decisiones?
Respuesta: Muchas personas están confundidas con respecto a qué es el Espíritu Santo y cómo trabaja en la vida de una persona. Antes de enfocarnos en su pregunta específica, primero definamos claramente qué es el Espíritu Santo. Si analizamos la Biblia, encontraremos que el Espíritu Santo es la naturaleza, el poder y la esencia de Dios. También es un regalo que Dios puede dar a la mente humana para que estimule e inspire su crecimiento espiritual, y haga posible que esa persona se convierta en un miembro de su familia divina.
Sin conocerlo a usted ni sus circunstancias, también necesitamos tocar el tema de si el Espíritu Santo está o no está viviendo en usted. Muchas personas suponen que Dios las está guiando, cuando ni siquiera tienen su Espíritu. Si le fuera posible, lea el artículo: “¿Cómo saber si tiene el Espíritu Santo?”, que está en el sitio web de Vida, Esperanza y Verdad.
Jesús explicó cómo el Espíritu Santo ayudaría a sus discípulos: “Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:25-26).
En otras palabras, el Espíritu Santo trabaja en nuestra mente recordándonos las leyes y principios de Dios. Usted “tiene el crédito” por cada decisión que toma; aun cuando Dios esté guiándolo, usted toma la decisión final acerca de qué decisión tomar. Cometer un error no es una prueba de la falta de guía de Dios. De la misma forma, tomar una decisión correcta no es una prueba de que Dios lo guió a tomarla. Usted puede cometer errores a corto plazo, porque cada ser humano los comete, pero si usted sigue el camino de vida de Dios, a largo plazo estará en el sendero correcto.
Dios quiere que tomemos decisiones, no quiere tomarlas por nosotros. El Espíritu Santo nunca nos obliga a pensar o a actuar de cierta forma; no controla nuestra mente. Nos muestra la dirección de una forma tan amable que sería tan fácil ignorarlo como seguirlo.
No podemos pensar que la guía del Espíritu Santo es como una luz que se enciende y nos dice: ¡“Vaya por aquí”! O que es como una voz que nos dice: “Esto es lo que usted debe hacer”. En lugar de ello es necesario entender que Dios nos guía poniendo los pensamientos necesarios en nuestra mente. Pero sabemos que nuestra mente está inundada con una innumerable cantidad de pensamientos adicionales que con frecuencia tratan de impedir que ejerzamos nuestro libre albedrío.
La naturaleza humana genera algunos de estos pensamientos. Satanás planta algunos. Él es llamado el “príncipe de la potestad del aire…el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”, y en el mismo pasaje se nos recuerda que “en los cuales anduvisteis en otro tiempo”, bajo su influencia (Efesios 2:2-3). Algunos pensamientos proceden de lo que vemos en la vida diaria; en la televisión, Internet, películas, juegos de video; lo que leemos y aun lo que escuchamos decir a otros.
Por naturaleza, no pensamos como Dios piensa: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). ¿Cómo podemos reconocer su guía? Leyendo, estudiando, pensando de una manera continua acerca de su Palabra, y actuando conforme a lo que aprendemos de Dios. Las personas que escuchan pero no hacen lo que Dios espera, no van a escuchar tan claramente la guía de Dios otra vez.
En conclusión, si usted está verdaderamente convertido, si usted medita rutinariamente en las palabras de Dios, si usted le pide a Dios que lo guíe, si usted pone en práctica lo que Dios dice, si usted utiliza el Espíritu Santo para examinar cuidadosamente sus pensamientos, usted puede confiar en que el Espíritu Santo le va a recordar a usted lo que necesita tener en cuenta de Dios.
—Por Cecil Maranville