Con el cierre de otro ciclo anual de días santos, es tiempo de reflexionar en las lecciones que se debería llevar a casa este año.
Los 22 días que hay entre la Fiesta de Trompetas y el Último Gran Día son de los días más ocupados y gratificantes del año. Típicamente los planeamos y preparamos con meses de anticipación; y a medida que estos días se acercan más, invertimos más y más de nuestro tiempo para asegurarnos de que nosotros y nuestras familias estemos listos para participar por completo en estas celebraciones ordenadas por Dios. Cuando llegamos a la Fiesta y los días se van como una exhalación, pronto nos encontramos cantando el último himno, en el último servicio, con un sentimiento agridulce de satisfacción.
Nuevamente, hemos completado un ciclo anual de celebración de los días santos de Dios y se nos ha recordado acerca de su significado e importancia. Una vez más, hemos sido alimentados generosamente con conocimiento, ánimo y una visión que nos ayudan a avanzar espiritualmente. Y nuevamente, en medio de la gratitud que sentimos por lo que hemos recibido, también luchamos contra el temor que sentimos al pensar que debemos regresar a los desafíos que nos esperan en el futuro en un mundo que no es milenial.
Tratamos de asegurarnos de que estamos llevando todo lo que podamos necesitar en la Fiesta, pero, ¿cuánto pensamos en lo que estamos llevando a casa de la Fiesta? Al tratar de medir el valor de una reunión o conferencia, los participantes con frecuencia buscan lo que se denomina el “llevar consigo”. “Llevar consigo” generalmente se define como la lección o principio que uno aprende de una historia o suceso; un hecho clave; un punto o idea que debe ser recordada; y que generalmente surge de una discusión o reunión. En sí mismo, el término implica que la reunión o el acontecimiento tiene el propósito de proveer algo a los participantes que éstos no tenían cuando llegaron.
El organizador real de esta serie de eventos que nosotros llamamos las fiestas santas anuales, no nos estaba dando simplemente unas vacaciones. Al darnos estos días, Él pretendía darnos algo que necesitamos, algo que no teníamos completo antes, algo que Él prometió ofrecernos en el lugar en que Él puso su nombre.
Entonces, ¿qué se ha llevado a casa de la observancia de este año de las siete fiestas santas? En un sentido, lo que cada persona se lleva es exclusivo e individual; pero para cada uno de nosotros debe ser algo claro, concreto, y firmemente grabado en nuestra mente. Si no tenemos cosas claras para llevarnos a casa de nuestra observancia de las fiestas santas de Dios, estos días no tendrían más valor para nosotros que el que tienen las celebraciones inventadas por los seres humanos y que son parte del calendario nacional de cada país.
La mayoría de nosotros nos llevamos a casa un aprendizaje exclusivo, dependiendo de las experiencias que hayamos tenido y los mensajes que hayamos escuchado. Compartir esto en nuestras conversaciones con otros miembros puede animarnos y fortalecernos mutuamente, mucho tiempo después del fin de la Fiesta. Además de estas interiorizaciones personales y exclusivas y lecciones que tal vez hayamos aprendido, hay otras cosas para llevar a casa, que todos podemos compartir.
¿Cuándo un ciclo no es un ciclo?
Ya que los días santos ocurren en el mismo ciclo año tras año, esto puede llevarnos a pensar en el plan de Dios de una forma que no es enteramente cierta. A medida que pensamos en los meses por venir antes de que comience el ciclo de observancias nuevamente—meses en los cuales ocurren la mayoría de las celebraciones del mundo de Satanás—tal vez podamos perder de vista el hecho de que el plan de Dios no es un ciclo.
Dios utiliza el ciclo anual de las fiestas santas para recordarnos cada año su plan, pero su plan de salvación está avanzando continuamente. Dios no deja de seguir trabajando en su plan después de la Fiesta de Tabernáculos para volverlo a retomar en la Pascua. Su plan está avanzando continuamente, y es importante que tengamos esto en mente a medida que afrontamos los retos que tenemos por delante.
Ajuste su horario
Todos sabemos que los días santos anuales revelan las etapas del plan de salvación de Dios para la humanidad. ¿Se ha dado cuenta alguna vez que las fechas bíblicas para la celebración de los días santos nunca cambian? Dios no altera su horario por el clima o lo ajusta para que su horario encaje con el nuestro. El hecho de que cada uno de los días santos ocurra exactamente según el horario nos recuerda que su plan será cumplido según su horario. Nuestra responsabilidad es estar preparados.
A medida que llegamos a cada día santo, es como si Dios nos reafirmara: “Ustedes pueden estar seguros de que Yo tengo en orden todo lo necesario para llevar a cabo este plan, y está justo a tiempo”. Nadie—ni siquiera aquellos que no entienden nada acerca del plan de Dios ahora—serán excluidos.
Una unidad especial
La tercera cosa que podemos llevar a casa después de celebrar los días santos es el recordatorio de que todas las personas—sin importar cuándo y dónde vivieron, su educación o condición económica—serán parte del plan de Dios según las mismas bases. Cada persona que peque encontrará perdón exactamente por medio del mismo sacrificio. Cada persona debe escoger remover el pecado y crecer con la ayuda exactamente del mismo Espíritu Santo. Todos los llamados antes del regreso de Cristo nacerán en la familia de Dios exactamente al mismo tiempo. El poder de Satanás será destruido para todos por el mismo Mesías. Esto nos ayuda a tener una unidad maravillosa con todos aquellos que Dios haya llamado, sin importar cuándo o dónde se realiza este llamamiento.
Aunque hemos completado nuestra observancia de los días santos anuales este año, nunca ha sido la intención de Dios que los veamos como cosas que hagan parte de una lista de cosas pendientes por hacer, y luego olvidarnos de ellos hasta que comience nuevamente el ciclo el año entrante. Los recordatorios anuales del plan de Dios para toda la humanidad tienen el propósito de darnos dirección, visión y propósito, que nos permitan vivir una vida según Dios y prepararnos para traer a casa cosas nuevas y más grandes cada año.
—Por David Johnson