
Los miembros de Martinica ofrecen a sus visitantes una comida típica el sábado
Dos ministros y sus esposas viajaron a la Isla de Martinica para visitar a los miembros aislados.
A comienzos de enero, tuve la oportunidad de viajar con mi esposa, Marjolaine, para visitar a los hermanos en la Isla de Martinica en las Antillas Francesas. Martinica está ubicada a 480 kilómetros al norte de Venezuela.
Durante nuestra visita estuvimos dos sábados con los miembros. Visitamos a varias personas durante la semana y disfrutamos de un picnic con la Iglesia. David Evans, que trabaja para Servicios Ministeriales en nuestra oficina central en Allen, Texas, y su esposa, Marguerite, viajaron a Martinica con el fin de visitar a los miembros y disfrutar sus vacaciones también.
En las noches de los dos viernes, el Sr. Evans dio un estudio bíblico, que yo traduje del inglés al francés. El primero fue una introducción al libro de Proverbios, el segundo, una introducción al libro de Salmos. En ambos sábados yo di el sermón. El primero tuvo que ver con el tema de cómo manejar nuestras palabras, y el segundo trató acerca de nuestra identidad común en la Iglesia. Después de cada estudio bíblico o el sermón, tuvimos una discusión y una sesión de preguntas y respuestas.
El domingo disfrutamos de una salida con la Iglesia para visitar una atracción local que mostraba cómo era la vida para los recién liberados esclavos en la época de la abolición, en 1848, y los períodos subsiguientes. Las casas sencillas estaban hechas de barro y madera, y sus muebles eran los más básicos. Los miembros más antiguos de la congregación nos mostraron casas sin ningún tipo de lujos que perfectamente ilustraban los lugares en los que ellos habían vivido en su juventud. Fue increíble ver cuánto había progresado Martinica en tan sólo un par de generaciones.
Después de esta recreación educativa, viajamos a un parque al frente del mar y disfrutamos una comida deliciosa y un compañerismo animador.
El último sábado, tuvimos los servicios en la mañana y a continuación hubo un delicioso almuerzo compuesto de pollo boucané (ahumado sobre hojas de caña de azúcar) y pargo a la plancha. Verduras y fruta del árbol del pan al gratín fueron los acompañantes. Para terminar, deliciosa fruta fresca con helado.
Por la tarde cantamos himnos juntos y hablamos de la próxima Fiesta de Tabernáculos en la cual, si Dios quiere, nos volveremos a reunir.
Nuestros hermanos en Martinica les envían unos cariñosos saludos.
—Por Joel Meeker