El director regional de las áreas de habla francesa viaja para visitar a los hermanos en Congo, Camerún, Togo y Francia.
En octubre y noviembre visité a los hermanos en la República Democrática del Congo, Camerún, Togo y Francia. Una huelga de pilotos me obligó a reprogramar este viaje para después de la Fiesta de Tabernáculos, en lugar de hacerlo antes de la Fiesta tal como lo tenía programado.
Mi primer destino fue Kinshasa, la capital del Congo, adonde llegué el jueves 30 de octubre por la noche, después de 24 horas de viaje desde Dallas. Había avisos y señales en el aeropuerto y en el hotel que advertían acerca de las precauciones que se debían tomar para evitar contraer el ébola. Cuando llegué, había habido 66 casos de ébola informados en el Congo y 49 muertes, en una región rural ubicada a 550 kilómetros de Kinshasa. El riesgo era pequeño, pero la enfermedad provoca cosas horribles a sus víctimas y el temor era muy real; las medidas para prevenir la propagación del ébola me acompañaron por toda África.
El viernes visité los hogares de las personas que recientemente han empezado a asistir a los servicios con nosotros. Estas visitas personales son muy apreciadas y trato de hacer varias mientras estoy en el Congo. Primero transitamos por carreteras asfaltadas y luego nos adentramos por caminos de arena y charcos que son tan utilizados como muchas calles en la ciudad. Primero visité a André y Marie, en la clínica en la que ella se estaba recuperando de una apendicetomía. También visitamos a varias familias, grupos pequeños y personas solas.
De regreso al hotel, nos detuvimos para ver el nuevo salón que la Iglesia ha alquilado. Es una casa grande, rodeada por una pared que en la parte superior tiene alambre de púas enrollado (como la tienen todas alrededor). Allí tenemos los servicios de sábado y los estudios bíblicos semanales. También es el sitio para la Fiesta de Tabernáculos. Varias familias acamparon en el terreno alrededor y así pudieron asistir a toda la Fiesta.
La oficina central de la Iglesia también está allí; el gobierno congolés exige que las iglesias tengan una oficina en un lugar definido para que los oficiales sepan dónde encontrar a los líderes de la iglesia en caso de que los necesiten. Me gustó mucho ver que el salón había sido pintado y reparado. También es necesario pintar y reparar otros sitios de la casa.
Tuvimos 70 personas para los servicios. Muchas otras querían asistir también, pero no contaban con los dos dólares que cuesta ir allí. La Iglesia les ofreció pagar la mitad del pasaje a aquellos que lo necesitaban, pero aun así, esto no fue suficiente para todos.
Mi sermón giró alrededor de las claves bíblicas de una oración respondida. Después de los servicios tuve sesiones de consejería con personas que se están preparando para el bautismo. Ésta era mi tercera reunión con la mayoría de ellos.
En nuestro regreso al hotel, me detuve en una base militar para ungir a la esposa de un oficial que estaba enferma de malaria. El guardia de la puerta delantera sospechaba de mi porque tenía el trípode de mi cámara. Él temía que yo fuera un espía que venía a tomar un video de los secretos militares de la base. Finalmente nos dejó entrar; pero fui muy cuidadoso para no despertar sospechas, no tomé fotos y dejé mi trípode en el carro.
Por la tarde tuve una reunión con los líderes locales acerca de las necesidades y planes futuros. Entre otras cosas, necesito ayuda para comprar varios sacos de arroz para distribuirlos entre los miembros más necesitados de la congregación.
Desde Kinshasa hasta Camerún
El domingo por la mañana tomé un vuelo hasta Addis Abeba en Etiopía. Aunque sólo necesitaba viajar a Camerún, que queda a 1100 kilómetros de allí, hay tan pocas conexiones de vuelo que tuve que viajar hasta Addis, casi a 3000 kilómetros, y luego regresar al continente.
En Kinshasa me tomaron la temperatura corporal, llené un cuestionario de salud y me entrevistó una enfermera para verificar que no tenía síntomas de ébola. Apenas llegamos a Addis Abeba, en un lugar caótico para aterrizar, a todos los pasajeros se nos tomó la temperatura y nuevamente tuvimos que llenar cuestionarios de salud. Me tomó más de dos horas para poder salir del aeropuerto.
Al día siguiente trabajé todo el día en el cuarto de hotel cerca del aeropuerto. Volé de regreso a África hasta Duala en Camerún, donde nuevamente tomaron mi temperatura. Revisaron nuestros pases de abordar para asegurarse de que no había pasajeros procedentes de ningún país con casos activos de ébola. Camerún está negándoles la entrada a estos pasajeros. Mi pase de abordar mostraba que yo venía de Etiopía, así que me permitieron entrar.
El miércoles temprano mi chofer y yo comenzamos una expedición en un carro 4×4, hacia una aldea remota en el centro de Camerún, a 300 kilómetros de Duala. Nos tomó seis horas, por carreteras en mal estado, para llegar al sitio en donde tenemos dos miembros fieles, Jules y Simón-Pierre, a quienes conozco desde hace casi 20 años. Ellos trabajan por contrato en una refinería de azúcar y cultivan la tierra entre contrato y contrato. Es la primera vez que pudimos visitarlos en algún tiempo por lo difícil y largo que se hace tratar de llegar adonde ellos viven.
Les ofrecí un refresco y nos pusimos al día con las noticias. Les di copias de nuestra literatura más reciente en francés, hablamos acerca de la comunicación y cómo podíamos servirles mejor. Ellos estaban muy agradecidos por la visita, era una pequeña evidencia de que eran miembros importantes del cuerpo de Cristo. Necesitábamos regresar a la capital, Yaundé, antes de que oscureciera, porque el viaje se vuelve más peligroso. Dos horas después nos despedimos, y les dije que haría todo lo posible para volver nuevamente en la primavera y tal vez pasar la noche allí.
Llegamos a Yaundé al atardecer, justo antes de que un torrencial aguacero cortara la electricidad en la mayor parte de la ciudad. Me senté en la oscuridad y utilicé la luz de mi celular hasta que la luz regresó media hora después.
El jueves, a las ocho de la mañana, me reuní con Armel y Débora, hermanos y estudiantes universitarios que son nuevos en nuestra asociación. Nos sentamos en el hotel y conversamos durante tres horas. Ellos tenían preguntas acerca de la historia reciente de la Iglesia, acerca de nuestra asociación, nuestros planes para predicar el evangelio y cuidar del rebaño y varias preguntas de la Biblia también. Fue una ocasión animadora, y ellos estaban muy entusiasmados con este contacto. Tienen otros miembros de la familia que también se reunirán con nosotros, así que todo parece indicar que tendremos sitio en Camerún para la Fiesta de Tabernáculos 2015.
De regreso a Duala, tuve otra reunión con un hombre que nos descubrió en internet y dijo que estaba muy interesado en la Iglesia. Resultó ser un promotor de jazz que estaba buscando ayuda para patrocinar un festival de música. Fue una reunión corta.
De Camerún a Togo
El viernes por la mañana volé a Lomé en Togo, en donde Guy y Pierre se reunieron conmigo (y tomaron nuevamente mi temperatura). Hablamos de planes para los próximos días y nos pusimos al día con las noticias.
El viernes por la tarde tuvimos un estudio bíblico en la casa de Guy, que es donde usualmente se lleva a cabo. Hablé de la vida de Miriam, la hermana de Moisés, una líder importante en Israel.
El sábado en la mañana hablé acerca del tema de creer en Dios. Luego, descansamos para tomar un almuerzo delicioso preparado por las mujeres de la congregación. Tuvimos una sesión de preguntas y respuestas de la Biblia que duró dos horas. John, un hombre nuevo en la Iglesia de Dios nos encontró en internet y ha empezado a asistir a los servicios. Tenía muchas preguntas y estaba entusiasmado con las respuestas. Disfrutamos del compañerismo todo el día hasta casi el atardecer, cuando partimos en diferentes direcciones.
El domingo tuve varias entrevistas con personas y sesiones de consejería y más adelante un estudio bíblico en el que ahondamos acerca de una pregunta que hicieron el sábado: “¿Qué es la gran tribulación?”.
El lunes nuevamente me entrevisté con varias personas y tuve varias sesiones de consejería que terminaron el martes con el bautismo de un nuevo miembro, Odette Zipki. Odette es la esposa de Guy, uno de nuestros líderes locales; y su historia, que la llevó de la hostilidad a la verdad, de la impaciencia a la curiosidad y de ahí al compromiso y ahora al bautismo, es muy inspiradora.
De Togo a Francia
El martes por la noche me despedí y volé hacia París. El jueves tuve una reunión con un antiguo amigo de una asociación hermana, extendiendo la diestra del compañerismo. El viernes trabajé en mi cuarto de hotel. Mi hija Tatiana está estudiando este semestre en París, así que pude disfrutar la cena con ella.
El sábado tuvimos ocho personas (otros estaban de viaje) para el estudio bíblico, en el que hablé acerca de “¿Quién es el anticristo?”. Después, hablamos varias horas. Los servicios en París no son muy frecuentes, así que poder compartir es algo que se aprecia mucho. Pareciera que se está formando un grupo ahí en París, y oramos para que esto continúe edificándose con la bendición de Dios.
El domingo temprano, en la mañana, comencé mi viaje de regreso a Dallas. Con el favor de Dios, mi próximo viaje al África será alrededor de los días santos de la primavera. Gracias por sus oraciones por la guía y la protección de Dios para aquellos que viajan en nombre de la Iglesia. CA
—Por Joel Meeker