Desde muy pequeños, nuestros hijos empiezan a desarrollar los músculos y el equilibrio que pronto necesitarán para caminar. Pero, ¿cómo podemos enseñarles a caminar con Dios?
Por Andrea West
Uno de los aspectos más importantes del desarrollo de un niño es aprender a caminar. Según los expertos:
“Cuando sostenemos a un bebé de uno o dos meses cerca de nuestro pecho u hombros, él echa su cabeza hacia atrás y la mueve de un lado a otro fortaleciendo los músculos de su cuello, hombros y espalda. Estos son los músculos que, aunados al sistema nervioso en desarrollo con el que su cerebro manda señales a sus brazos y manos, eventualmente le permitirán hacer suficiente fuerza con sus antebrazos como para levantar su pecho del suelo.
“El cuerpo de un bebé está diseñado para caminar desde que nace. Si sostiene a un recién nacido en el aire, sus piernas se moverán como dando pasos —dedos-talón-dedos, una pierna a la vez— tal como luego lo harán al caminar. Lo único que su bebé no tiene al nacer, ni durante aproximadamente un año, es la fuerza y el equilibrio suficientes para sostener el peso de su cuerpo y caminar sin la ayuda de papá y mamá” (Laura Flynn McCarthy, “Go, Baby, Go!” [“¡Vamos, bebé!”], Parents.com).
Enseñándoles a caminar con Dios
Aunque todo esto pude ser muy útil para enseñar a nuestros hijos a caminar físicamente, ésa no es la única forma de caminar que necesitan aprender. Así como aprender a caminar físicamente requiere de un proceso, hay un proceso a través del cual podemos enseñarles a “caminar” con Dios. La Biblia a menudo utiliza la analogía de caminar para referirse a nuestra relación con Dios, haciendo hincapié en que su camino es un camino de vida (Génesis 17:1; Deuteronomio 13:4; Josué 22:5).
Parte de nuestra responsabilidad como padres es enseñar a nuestros hijos cómo y por qué es necesario tener una relación con Dios, proceso que comienza por darles un buen ejemplo y cuya meta es lograr que pasen de ser espectadores de nuestro caminar espiritual a caminantes independientes (Deuteronomio 6:6).
Darles a conocer a Dios
Nuestra relación con Dios es una parte muy importante de nuestra vida diaria que se manifiesta en nuestras oraciones, estudio de la Biblia y práctica de sus enseñanzas.
Sin embargo, mantener y fortalecer esa relación puede resultar difícil para algunos padres cuando un bebé entra en escena. Así es; las cosas pueden cambiar mucho con la llegada de un pequeño que requiere tanto de nuestro tiempo y atención. De un momento a otro, el tiempo libre simplemente parece ser cosa del pasado y aun permanecer en los servicios durante un sermón entero resulta casi imposible. ¿Cómo cuidar bien de nuestros hijos sin dejar de lado nuestra relación con Dios?
Algunos consejos prácticos
1. ESTAMOS JUNTOS EN ESTO.
Tanto papá como mamá deben estar conscientes de las necesidades espirituales del otro y trabajar juntos para asegurarse de que ambos tengan tiempo para orar y estudiar.
2. ESTUDIE JUNTO A SUS HIJOS.
Cuando nuestros hijos eran bebés, los ponía a mi lado en una colchoneta mientras estudiaba la Biblia y, a medida que iban creciendo, les iba dando juguetes para entretenerse.
Cuando escuchaba algún sermón, aprovechaba la oportunidad para hablarles con susurros y enseñarles a no hacer ruido, diciéndoles cosas como: “Mamá va a estudiar la Biblia o escuchar un sermón para aprender más de Dios y tenemos que estar callados como en la Iglesia. Aprender de Dios es algo muy bueno”.
3. ORE JUNTO A SUS HIJOS.
Si mi esposo no podía cuidar a nuestro bebé mientras yo oraba, lo ponía en la mitad de la cama rodeado de almohadas y me arrodillaba junto él.
Cuando sus hijos estén más grandes, acostúmbrelos a leer o escuchar historias de la Biblia antes de dormir y ore con ellos antes de los besos y abrazos de buenas noches. A medida que van creciendo, también es buena idea hacerlos participar de la oración con sus propias palabras.
4. INCLUYA A TODA LA FAMILIA.
Cuando nuestros hijos eran pequeños, el momento especial del viernes por la noche era el baño, seguido por un agradable rato en nuestra cama en que papá les leía historias de la Biblia y ambos jugábamos y reíamos con ellos antes de la oración, besos y abrazos de buenas noches.
Cuando crecieron, decidimos iniciar una nueva actividad donde cada uno tuviera su papel: a uno le tocaba decidir qué cenaríamos y ayudarme a cocinar; a otro, poner la mesa y decorarla con flores y velas (¡les encantaba esa parte!); a otro, ayudar a papá a lavar los platos; e íbamos rotando para que cada quien tuviera su turno.
Hacer esto les permite involucrarse en la observancia del sábado y les ayuda a comprender que es un día santo y especial —lo cual es muy importante enseñarles desde pequeños.
¿Apenas empezando?
¡Felicidades! Ser padre es una de las “obras” más maravillosas que Dios le pueda haber encomendado. Atesórela y comience a forjar sus propias tradiciones familiares.
Si desea más consejos sobre cómo ayudar a sus hijos a desarrollar una relación con Dios, no dude en leer el artículo de Tom y Mary Clark “Cómo ayudar a sus hijos a desarrollar una relación con Dios” en Discernir. CA
Andrea West vive en Lewisville, Texas, con su esposo Roger y asiste a la congregación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial en Fort Worth, Texas.