Por Saúl Langarica
Recientemente los ministros de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, estuvimos en Dallas para la tercera conferencia mundial de ministros. La opinión de muchos de nosotros fue que la paz y la armonía fueron obvias durante toda la conferencia. Con la ayuda de Dios hemos crecido en unidad dentro del ministerio de la Iglesia y creemos que esta unidad también va creciendo en la Iglesia como conjunto.
Debido a las conferencias, quiero hacer una reflexión: ¿qué es la verdadera unidad y cómo podemos lograrla? Podemos ver a nuestro derredor cada vez más separación en las familias, en las instituciones y en las naciones mismas. Esto implica el incremento de las guerras y de la violencia entre las personas y los pueblos —una de las señales de los últimos tiempos en que estamos viviendo (Mateo 24:6-7).
Todos añoran la verdadera unidad en las familias, en las instituciones y en los pueblos, pero al mismo tiempo vemos que los resultados reales no son este tipo de unidad. Vemos conflictos, separación y pleitos por todos lados. Todos quieren unidad, pero las grandes mayorías siguen los métodos equivocados para obtenerla. Veamos algunos de esos métodos.
Métodos equivocados
- La búsqueda de la unidad a través de las presiones y/o concesiones. Este método equivocado se ve en los matrimonios cuando se presionan el uno al otro para lograr objetivos. Se ve también en las naciones cuando por medio de la guerra, la presión económica, la política, las concesiones o los favores, quieren tener el apoyo de otras naciones. Se puede ver también en las iglesias cuando a través de los regalos, la música agradable, los mensajes dulces al oído y aun la política se quiere conservar unido al grupo. Cristo mencionó este método incorrecto que funciona sólo temporalmente pero no genera la unidad verdadera. “Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:26). Obviamente estas personas que buscaron la unidad con Cristo con esta motivación, no permanecieron en el camino de Dios.
- Cuando las personas se unen en contra de un factor común. Las naciones hacen alianzas en contra de una nación que es enemiga de ellos. Los partidos políticos se unen para ganarle la elección a un partido que no es del agrado de los demás. Las personas se unen para apoyarse en contra de una persona que no es del agrado de ellas. Los miembros en las iglesias se unen en contra de una situación, de una persona o de una doctrina en particular. Sin embargo, cuando aquel factor común que los unió desaparece, entonces la unidad se ve afectada. El dicho: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” es un concepto que genera una unidad frágil y pasajera.
- Cuando las personas se unen en la búsqueda de un factor común. Aunque este método parece bastante lógico, igual no es duradero cuando el factor común es solamente físico. Cuando los matrimonios se unen únicamente para tener hijos, tienden a fallar. Cuando las personas se unen a una iglesia para “sentirse bien emocionalmente” o para lograr juntos un “trabajo social”, generalmente se desaniman tarde o temprano. Cuando las naciones se unen para “reducir la contaminación ambiental”, terminan en conflicto con el tiempo.
Hasta las familias se separan
Inclusive las familias físicas muchas veces se ven afectadas en su unidad y armonía. Aun la unidad que se genera por compartir los mismos genes, no garantiza una unidad verdadera y duradera. Por ejemplo, cuando el padre de familia fallece y deja inconcluso el tema de la herencia, generalmente esto hace que la familia entre en conflicto y su unidad se vea afectada, a veces para siempre. Son conocidos los conflictos familiares que provocan separación por generaciones.
La unidad verdadera es posible
Al mencionar lo anterior, pareciera que la unidad verdadera es solamente un sueño imposible. Sin embargo, Dios afirma que esta unidad es posible. De hecho, este tipo de unidad será una característica del mundo entero en el futuro, cuando Dios establezca su Reino sobre la Tierra. Mientras el Reino de Dios llega, los seres humanos podemos empezar a experimentar este tipo de unidad cuando seguimos ciertas reglas que el Creador propone.
Dios dice que únicamente por su Espíritu Santo viviendo dentro de nosotros buscaremos y encontraremos la unidad y la paz que tanto eluden a los seres humanos. Solamente las personas verdaderamente convertidas pueden encontrar el camino a la unidad y a la paz verdaderas. Es necesario tener el Espíritu de Dios dentro de nosotros, pero también es necesario “seguir la guía del Espíritu Santo” para lograr la unidad de la cual estamos hablando.
Tiene que estar basada en el Espíritu Santo
Cuando el Espíritu de Dios vive dentro de una persona, entonces esta persona quiere y se esfuerza por vivir en paz con los demás. Se esfuerza por buscar el bienestar de los demás. Se esfuerza por estar en unidad con aquellos que buscan las mismas metas espirituales. Se esfuerza por hacer la Obra de Dios de una manera organizada. Cuando esto sucede, la persona no busca la competencia, no busca “ganarle a los demás”. Esta persona quiere que “gane el equipo”. Cristo lo puso en palabras muy profundas:
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:21-23, énfasis añadido).
Quiero resaltar la frase: “Yo en ellos, y tú en mí”. Dios viviendo en nosotros, de la misma manera que Dios vive en Cristo, es el único método que hace que podamos tener unidad verdadera.
Esto es posible sólo por medio del Espíritu de Dios morando en nuestra mente y esforzándonos mucho por seguir la guía del Espíritu de Dios.
Aquellas personas que tienen el Espíritu de Dios y son guiados por dicho Espíritu, pueden también estar unidos en los otros factores, como predicar el evangelio al mundo, cuidar de los hermanos en la Iglesia y compartir la verdad de Dios en paz y armonía. ¡Que así sea! CA