Por Daniel Sepúlveda Solís
Nunca es fácil confiar en otras personas de manera inmediata. Es famosa la frase que dice: “la confianza se gana” o la otra frase que advierte: “en la confianza está el peligro”.
Confiar en otros no es tarea sencilla y por lo general involucra dejar en manos de alguien: un secreto, un sueño, una esperanza, una idea, una amistad, un trabajo o una relación. Confiar es esperar en que todo saldrá bien, que el secreto será guardado, que la amistad crecerá y será cuidada por el otro en quien se confía, que el negocio será administrado honestamente por la persona en quien confiamos, que nuestro amigo nos ayudará cuando estemos pasando por aflicción o dificultad, etcétera. Confiar significa esperar con seguridad, tener esperanza cierta en algo o alguien.
Antes de pensar si los demás son confiables para mí o qué tanta confianza generan los que me rodean, quiero que cambiemos el enfoque y nos hagamos las siguientes preguntas: ¿qué tan confiable soy yo para los demás? ¿Soy discreto? ¿Soy honesto? ¿Soy preocupado y consciente de lo que significa tener una amistad? ¿Soy lo suficientemente confiable para que alguien decida casarse conmigo y no se arrepienta después?
Es fácil hacer una lista de cómo deben ser los demás desde nuestro punto de vista, pero quiero que nos analicemos a nosotros mismos y veamos qué tan confiables somos. Es fácil advertir que, para ser una persona de confianza, se debe cumplir con algunos requisitos básicos. Para ser alguien de fiar, debo ser honesto y responsable. Nadie confía en un deshonesto. Nadie le asignará una tarea a alguien que sabemos que no la hará, y nadie le asignará una responsabilidad a alguien que hará mal uso de los recursos que se le entreguen. Para ser confiables debemos ser maduros y leales, debemos advertir que, si alguien nos confía un secreto o nos hace parte de sus amistades, debemos comprometernos con ello. Ser amigo no sólo significa divertirme con el otro y pasar buenos tiempos con él. También involucra ayudarlo cuando tenga necesidad, estar preparado para dar un consejo maduro y estar siempre trabajando para ser el mejor amigo.
Por otro lado, nadie quiere casarse con una persona que no pueda ser leal o fiel. Es muy difícil confiar en alguien que ha decepcionado a sus amistades o familiares en el pasado. Gracias a Dios todos tenemos la oportunidad de empezar de nuevo y cambiar nuestra forma de ser, pero es difícil que alguien que miente o engaña a los demás y ha creado una reputación de este tipo, sea un candidato ideal para contraer matrimonio. Es probable que su comportamiento “poco confiable” termine arruinando no sólo el matrimonio, sino también la vida de los hijos que hipotéticamente pueda tener. Esto hace inmediatamente de un desleal una mala opción para que alguien se case con él o ella.
A medida que avanzamos en el tema, creo que nos damos cuenta de que el ser confiable o una persona de confianza es más importante de lo que creemos. La honestidad no sólo tiene relación con el dinero o con las pertenencias de los demás, también tiene concordancia con cómo nos relacionamos con otras personas. El ser confiables no sólo tiene relación con las tareas que se nos asignan, también tiene que ver con la dedicación que damos a nuestras relaciones interpersonales. El ser confiable no tan sólo tiene relación con no mentir o no engañar a las demás personas, también significa que lo que ven de mí, es lo que soy, no hay dos yo. Hay sólo uno y es el que todos ven, sin dobleces ni letras chicas, sin trampas ocultas. En público tengo una cara y en privado exactamente la misma. Mi forma de ser no depende de las circunstancias.
Ser confiable, entonces, involucra muchas buenas cualidades que deben ser desarrolladas en nuestra vida. Debemos avanzar e invertir en ello ahora, y debemos decidir con anticipación cómo queremos que otros nos vean y cómo podemos lograrlo. Si me asignan una tarea, debo cumplirla no sólo con mi mejor actitud, sino además, debo esforzarme por hacerla bien. Eclesiastés 9:10 dice: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.
Si estoy casado o tengo pensado hacerlo en el futuro, debo preocuparme por estar preparado para ese maravilloso momento y nunca debo defraudar la confianza entregada. Que la decisión que alguien tome de casarse conmigo, siempre sea una buena decisión y que sea para toda la vida. Hebreos 13:4 dice: “Honroso sea en todos el matrimonio”.
Es probable que ya seamos personas confiables. Es probable que tengamos muchas de las características que una persona confiable necesita. También es probable que algunas personas cercanas a nosotros piensen y digan que somos confiables, pero aquí surge otra pregunta: ¿Podrá decir lo mismo Dios de cada uno de nosotros? ¿Puede Él afirmar que soy confiable? Dios mira el corazón y conoce nuestras intenciones, nuestros motivos y deseos. Él tiene la capacidad de decir con exactitud qué tan confiable soy. El ponerse bajo el lente de Dios y salir aprobado es la meta de todos quienes deseamos ser genuinos, auténticos, reales, de verdad… confiables.
Avancemos, trabajemos, y dediquemos tiempo a crear en nosotros el carácter de Dios, sin miedo al error y sabiendo que todos vamos por el mismo camino. Construyamos nuestras vidas confiando en que Dios nos ayudará a ser mejores personas. El éxito espiritual está al alcance de nuestra mano. Dios es 100 por ciento confiable y nos puede y nos quiere ayudar a ser como Él.
En Salmos 64:10 Dios nos dice: “Se alegrará el justo en el Eterno, y confiará en él; Y se gloriarán todos los rectos de corazón”. CA