Por Elisa Chávez
“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios” (Ezequiel 11:19-10).
¿Por qué hace Dios esta comparación? ¿Por qué piedra? ¿Por qué carne?
Piedra. del latín petra, es una sustancia mineral dura y compacta. No es terrosa (es decir, no tiene todos los componentes de la tierra) ni es metálica (no es conductora de luz ni electricidad).
Debido a sus características naturales, la piedra es un material que se conserva sin cambio en el tiempo y tampoco cambia sus principales características. Es decir, a pesar de estímulos externos, no tendrá cambios.
Carne. Esta palabra se utiliza para designar al tejido muscular formado por células (unidad mas pequeña anatómica y funcional del ser vivo) y que al ser estimuladas producen una respuesta activa en las diversas partes del cuerpo.
El corazón
El corazón es un órgano formado por tejido muscular (carne), posee cuatro cavidades divididas en dos lados que no se comunican entre sí y, por lo tanto, cada lado es independiente del otro. Está situado en el tórax entre los dos pulmones. Está bien protegido por una cavidad rígida y oxigenándose directamente a través de los pulmones.
El corazón actúa como el centro de todo el sistema de irrigación, drenaje y purificación del cuerpo. Bombea sangre rica en nutrientes y oxígeno a todos los tejidos del cuerpo a través de los vasos de la sangre, mantiene movimiento unidireccional (no hay flujo de retorno). Además, es un circuito cerrado (no permite que nada se pierda).
El lado derecho del corazón es de color azul. Las venas, que son en su mayoria conductos que llevan el flujo de sangre con desechos tóxicos y bióxido de carbono a una baja presión desde los organos hacia el corazón, entran en un circuito dentro de los pulmones, donde la sangre será depurada, eliminando el bióxido de carbono y recibiendo el oxígeno, para luego retornar al lado izquierdo del corazón y bombear con gran flujo y presión, con cada latido a través de las arterias, la sangre purificada y rica en nutrientes para llegar a cada celula del cuerpo.
¿Por qué Ezequiel nos habla de la necesidad de tener un corazón de carne? Porque éste es un órgano potente, activo, sensitivo, estimulable, moldeable, conductor de flujo sanguíneo, lo cual es la vida del ser humano. Esto es similar a cuando se oye la Palabra de Dios, se recibe el Espíritu Santo y somos capaces de hacer cambios.
No así un corazón de piedra, que es rígido y que no es capaz de cambiar o moldearse. Este es como un corazón que no recibe suficiente sangre ni inyecta al cuerpo suficiente oxígeno. Este órgano se vuelve duro, la carne externa empieza a morir porque no hay suficiente circulación y todos sus nervios empiezan a volverse tensos y duros.
Dios nos da el aliento de vida al nacer. Él llenó los pulmones de aire que es esencialmente oxígeno. A los pulmones les llega la sangre contaminada procedente de la circulación por todo el cuerpo, y elimina los desechos tóxicos y el bióxido de carbono. Luego llega al lado izquierdo del corazón con sangre rica en oxígeno y éste la inyecta a todo el cuerpo, pero esta vez con sangre limpia, pura, nueva, con lo cual nuestras células, órganos, y sistemas producen un buen funcionamiento de todo el cuerpo. Así es cuando el corazón está sano… cuando está blando y es de carne sana.
El alimento apropiado, que espiritualmente representa la Palabra de Dios y el Espíritu Santo, hacen que produzcamos los frutos del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fé, mansedumbre, templanza.
Dios nos revela que algunas acciones incorrectas nuestras son producto del endurecimiento del corazón. Cuando éste se convierte en piedra (no recibe ni inyecta suficiente oxígeno) y las células empiezan a morir, queda duro, sin respuesta a pesar de los estímulos.
El corazón es un motor que inyecta sangre oxigenada al cuerpo. Así Dios compara a este motor como el inyector para las buenas obras. Pero si el corazón se endurece, ya no envía suficiente sangre pura al cuerpo. De la misma manera un corazón endurecido espiritualmente no envía alimentación correcta al cuerpo. Por eso Dios ve la necesidad de dar a cada quien un nuevo corazón de carne, para que pueda alimentar correctamente al cuerpo.
Los impulsos del corazón están formados por fibras musculares modificadas que constituyen el “marcapasos cardiaco natural y permanente”, localizado en una pequeña zona del corazón, enviando estímulos en forma rítmica y permanente y se propagan a las fibras de todo el corazón, produciendo las llamadas contracciones o sístole. El corazón sano late siempre a la misma velocidad, para adaptar este ritmo cardiaco a las necesidades del cuerpo.
Así el Espíritu Santo es como nuestro impulso espiritual, nuestro “marcapasos” que produce activación y que trabaja en el corazón de las personas para poder desarrollar una vida cristiana. El Espíritu hace su morada en nuestros corazones para siempre, sellándonos con la confirmación, certificación y seguridad de la promesa de nuestro estado eterno como hijos de Dios. Si lo usamos, el Espíritu Santo siempre será nuestro impulso al corazón y con ello al resto del cuerpo.
Entendí entonces que la comparación de Ezequiel en relación al corazón de carne o de piedra es verídica. Un corazón de piedra, duro, no permite cambios, está cerrado, no absorbe ni inyecta suficiente sangre al cuerpo. Sólo existe, pero no cambia ni produce cambios importantes, no produce ningún estímulo. De la misma manera en lo espiritual.
Mientras que el corazón de carne es el corazón activo, vital, sus transmisores funcionan bien y recibe e inyecta sangre al cuerpo de manera natural, fluida y con fuerza. Espiritualmente un corazón de carne nos llena con ese fuego interno que nos lleva por la vida y nos hace vivir con energía espiritual, depurando día a día las consecuencias toxicas y nos hace entender que con cada latido espiritual nos llenamos de oxígeno puro, enviado de Dios, para estar firmes con frutos espirituales en el camino al Reino de Dios. CA