Estudiar la historia de la Iglesia ha sido una fascinación desde mi primer año en el Instituto Ambassador. El segundo semestre de ese año, estudiamos el libro de los Hechos, junto con un breve repaso de la historia de la Iglesia desde el fin del Nuevo Testamento hasta la era moderna.
Para mí fue animador e inspirador estudiar la historia de los creyentes que nos han precedido. Fue como leer una continuación de Hebreos 11, con los nombres de los fieles que vivieron durante los últimos casi 2.000 años.
Actualmente es raro que alguien pierda su empleo por guardar el sábado o una de las fiestas santas (al menos en los Estados Unidos). Pero no siempre ha sido así a través de la historia. Los nombres de quienes han muerto por guardar el sábado durante los pasados 1.900 años, bien podrían llenar un libro. Pero, dado que las cosas son tan diferentes ahora, me preocupa que muchos en la Iglesia no tengan conciencia de nuestros antepasados y lo que tuvieron que soportar para permanecer en el camino de Dios.
En Hechos 2 leemos que la Iglesia de Dios fue fundada en Pentecostés del año 31 d.C., es decir, hace 1.988 años. ¡Y mucho ha sucedido desde entonces! El mundo ha cambiado drásticamente en todo aspecto de la vida, especialmente en términos de transporte y comunicación.
Mateo 16:18 contiene una profecía muy importante acerca de la Iglesia, y nos da una pista para buscar a quienes nos han precedido: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. La roca a la que Cristo se estaba refiriendo era Él mismo. Lamentablemente, cuando se trata de las palabras de Jesús, solamente tenemos eso: sus palabras. Las Escrituras no describen sus gestos o sus expresiones faciales.
Pero imagínese a Jesús diciendo, parado frente a sus discípulos y, apuntando primero a Pedro: “tú eres Pedro”. Pedro se llamaba Cefas, que significa piedra (Juan 1:42). Luego Cristo se apuntó a sí mismo y dijo: “sobre esta roca edificaré mi iglesia”, para luego terminar con una profecía: “y las puertas del Hades [la tumba] no prevalecerán contra ella”. En otras palabras, Jesús estaba diciendo que la Iglesia —la verdadera Iglesia— nunca moriría.
Estoy seguro de que los apóstoles no comprendieron del todo lo que Cristo dijo en ese momento. Las Escrituras indican que ellos no tenían un concepto claro de la cronología de las cosas. Ellos creían que Jesús regresaría pronto y establecería el Reino durante sus vidas.
Jesucristo profetizó que la Iglesia nunca moriría, pero no dijo que sería grande (Lucas 12:32). De hecho, en algunos momentos de la historia, la Iglesia ha sido muy pequeña. El Nuevo Testamento nos enseña las doctrinas básicas de la Iglesia verdadera, y el Antiguo Testamento, que el día de reposo es “una señal” entre Dios y su pueblo (Éxodo 31:13; Hebreos 4:9). Pero no es la única señal. Claramente, no todas las personas que guardan el sábado pertenecen a la Iglesia verdadera. Uno podría guardar el sábado y a la vez tener creencias protestantes acerca del cielo, el infierno, la Trinidad, etcétera. Estas últimas no son enseñanzas de la verdadera Iglesia de Dios.
Pienso que es importante conocer los nombres y la historia de quienes nos han precedido. Así como Pablo escribió en Hebreos 11 acerca de los fieles que precedieron a la Iglesia del Nuevo Testamento, nosotros deberíamos tomar en cuenta a los antepasados de la Iglesia moderna. Es fascinante conocer sus vidas. Mi intención es hablar de este tema en el próximo sermón trimestral desde la sede de la Iglesia.
Jim Franks
Presidente
Iglesia de Dios, una Asociación Mundial