Todos los jóvenes de la Iglesia de Dios cada vez a más temprana edad se empiezan a hacer la pregunta de con quien llegaran a casarse cuando llegue el momento. La mayoría de ellos no tienen claro la edad a la cual se van a casar, pero sí desde muy pequeños empiezan a preguntarse acerca de la persona con la que quieren estar juntos el resto de sus vidas. Esta es una pregunta genuina que debemos ayudarlos a responder.
De hecho es muy común que en la edad de la niñez nos damos de repente cuenta que nos hemos enamorado de la profesora de la escuela y pensamos que con ella nos gustaría pasar el resto de nuestra vida y muchas veces esta experiencia se convierte es nuestra primera decepción “amorosa”. Mas adelante, cuando entramos a la adolescencia, los compañeros de escuela empiezan a preguntarnos si es que ya estamos “saliendo” con alguna niña. Ante esta pregunta, tímidamente contestamos que aun no lo hacemos. Mientras que varios de los compañeros de la escuela ya lo hacen sin el mínimo interés de pensar en casarse con la niña con la que están saliendo. Nosotros en cambio en la Iglesia de Dios estamos escuchando constantemente que no debemos empezar a salir con alguien a temprana edad, que debemos empezar a una edad en la cual tengamos la madurez como para no cometer errores graves, que pensemos en noviazgo como la etapa previa al matrimonio, etc.
Pero ni aun con todas las recomendaciones no podemos evitar pensar desde cierta edad en la pregunta: ¿Con quien nos casaremos? ¿Con quien queremos compartir el resto de nuestras vidas? Y de repente nos encontramos también en los siguientes escenarios. Decimos: “En la Iglesia no hay nadie que me guste. Veo a los demás jóvenes como hermanos con los cuales hemos compartido muchas experiencias juntos en campamentos, en actividades sociales, en Fiestas de Tabernáculos y por eso mismo no existe la atracción como para pensar en compartir nuestras vidas con estos jóvenes.”
Por otro lado también escuchamos repetidamente a los ministros decir que nosotros no debemos casarnos con un “inconverso”. Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Con quien vamos a casarnos entonces? Por supuesto que esta es una pregunta genuina que merece ser analizada con sinceridad y con detenimiento.
En realidad la Biblia nos da ciertas recomendaciones con relación al noviazgo y al matrimonio con la intención de que al poner en práctica estos principios nos vaya bien. También a veces surge la siguiente agravante. Escuchamos: “Tal persona se casó con alguien de la iglesia e igual le fue muy mal en el matrimonio”. Quisiera en este punto decir lo siguiente: Dios dice en Su Palabra que tendremos Su apoyo si acaso nosotros ponemos en práctica Sus Mandamientos y buscamos a alguien que también ponga realmente en práctica los Mandamientos de Dios. El hecho de que alguien “asista” a la Iglesia de Dios no necesariamente es una garantía de felicidad matrimonial ni tampoco una garantía de “conversión”.
Dios en Su Palabra siempre actúa dándonos las instrucciones necesarias acerca de muchos asuntos y luego nosotros tenemos que escoger entre las opciones que Él nos pone.
En cuanto al noviazgo y al matrimonio Dios por supuesto que también nos dejó opciones de las cuales nosotros escogemos.
Cuando sinceramente analizamos las Sagradas escrituras con relación a este tema nos damos cuenta que el noviazgo no es para personas que no tengan la madurez para poder controlar esta relación sin pecar. En la vida real entre nuestros amigos y conocidos podemos ver que los noviazgos a una temprana edad generalmente no tienen un final feliz. Muchos jovencitos llevan en sus frentes los rasgos del sufrimiento y de las preocupaciones porque no supieron controlar maduramente las presiones del sexo opuesto en una relación de noviazgo. Por supuesto que no solamente estamos aquí hablando del sufrimiento que origina un embarazo anticipado o una enfermedad venérea inesperada. Si no también estamos hablando de las consecuencias emocionales que deja la inmadurez al no poder controlar a tiempo la secuencia de sentimientos que pueden terminar en relaciones sexuales.
Esto implica entonces que debe haber una edad apropiada para pensar en casarse y por supuesto para empezar una relación de noviazgo. ¿Quién va a determinar esa edad? Generalmente nosotros mismos decimos que podemos determinar esa edad. Pero seamos realistas. Cuando estamos en la niñez o aun en la adolescencia nosotros no podemos decidir sabiamente acerca de la edad en la cual queremos empezar a salir con alguien. Ojala que podamos decidir tranquilamente cuando no estamos enfrascados en los sentimientos ofuscadores del amor, y que consideremos seriamente el consejo de nuestros padres o del ministro.
Ahora volvamos a la pregunta: ¿Con quien vamos a casarnos? ¿En donde vamos a buscar a la persona con la cual vamos a compartir el resto de nuestra vida? Mencionaré ahora las opciones que tenemos en la Biblia.
1. Buscar a una persona que sea creyente.
¿Acaso estamos diciendo aquí que sea una persona de la Iglesia de Dios? Necesitamos explicar. Dentro de la Iglesia de Dios no necesariamente todas las personas que asisten son “creyentes”, pero sí podemos decir con honestidad que para ser creyente la persona debe necesariamente ser parte de la Iglesia de Dios. ¿Cómo podemos ser “creyentes” y no creer en el Dios de la Biblia? ¿Cómo podemos ser creyentes y no creer en la Leyes de Dios dejadas en las Sagradas Escrituras? ¿Cómo podemos ser creyentes y no creer en la santa convocación de los Sábados y las Fiestas Santas de Dios?
Ser creyente implica entonces creer y esforzarse por vivir de acuerdo al Dios de la Biblia, creer en Sus Mandamientos y tratar de vivir por ellos, creer en la Palabra de Dios y hacer nuestra parte por vivir por ella.
Notemos las enseñanzas claras de Dios en cuanto a esta primera opción que estamos analizando.
2 Corintios 6: 14-18 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
La razón principal por la cual Dios hace tanto énfasis en esta primera opción es para evitar que los creyentes lo dejen a Él, el único Dios Verdadero, y se vayan tras las creencias de la otra persona.
A algunas personas en la iglesia les ha sucedido la siguiente experiencia: Piensan de la siguiente manera: “A mi no me pasará nunca eso que dicen los ministros de la Iglesia. Yo si podré traer a este joven a la Iglesia.” Pero varias de estas personas tarde se han dado cuenta de la realidad: Ninguno de nosotros puede “abrir la mente” de las personas a la verdad. Ninguno de nosotros podemos llamar a una persona a la Iglesia de Dios. Es Dios el único capaz de llamar a una persona a Su verdad. Ciertamente Dios bien puede usarnos a nosotros como Sus instrumentos para llamar a alguien, pero, ¿Cómo lo sabemos? ¿Estamos dispuestos a correr el riesgo?
Hay muchas escrituras en la Biblia que afirman la veracidad de esta primera opción.
Veamos otras de ellas: Esdras 10: 10-11 Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel. Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras.
El problema real en este tipo de relación es el tremendo peligro de que al mezclarse “con los extranjeros”—refiriéndose a las personas cuyo dios no es el Dios de la Biblia—las personas creyentes se debiliten espiritualmente y eventualmente dejen al Dios Verdadero.
Otra vez, un joven enamorado dirá: “Es imposible que esta persona extranjera me lleve fuera de la iglesia o me lleve lejos de Dios. Eso no sucederá conmigo.”
Pero al analizar la experiencia de Salomón deberíamos reflexionar mas en lo que Dios dice: 1 Reyes 11: 1-8 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.
Salomón cometió dos errores graves en contra de los mandatos de Dios: Tuvo muchas mujeres y además eran extranjeras. Cometió el pecado de la poligamia. Además estas mujeres servían a otros dioses. Ciertamente ellas desviarían el corazón de Salomón, había dicho Dios. Y en efecto así sucedió. Salomón con todo y su sabiduría, desobedeció un mandato de Dios y como consecuencia se inclinó a los dioses falsos, como Dios le había dicho que sucedería. Dios sigue diciendo lo mismo aun ahora en este mundo moderno y liberal.
2. Encontrar a alguien que no necesariamente esta viniendo a los servicios de la Iglesia pero tiene un interés genuino de buscar la Verdad y al Verdadero Dios.
Tenemos en la Iglesia varios matrimonios felizmente casados en que ambos están sirviendo a Dios, pero hubo un momento en que el o ella no estaban en la Iglesia. Pero por el buen ejemplo del creyente y por el llamamiento de Dios, el amigo o amiga vino a la iglesia.
Creo sinceramente que esta opción funciona solamente si seguimos ciertas normas importantes: Debemos ser un excelente ejemplo de comportamiento hacia la persona que no esta en la Iglesia. No debemos hacernos novios antes de que ellos estén en la Iglesia. No debemos hacernos novios en la esperanza de que de esta manera “lo vamos a traer a los servicios.” No funciona de esa manera. Lo cierto es que en la etapa de la amistad podemos invitar a esa persona a los servicios o le podemos prestar literatura de la iglesia para que la estudie. En este punto, además de lo anterior, también debemos pedirle mucho a Dios que Él sea el centro de este proceso. Debemos pedirle a Dios que si es Su voluntad, Él sea quien llame a la persona y le abra la mente a Su Verdad.
Además, suponiendo que la personas venga a la Iglesia, deberíamos darle el tiempo prudente para que el o ella demuestre que en realidad esta buscando la Verdad de Dios y quiere obedecerla antes de entrar en un noviazgo con la persona de la iglesia. Debemos recordar aquí que el noviazgo es la etapa previa al matrimonio.
Una escritura podemos usar para explicar mejor esta opción: Genesis 34: 8-17 Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer. Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón. Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos.
Debemos decir que esta opción tiene un gran riesgo: ¿Que sucedería si en el proceso la persona de la iglesia se enamora y luego deja de escuchar consejos y entra en una relación de noviazgo aunque la persona de fuera no esta realmente interesada en la verdad de Dios?
3. Esta opción en realidad no existe a los ojos de Dios, pero debemos comentarla en la esperanza de que nuestros jóvenes no tomen esta opción.
Esta tiene que ver con entrar en una relación con un no-creyente y que no tiene tampoco la intención de ser creyente. Esta opción esta claramente prohibida por Dios en la Biblia, como ya lo vimos al principio.
Aunque esta no es una opción permitida por Dios debemos decir que igual hay personas en la Iglesia que la toman, lamentablemente. En muchos casos, el resultado de esta opción ha sido de problemas y sufrimientos en el matrimonio. Aunque los ministros de la Iglesia de Dios no aplican ningún tipo de represalia a la persona que tome esta opción, la persona se hace responsable de los resultados de su decisión.
Antes de entrar en esta opción la persona debe preguntarse: ¿Cómo haremos para educar a los hijos con dos religiones diferentes? ¿Cómo haremos para asistir a la Fiesta de los Tabernáculos por ocho días cada año? ¿Cómo administraremos el hogar si uno cree en la administración de Dios y el otro no? ¿Me impedirá esta persona eventualmente obedecer a Dios? ¿Me alejaré o me acercaré a Dios con esta relación? ¿Me permitirá esta persona que Dios realmente sea lo primero en mi vida? ¿Que confianza podremos tener en alguien en quien las Leyes de Dios no son para obedecerse?
La realidad clara es que muchos de los creyentes que se han casado con un no-creyente dicen que si tuvieran la oportunidad de volver a decidir, no decidirían lo mismo. Otros de ellos han decidido finalmente separarse porque la vida que soñaron cuando novios en realidad no fue lo que tuvieron. No podemos dejar de mencionar que algunos de estos matrimonios han funcionado en mutuo respeto aunque uno sea no-creyente. Pero la pregunta surge de nuevo: ¿Cómo podemos saber que el no-creyente será respetuoso de nuestras creencias y de la fidelidad matrimonial? Dios prefiere no corramos ese riesgo.
Volvemos entonces a la pregunta original. ¿Con quien nos casaremos?
¡Dios nos ilumine para que podamos tomar la mejor opción!