Muchas veces como jóvenes tenemos ideas erróneas de lo que es el pecado. Quizás por nuestra falta de experiencia, conocimiento, o quizás porque no nos damos cuenta de su importancia, a veces entre bromas o en conversaciones serias hacemos notar creencias que tenemos respecto al pecado, o al menos, cosas que se nos han pasado por la mente y que no están del todo bien. Pero la biblia es clara en definir qué es y qué no es pecado. Apoyados en la Biblia, podemos corregir las siguientes falsas creencias.
1) Si todos lo hacen, entonces no puede ser tan malo
Cuando estamos en el colegio o en la Universidad se presentan muchas ocasiones en que los demás hacen algo aceptado por todos y nos invitan a hacerlo también. Estas cosas pueden ir desde copiar una prueba hasta el uso de drogas. Y muchas veces bajo esta presión, nuestra naturaleza humana nos incita a pensar que las cosas malas tienden a permanecer ocultas. Por ende si todos están haciendo algo—aunque sea malo—y es aceptado por todos, no puede ser tan malo. Sin embargo, Dios nos recuerda que los conceptos del bien y del mal en el mundo son totalmente contrarios a los que Él enseña (Isaías 5:20).
2) Hay pecados que no son tan graves dependiendo de la circunstancia en que se cometan
¿Cuántas veces hemos escuchado las frases: “El fin justifica los medios” o “Lo que importa es la intención”? Estas frases son muy utilizadas por muchos que creen que tener buenas intenciones es suficiente, pero no son más que formas de intentar justificar los pecados. Las “mentiras blancas” para no dañar a un amigo o el “robo por necesidad” son tan solo ejemplos de pecados que se intentan justificar con “la buena intención que hay detrás”. Sin embargo, el pecado está bien definido como la infracción de la ley de Dios (1 Juan 3:4). La biblia no dice “esto es pecado si….”, el pecado es siempre pecado, no importando la intención o la circunstancia en que se cometa. De esto hay un ejemplo muy claro en la Biblia, en 1 Samuel 15 cuando Saúl perdona a las ovejas y a las vacas del pueblo de Amalec para hacer sacrificios a Dios, a pesar de la clara instrucción de Dios de no dejar nada con vida. Por este acto Dios desechó a Saúl como rey de Israel, pues, a pesar de haber tenido “la mejor de las intenciones”, Saúl desobedeció y eso le costó su reino.
3) Los pecados pasarán con el tiempo
Muchas veces tendemos a pensar que los pecados que cometimos cuando pequeños o los pecados que cometemos ahora, algún día serán solamente “pecados de la juventud” que serán olvidados por Dios cuando seamos adultos, porque claro, como muchos dicen, aun somos inmaduros y nuestros pecados son solo causa de esta inmadurez. Algunas veces tenemos la sensación de que así como nosotros tendemos a olvidar las cosas con el paso del tiempo, Dios también lo hará. Sin embargo, la única manera de que Dios olvide nuestros pecados es que nos arrepintamos de ellos. Por eso Dios nos manda que a pesar de nuestra edad, cuidemos lo que hacemos (Eclesiastés 9:11) .
4) Un acto bueno borra uno malo
A veces tenemos la sensación de que nuestros actos se guardan en algo similar a una cuenta bancaria en donde todo buen acto deposita un poco de dinero en ella y cada mal acto saca dinero. Por lo tanto, pensamos que estaremos bien, siempre y cuando al final de nuestras vidas tengamos un saldo positivo en nuestras cuentas. Pero, por más “lógico” que pudiera parecer, Dios no mira así nuestros actos, él los mira como “cuentas bancarias” separadas, en donde tenemos que luchar por siempre ir aumentando la cuenta de los buenos actos y arrepentirnos y dejar de pecar para dejar en cero la cuenta de los malos actos porque aunque tengamos un único pecado del que no nos arrepentimos y muchos buenos actos, ese único pecado impedirá que seamos salvos. Tenemos que arrepentirnos para que la sangre de Jesucristo borre ese pecado. Lo que Dios nos pide es que vayamos en busca de la perfección, que aunque es imposible de alcanzar en nuestra vida física, debemos buscarla genuinamente y esforzarnos por mejorar continuamente es la única manera de calificar y entrar a su reino, como dice en Mateo 5:48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
5) Si peco es asunto mío, así que déjenme tranquilo
Como jóvenes, muchas veces somos lo suficientemente egoístas como para no darnos cuenta de que lo que hacemos afecta a los demás. Normalmente pensamos: “lo que yo hago solo es asunto mío, son mis decisiones y, por ende, serán mis consecuencias”. Pero no nos damos cuenta que cuando formamos parte de la Iglesia de Dios también formamos parte de algo más grande, de una gran familia, y cada vez que cometemos pecado afectamos a todos los que nos rodean. Afectamos a los más pequeños que ven nuestro mal ejemplo, afectamos a nuestros amigos, con nuestra mala influencia, afectamos a nuestros padres, como sucedió con Eli (1 Samuel 3:13), e incluso podríamos afectar a toda la congregación (Números 25:6-9). Debemos tener cuidado: cuando pecamos somos como una manzana podrida que tarde o temprano empezará a afectar a las demás.
6) No me bautizaré hasta que no solucione ciertos pecados
Esta creencia falsa la he dejado para el final porque creo que es uno de los pensamientos más dañinos para un joven que desea seguir el camino de Dios. En definitiva, este pensamiento es una de las razones por las que muchos de los jóvenes retrasamos la decisión de nuestro bautismo indefinidamente hasta “lograr estar sin pecado”, pero este pensamiento tiene varios errores por detrás:
Si pensamos que primero debemos quedar sin pecados antes de tomar esta importante decisión, es porque en cierta forma pensamos que nuestros pecados pueden ser perdonados y vencidos por nosotros mismos antes del bautismo. Pero si conocemos al Dios verdadero, aunque no estemos bautizados estamos siendo juzgados y nuestros pecados cuentan quizás tanto como para un bautizado, con la diferencia de que no contamos todavía con el perdón . En Mateo 23:13 Jesús dice que los fariseos, a su debido tiempo, recibirían un juicio mayor que el resto del mundo porque aunque no eran miembros bautizados de la iglesia, sabían que Jesús era el hijo de Dios (Juan 3:2).
Esto implica el erróneo pensamiento de que podemos vencer el pecado por nuestra propia cuenta, lo que es imposible si no tenemos el Espíritu Santo. Si esperamos vencer el pecado por nosotros mismos, estaremos retrasando nuestro bautismo por siempre.
Estamos equivocando el trasfondo del bautismo. Si bien, la base del bautismo consiste en arrepentirnos de nuestros pecados pasados, lo más importante para Dios no son los pecados que cometimos antes, si no lo que haremos una vez que nos bauticemos. ¿Seguiremos en lo mismo o haremos un cambio después del bautismo? Por ende, si Dios no le da mucha importancia a lo que hicimos anteriormente una vez que nos arrepentimos ¿por qué nosotros deberíamos dársela?
Puede haber muchas otras falsas creencias respecto al pecado, pero éstas son tan solo algunas que Satanás ha intentado meter astutamente en nuestras mentes, por lo que debemos estar siempre alertas y comprobar con la Biblia todo lo que escuchamos o leemos al respecto. Satanás sabe que mientras no sepamos bien qué es el pecado, no podremos luchar contra él. Pidamos a Dios que nos muestre y que nos ayude a entender qué es el pecado a cabalidad para poder luchar y vencer.