Saúl era alto, sobrepasaba la cabeza y los hombros del resto de los hombres alrededor de él. Con seguridad este joven buen mozo era el tipo de persona que podía animar al resto de las tropas contra el enemigo acampado al otro lado del valle. Sin embargo para esto, Saúl tendría que ir a enfrentarse con el gigante enemigo filisteo Goliat, quien medía más de dos metros y medio y usaba una armadura que pesaba alrededor de cuarenta kilos.
¡Qué ironía que el héroe y verdadero líder de la historia contada en 1 de Samuel 17 era un excelente pastor de ovejas llamado David. El corrió y venció al supuestamente invencible gigante con sólo su honda y algunas piedras sacadas de un río. Después de esto, a David no se le permitió regresar a su hogar y se le asignaron deberes y un rápido ascenso en el ejército, apoyado por los líderes militares.
Cuando se menciona a David, muchos piensan inmediatamente en la historia de cómo derrotó a Goliat pero, ¿Cómo es que este joven pastor, sin entrenamiento militar, fue capaz de animar al ejército israelita y llevarlos a la victoria?
¿Qué cualidades de liderazgo usaba este joven tan inusual para no sólo derrotar a Goliat y guiar al ejército a la victoria aquel día, sino también para avanzar rápidamente en sus responsabilidades en el ejército israelita? ¿Cómo es que después fue capaz de ganar y mantener la confianza de aquellos que vinieron a él cuando huía para salvar su vida del rey Saúl – y después otra vez cuando se convirtió en el rey de Israel? Veamos algunas de las cualidades de liderazgo de este asombroso hombre.
Humildad
La primera, y sin duda las más importante, cualidad que mostró David fue aquella en la que Jesús enfocaría varios siglos más tarde–la humildad. Una de las enseñanzas clave de Jesucristo sobre liderazgo se encuentra en varias partes de los Evangelios. Marcos la registra casi al final del capítulo 10 de su Evangelio. Jesús dijo que los gentiles consideran a una persona grandiosa cuando tiene la autoridad para enseñorearse sobre otros (se consideran poderosos cuando se enseñorean). Pero Jesús dijo que sus discípulos debían tener un enfoque diferente.
Cualquiera que desee ser grande debe tener la actitud de un siervo–igual que Jesús cuando vino con la actitud de servir a la humanidad en vez de demandar ser servido por ella. Podríamos tender a llamar esto tan solo una actitud de servicio, pero la verdadera lección es la humildad. Cuando el profeta Miqueas resumió los principales puntos que Dios busca en su pueblo, mencionó el vivir justamente (seguir las instrucciones de Dios), amar la misericordia, y ser humilde (Miqueas 6:8).
Volvamos al encuentro de David con Goliat para ver cómo demostró él este atributo. Cuando el rey Saúl le preguntó cómo podría derrotar a Goliat, David respondió que Dios le había dado poder para salvar a sus ovejas de un león y de un oso, y que Dios haría lo mismo con respecto a Goliat, ya que Goliat estaba desafiando a Dios (1 Samuel 17: 34-37).
Cuando Goliat se burló de él al salir a la batalla, David no se vanaglorió de su agilidad o habilidad con la honda, sino que le dijo a Goliat que venía en el nombre de Dios y que El le daría la victoria. Dios recibiría la gloria (versículos 43 – 47). Aunque sus acciones eran muy valientes, David le estaba dando a Dios el crédito por la victoria– aún antes de obtenerla.
Mientras David con seguridad luchaba, como cualquier persona, por mantener esta cualidad, la siguió teniendo aún en su vejez. Mientras David huía de su hijo Absalón, un pariente del fallecido rey Saúl llamado Simei ridiculizó a David y su séquito (ver 2 Samuel 16). Uno de los hombres de David quiso matar a Simei, pero David le dijo que lo dejara en paz. Después de todo, si su propio hijo buscaba matarlo por qué no podría este hombre también expresarle su frustración a David. Fue una demostración de humildad que se destacó como un buen ejemplo aún en sus últimos días como rey de Israel.
Respeto a Todos
Otra de las cualidades que mostró David fue el respeto hacia todas las personas. En su juventud, cuando Saúl comenzó a tratar de matar a David debido a su envidia, David permitió que aquellos que tenían deudas y estaban afligidos se unieran a él. El no rechazó a las personas sólo porque carecieran de riquezas o posición (1 Samuel 22 1-2).
Más tarde, después de haber sido nombrado rey de Israel, David hizo un comentario acerca de cuánto añoraba beber agua de un pozo de su tierra natal, el cual estaba detrás de las líneas enemigas en ese momento. Tres de sus hombres fuertes atravesaron el campamento filisteo, trajeron de esa agua y se la dieron a David. Pero David rehusó beberla y en lugar de ello, la derramó en el suelo para Dios, mostrando así que él valoraba la vida de esos hombres más que el agua que deseaba beber. El demostró que los respetaba y que no tomaba sus vidas a la ligera. Ellas eran demasiado valiosas como para permitir que algunos piensen en arriesgar su vida por los caprichos de David (2 Samuel 23.16-19).
Años más tarde, otro incidente dejó demostrado el respeto de David por su pueblo. Cuando un rey vecino murió, David envió a una delegación a expresar sus condolencias al hijo del rey. El hijo escuchó algunos malos consejos y avergonzó a los sirvientes de David cortándoles la barba y gran parte de su ropa (2 Samuel 10: 1-5). Cuando David se enteró de lo que sucedió, les mandó a decir que se mantuvieran alejados hasta que les creciera la barba. Así David demostró respeto por sus sirvientes. David no quería que ellos fueran avergonzados o ridiculizados por los demás.
Justicia e Integridad
Junto con mostrar respeto a todas las personas, David también mostró un gran sentido de justicia e integridad. Cuando David daba su palabra, la cumplía. Cuando Dios le dio la victoria sobre Goliat, David hizo muy buena amistad con Jonatán, el hijo de Saúl. Cuando Saúl comenzó a tramar la muerte de David y Jonatán se dio cuenta de que David sería el próximo rey, Jonatán le pidió a David que le diera su palabra de que nunca apartaría su misericordia de su familia. David estuvo de acuerdo y le dio su palabra (1 Samuel 20: 12- 17).
Después de la muerte de Saúl, cuando Dios había puesto a David como rey sobre todo Israel, David buscó a todos los descendientes de Saúl a quienes podría mostrarles misericordia como lo había prometido.El hijo de Jonatán fue encontrado y David le devolvió todas las tierras de su abuelo, el rey Saúl. También lo llevó al palacio para comer en la mesa del rey como uno más de sus propios hijos. David cumplió su palabra mostrando integridad, misericordia y generosidad (2 Samuel 9).
Más tarde durante su reinado, cuando Satanás lo indujo a pecar haciendo un censo en Israel en contra de las órdenes de Dios, el Eterno le advirtió que vendría un castigo. Él le dio a David la opción de elegir el castigo que quería recibir –tres años de hambruna, tres meses de derrota en manos de sus enemigos o tres días de peste.
David eligió someterse a la piedad de Dios. El Eterno envió una plaga y muchos israelitas murieron. Dios abrió los ojos a David para que viera un ángel parado con una espada desenvainada sobre Jerusalén. David le suplicó a Dios que salvara al pueblo y que lo castigara a él personalmente, ya que era su pecado. El no tenía un sentido de “autoridad” o de estar “sobre la ley” sólo por que era el rey.
Para que Dios detuviera la plaga, Él le dijo a David que construyera un altar en aquel lugar, en las tierras de un hombre llamado Arauna. Cuando David le pidió comprar aquel terreno para el altar, Arauna le ofreció regalárselo al rey, junto con la leña para el holocausto y los bueyes para el sacrificio.
David no quiso sacar provecho de la generosidad de Arauna y del derecho que tenía el rey de confiscar una propiedad por asuntos de interés o seguridad nacional. David insistió en pagar el precio total por todo, mostrando tanto su integridad como un sentido de justicia hacia sus súbditos (1 Crónicas 21).
Estos son sólo algunos de los principios divinos mostrados en la historia de la vida de David. Estas son las cualidades que hicieron de este joven pastor de ovejas el gran líder de Israel.
Cualquiera que haya leído acerca de la vida de David sabe que también él cometió terribles pecados. David distaba mucho de ser perfecto. De hecho, parece que carecía de perfección en lo que respecta a asuntos familiares. El deprimente registro de violación, asesinato y traición entre sus propios hijos fue profetizado por el siervo de Dios Natán, como resultado del horrendo pecado de David con Betsabé. Así, Dios dejó registrado lo bueno y lo malo de David.
Aún con todo lo que dijo e hizo, Dios dijo acerca del rey David “he hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22).
El factor más importante para Dios, fue que el corazón de David era justo. David amaba profundamente a Dios y su ley, meditaba en ella y la valoraba como una gran fuente de sabiduría.
David es la prueba histórica de que el liderazgo no depende de la herencia, la estatura, la fuerza o cualquier otra característica física. Depende del corazón –cuestión de principios, carácter y ética.