Para todos nosotros en distinta medida, el sufrimiento es algo que siempre tratamos de evitar, pero hay sufrimientos que son ineludibles, como ver a nuestros seres queridos morir. Tarde o temprano ellos nos dejarán. También es difícil cuando en la universidad tenemos exámenes que evalúan si hemos retenido lo estudiado. Este tipo de sufrimiento no podemos evitarlo.
Sin lugar a dudas hay muchas cosas que traen sufrimiento a nuestras vidas, pero aunque estemos sufriendo tenemos que seguir con nuestro trabajo, cumplir metas, etcétera…tenemos que seguir viviendo. En realidad todo en la vida está asociado a un vector de sufrimiento. Pero existen situaciones de sufrimiento en la vida que sí podemos evitar.
Debemos dejar en claro lo siguiente: el sufrimiento es un componente de la vida. Todos necesariamente sufrimos y este sufrimiento obedece a nuestra necesidad de formar carácter, de crecer, de superarnos a nosotros mismos física y espiritualmente. Pero repito, existe un sufrimiento que es innecesario, que se puede evitar y es el resultado de nuestras malas decisiones, malas actitudes o simplemente a nuestra poca sabiduría para vivir.
Salmo 34:14 dice: “Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela”. Este versículo encierra una gran verdad. Cuando uno anda en paz por la vida, en paz consigo mismo, en paz con la familia, en paz con todos tus seres queridos, en paz con todos quienes te rodean y más importante aún, en paz con Dios, la angustia y el sufrimiento no termina, pero la perspectiva de la vida cambia. Al buscar la paz y seguirla vemos la vida desde otra perspectiva, los conflictos con otras personas los vemos de manera diferente, disfrutamos de nuestras amistades, de nuestra familia, vemos los beneficios de ser cuidadosos al relacionarnos con otras personas y con Dios. Pero si no buscamos la paz, toda relación se convierte en un sufrimiento. Este último es un tipo de sufrimiento vacío, sin propósito e inútil.
El estar en conflicto con otros no produce nada útil. De la misma manera el no enfrentar nuestras responsabilidades nos provoca sufrimiento. El ser personas sin entrega —a medias— a lo que hacemos nos trae sufrimiento innecesario. Como dice Eclesiastés 9:10: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”.
Si estamos en la etapa escolar debemos dar lo mejor de nosotros para aprender todo lo que nuestras capacidades nos permitan. Estoy seguro que teniendo buenas calificaciones vivimos mejor que teniendo pésimas calificaciones. Si estamos en la etapa laboral, debemos usar el mismo principio, debemos dar todo lo que esté a nuestro alcance para tener un excelente desempeño. Un buen trabajador vive mejor que un mal trabajador. En cambio, un trabajador regular, tarde o temprano traerá a su vida un sufrimiento innecesario. Un mal trabajador le costará mucho mantener un empleo y tendrá sufrimiento que pudo haber evitado.
Pero, ¿por qué existe el sufrimiento? ¿Quién permite el sufrimiento? Aquí tenemos nuevamente que hacer una clara diferencia. Hay sufrimiento, angustia, sudor, lagrimas que son parte de la vida. Tarde o temprano deberemos atravesar por esas situaciones y con ello seremos mejores personas, mejores adultos y mejores hijos. Pero por otro lado existe un sufrimiento innecesario, sin sentido ni propósito, y éste está asociado a nuestras malas decisiones, nuestra inmadurez y nuestros pecados. Por este sufrimiento todos también hemos atravesado y aunque se crece y madura, el precio es distinto y mucho más alto del normal. Por eso es nuestro deber minimizar el atravesar por este tipo de sufrimiento evitable. Dios no quiere que nosotros atravesemos por este tipo de sufrimiento innecesario causado por nuestros errores. Dios no quiere que nosotros suframos de manera innecesaria. Él solo deja que nuestras decisiones traigan sus propias consecuencias. Por eso debemos aprender a decidir correctamente.
Job 12:13 dice: “Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia”. Este versículo es muy revelador sobre cómo podemos nosotros comenzar a decidir correctamente en nuestra vida, cómo podemos evitar al máximo el sufrimiento innecesario.
Es cierto que hay un sufrimiento permitido por Dios que tiene como propósito nuestro crecimiento espiritual. Es por eso que el sufrimiento no lo podemos evitar del todo, pero sí hay un sufrimiento innecesario que podemos evitar. Podemos evitar el sufrimiento que es oiriginado por el pecado. Si tenemos la madurez de evitar este tipo de sufrimiento, también tendremos la madurez de aceptar y vivir en paz con el sufrimiento que Dios permite sin causa y cuyo objetivo es el desarrollo de nuestro carácter.