¿Cómo describirías el estado de tus relaciones con tus padres? ¿Sano e íntimo? ¿O un poco tirante – quizás hasta desagradable?
¿Acaso existe un modo de cambiar eso? ¡Sí! Hay un elemento ausente que grandemente mejoraría las relaciones familiares: se trata de hacer preguntas.
Preguntas bien hechas pueden producir muy buenos resultados. Preguntas tales como las siguientes: “Papá, ¿cómo tratarías una cuestión como ésta?” “¿Qué crees que debo hacer?” Semejantes preguntas ponen de manifiesto un modo en que podemos seguir la amonestación del Eterno de pedir muchos consejos (Lee Proverbios 11:14 y Proverbios 15:22). Dios nos advierte que, tal como lo vemos a nuestro alrededor, los hombres seguirán malentendiéndose y pasando por desengaños si continúan ignorando este principio.
Algunos razonan: “De ninguna manera iría a mis padres para pedir consejos, puesto que deseo vivir mi propia vida. No quiero que nadie se entremeta”. Eso es como si tu padre se negara a detenerse en una gasolinera para pedir orientación cuando está perdido porque sencillamente desea encontrar la ruta correcta “por su propia cuenta”. ¿Acaso no sería eso ridículo? El pedir orientación puede ayudarte a no perder tiempo y a evitar esfuerzos innecesarios.
Los adolescentes frecuentemente se quejan de que no pueden hablar con sus padres. ¡No puede negarse que la conversación es algo que no se acostumbra en algunos hogares! Es posible que tus padres rara vez te digan lo que les agrada de ti, pero muy a menudo te dicen lo que les molesta. Se trata de algo verdaderamente trágico. Pero el Libro de los consejos sabios no te prohíbe que les ayudes un poco. ¿Cómo? ¡Haciéndoles algunas interrogantes a tus padres es una manera en que puedes hacerles saber que ellos te importan!
El modo más sencillo de iniciar una conversación es haciéndoles preguntas acerca de la vida de ellos. Por ejemplo, “Cómo te sientes?” “¿Resolviste el problema en la oficina?” ¡Tus padres también son de carne y hueso! Es posible que sean ellos los que tengan dificultad en comunicarse contigo.
A lo mejor necesitan ayuda para poder expresarte su aprobación y afecto. Tú puedes ayudar con preguntas tales como: “¿Te gusta este vestido que hice?” “¿Estás satisfecho con el trabajo que hice con el coche?” “¿Te gusta la cena que preparé?”
Muéstrate cariñoso, puesto que al hacerlo les facilitarás que te corresponda de igual manera.
Pero si recibes respuestas que no te agradan, ¿entonces qué? Digamos que hayas pedido consejos, pero nadie parece en realidad comprender tu problema, o si solamente se te dan consejos, pero nadie parece en realidad comprender tu problema, o si solamente te dan consejos a medias, entonces ¿qué debes hacer?
Ahora hablo a los muchachos que ya tienen un auto: ¿qué hacen cuando necesitan alguna pieza y no pueden encontrarla en ningún lado? ¿Acaso se dan por vencidos y declaran que no quieren tener más nada que ver con su automóvil? ¡Claro que no! Lo que hacen es ir a comprar lo que más se asemeje a la pieza que necesitan y después proceden a hacer lo posible para adaptar dicha pieza el coche.
Y las muchachas, ¿Qué hacen con un vestido que les encanta, pero que no les queda bien? ¿Acaso dicen: “Oh, a la basura con él”? ¡Por supuesto que no! ¡Se dedican a coser a puntadas y hacerle dobladillos al vestido para que les quede bien!
Lo mismo es aplicable a la familia, si genuinamente se desea solucionar los problemas que surjan. Admítanlo, jóvenes, los padres no siempre saben cómo mejorar comunicarse con ustedes. En algunas ocasiones son bruscos, y en otras sarcásticos. Hay veces que están completamente equivocados. Sin embargo, tal y como la pieza que se adapta a un coche o las modificaciones que se hacen a un vestido, con un pequeño esfuerzo se puede lograr mucho al hacer posible que las conversaciones den buen resultados.
Cristo dijo: “Pedid, y se os dará” (Mateo 7:7). Bien pudiera ser que toda la amistad, aprecio, amor, comprensión y buenos consejos que cada uno de ustedes necesita, puede encontrarse en su propio hogar. ¡Cuán trágico sería que no disfrutaran de estas cosas por el solo hecho de no pedir las cosas apropiadas, o sencillamente por no hacer preguntas!