Queridos hermanos:
En el 2019, se publicó un libro llamado Los pioneros, escrito por David McCullough. Después de la Guerra de la Revolución, Gran Bretaña reconoció a los nuevos Estados Unidos de América y cedió el Territorio Noroccidental —el área que contenía los futuros estados de Ohio, Indiana, Illinois, Michigan y Wisconsin— a la joven nación.
El libro de McCullough nos narra la historia de aquellos que se instalaron en este territorio a través de los dos protagonistas principales, Manasés y Efraín Cutler (padre e hijo) que fueron los líderes en el movimiento hacia el oeste en el siglo XVIII. Durante esos años, grandes grupos de hombres, mujeres y niños se trasladaron a este nuevo territorio. El autor los llamó pioneros y documentó los sacrificios que ellos hicieron en su camino hacia el occidente.
El sermón que yo di en la fiesta de Tabernáculos en San Diego ese mismo año fue inspirado por este libro. Yo lo llamé: “Pioneros del Reino”. Mi propósito era contar las historias de aquellos que vinieron a la Iglesia en los años 50 y 60 cuando la Iglesia estaba creciendo tan rápidamente. En 1953, la Iglesia de Dios de la Radio informó que menos de mil personas asistieron a la primera fiesta de Tabernáculos en Big Sandy, Texas. En 1973, veinte años después, las personas que asistían a la fiesta en varios sitios eran cerca de 100.000. El crecimiento fue rápido, y los sacrificios hechos por los hermanos en aquellos días fueron algo real.
Yo me referí a estas personas —aquellas que vinieron a la Iglesia en una época en la que apenas estaba creciendo— como pioneros. En mi opinión, ellos tuvieron que sacrificarse y enfrentar cosas más duras y difíciles por sus creencias que lo que nos ha tocado vivir a la mayoría de nosotros actualmente. Esto no quiere decir que estoy demeritando los sacrificios hechos por aquellos que han venido a la verdad en la actualidad, pero nosotros vivimos en una época en que pareciera que las personas quieren “vivir y dejar vivir” sin que importe mucho lo que cada uno crea. Sin embargo, aquellos que vinieron a la Iglesia en los años 50 y 60, vivieron en una época en que muchos eran despedidos de sus trabajos por ir a la fiesta de Tabernáculos y fueron desheredados de sus familias por observar el sábado y los días santos.
Después de dar ese sermón, un miembro de vieja data vino hacia mí y me agradeció con lágrimas en sus ojos. Él me dijo que estaba teniendo problemas de salud muy serios y se sentía desanimado. Él me contó que lo había hecho sentir muy orgulloso de ser uno de esos pioneros. Pocos días después recibí una llamada de San Diego para informarme que él había muerto durante la fiesta sólo un par de días después de que nosotros partiéramos para nuestro segundo sitio. Eso me entristeció mucho, pero también me hizo entender que nuestro viaje ha sido largo y difícil para muchos de los que vienen de esa época y todavía están con nosotros.
Víctor Davis Hanson, un miembro de la Institución Hoover, un colaborador de noticias conservador, escribió un artículo acerca de los pioneros y —cómo los miembros de las generaciones anteriores ahora parecen gigantes— cuando pensamos en el 2019. Él escribió:
“Norteamérica fue a la luna en 1969 con supuestamente computadores primitivos e ingeniería de respaldo muy poco desarrollada. ¿Cree alguien que podríamos actualmente, mandar a alguien a la luna? No, los norteamericanos no han puesto un pie en la luna en los últimos 47 años y probablemente no va a suceder nada parecido en los próximos 50… Nosotros (luchamos) en Afganistán sin ningún resultado durante 18 años. Nuestros antiguos padres ayudaron a ganar la Segunda Guerra Mundial y a derrotar los poderes del eje en cuatro años… Nuestros ancestros fueron constructores y pioneros y básicamente no le temían a nada. Actualmente somos reguladores, auditores, burócratas, los que adjudican, los que censan, críticos, demandantes, defensores, adictos a las redes sociales y personas demasiado sensibles a la opinión de los demás. Una generación distante se creó; la mayoría de las veces nos retrasamos y sólo nos quejamos”.
Él escribió acerca de la construcción que existió en el último siglo:
“¿Quiénes eran estas personas que nos dejaron estos extraños monumentos que nosotros podemos usar, pero no podemos entender ni emular?”. La represa Hoover, los edificios más grandes e imponentes como el Empire State (que fue construido en 13 meses), los puentes principales y la carrilera del tren que va de costa a costa, todos ellos fueron construidos en el último siglo. ¿Qué sucedió con los pioneros norteamericanos? ¿A dónde se han ido?
Un pionero, por definición es aquel que: “Es el primero o está entre los primeros en cualquier campo, en investigación o desarrollo” (dictionary.com). Otra definición de pionero es: “Una persona que empieza o ayuda a desarrollar algo nuevo y prepara el camino para que otros sigan”. Ha habido pioneros en el campo de la medicina. En el campo de la aviación tenemos a los hermanos Wright. Y aquellos que se asentaron y construyeron esta nación y pasaron de ser unos pocos miles de personas en la costa oriental a más de 300 millones actualmente, esparcidos desde el Atlántico hasta el Pacífico, fueron también pioneros.
En el fin de semana del 24 de agosto asistí a dos memoriales —uno para Ruby Peoples que era la viuda de un ministro de vieja data, Bob Peoples y fui también al de Carol Blackwell, la esposa de Mike Blackwell, nuestro ministro retirado en Springfield, Missouri.
Un memorial es diferente de un funeral. Normalmente, un funeral ocurre días después de la muerte, cuando las emociones todavía están muy vivas, pero en un memorial usted tiene tiempo para reflexionar en las vidas de las personas que han muerto. Ambas. Carol y Ruby fueron junto con sus esposos, pioneros de los años 50 y 60. No quedan muchos de ellos ahora.
Mientras les escribo esta carta, me han informado de la muerte de otra viuda ministerial —Linda Hongerloot. El esposo de Linda, Bernard, era un ministro retirado que murió hace menos de un año. Linda y Bernard estuvieron entre esos pioneros y sirvieron al pueblo de Dios por cerca de 50 años.
En Hebreos 11:13-14 leemos: “Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria”.
Estas tres mujeres murieron en la fe y fueron pioneras de una época diferente en la Iglesia.
Ésta es mi última carta antes de la fiesta de Tabernáculos y quisiera pedirles a todos que hagamos nuestra parte para honrar y mostrar nuestro respeto por aquellos que fueron llamados antes que nosotros y que tuvieron la fortaleza para trazar el camino y hacer los sacrificios que fueran necesarios para obedecer a Dios. Muchos todavía están vivos y merecen nuestro aprecio. Cada año es muy importante que recordemos a aquellos que han sido en verdad los pioneros del Reino y están entre las primicias del Reino de Dios,
Mi esposa y yo queremos desearles a todos ustedes la mejor fiesta de todas. Este año, nuevamente asistiremos a dos sitios; para la primera parte estaremos en Tucson, Arizona y para la segunda parte en Santa Marta, Colombia. Si piensa asistir a alguno de esos dos sitios esperamos compartir parte de la fiesta con usted.
Cordialmente, su hermano en Cristo,