Queridos hermanos:
Una tragedia es definida como “un evento que causa gran sufrimiento, destrucción y conmoción, tales como un accidente serio, un crimen o una catástrofe natural” (lexico.com).
En el mes de mayo fuimos testigos de una gran tragedia: las muertes sin sentido de 19 niños —ni siquiera adolescentes ni jóvenes, sino niños de una escuela elemental— además de dos maestros, en Uvalde, Texas. Esto ocurrió dos semanas después de otro asesinato de diez personas en un supermercado en Búfalo, motivado por un odio racial. Junio no ha sido mucho mejor teniendo en cuenta la guerra en Ucrania y el hecho de que diariamente cobra vidas humanas. Están además las muertes trágicas de 53 migrantes que estaban siendo introducidos a los Estados Unidos desde México, transportados en la parte trasera de un tráiler en medio de esta hora de calor en Texas. Uno sólo se puede imaginar lo que es morir en tales circunstancias. Fue otra tragedia sin sentido causada por la maldad humana.
Al prepararme para mis clases de español cada semana, leo los periódicos de Guatemala para poder hablar con mi maestra acerca de lo que está pasando en esa parte del mundo. Guatemala, El Salvador y Honduras son tres de los países más violentos del mundo. Pero la matanza de 19 niños que fueron asesinados brutalmente, sus cuerpos despedazados por las balas de un rifle de alta velocidad es algo que no se ha visto ni en esas naciones tan violentas. No es necesario decir que la historia de este asesinato en Uvalde, Texas fue el titular de primera plana en todos los periódicos de Centroamérica, aun en su cultura tan violenta semejante tragedia es algo absolutamente inconcebible.
Cada sábado pareciera que nuestros pastores se tienen que parar en frente de sus congregaciones para hablar de tragedias humanas que ocurrieron la semana anterior. Hay algo que se está desarrollando en nuestro país y en el mundo, una maldad que cada vez permea más y más aspectos de la sociedad y parece estar más allá del control de todos. Ya sea que esto se deba a una enfermedad mental o simple depravación, el resultado es el mismo —múltiples episodios de sufrimiento humano y muerte. No debemos descartar que hay una participación del mundo espiritual en todo esto. Hay influencias demoniacas que están trabajando. Daniel describió el espíritu del mundo y la realidad de las batallas espirituales que ocurrían —Miguel tuvo que luchar contra el “príncipe del reino de Persia” como un ejemplo de esto (Daniel 12:13).
Cristo enseñó a sus discípulos que oraran para ser librados del maligno (Mateo 6:13), quien es llamado un asesino y un mentiroso (Juan 8:44). Los espíritus malos que están presentes en esta Tierra buscan destruir la vida humana porque quieren en últimas impedir el plan que Dios tiene para la humanidad. Entender el propósito de la vida humana en el plan de salvación que Dios tiene es muy importante. Nos ayuda a entender que cada vida humana tiene un gran valor.
En las últimas semanas me he sentido muy afligido al ver la división que cada vez se acentúa más y la falta de cualquier estándar moral en nuestro mundo. ¿Cómo puede alguien condenar las muertes de 19 niños de una escuela primaria y luego demostrar que tiene el derecho de matar un niño que no ha nacido? Parece extraño para mí, pero no sólo es algo que está sucediendo, sino que estas demostraciones cada vez se tornan más violentas. Nadie sabe a dónde va a conducir este potencial para la violencia en el trascurso del verano aquí en Estados Unidos. Será un verano muy cálido tanto a nivel físico como moral, y en Estados Unidos hay un gran potencial para el conflicto y la pérdida de más vidas, que cada vez se acentúa más.
Las estadísticas sólo refuerzan la idea de que la vida humana no es valorada por la sociedad. El sitio web “worldometers.info” dice que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud se estima que hay entre 40 a 50 millones de abortos cada año en el mundo. Esto implica que hay 125 mil cada día. En los Estados Unidos uno de cada cinco embarazos termina con el aborto, o sea hay 3.000 diarios. Adicionalmente según el sitio web worldpopulationreview.com, 464.000 personas fueron asesinadas en el 2017, más de cinco veces de los que son muertos en conflictos armados ese mismo año. Estas estadísticas muestran que se niega tanto la gloria que Dios le ha dado al hombre en la creación y potencial que Dios le dio al hombre para hacer parte de su familia en su Reino venidero.
En lugar de escuchar los argumentos desastrosos de las personas que debaten acerca de “los derechos humanos” realmente deberíamos preguntarnos, ¿qué valor le da Dios a la vida humana? Hay dos secciones en las Escrituras que claramente describen el pensamiento de Dios, una la encontramos en el Antiguo Testamento y otra es en el Nuevo Testamento que vuelve a hacer esa declaración de la misma descripción.
David escribió en el Salmo 8: “Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar” (vv. 4-8).
La misma descripción se cita del Salmo 8 en el Nuevo Testamento: “Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hebreos 2:6-8). Veamos que Dios coronó el hombre con gloria y honor. Hay gloria y honor en la vida humana aún en este cuerpo físico, el hombre no es un animal, no fue creado según la especie de ningún animal (Génesis 1:26).
El propósito en el plan de Dios ha sido establecido en el versículo 10 del capítulo 2 de Hebreos: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”. El propósito que Dios tiene es llevar “muchos hijos a la gloria”. Si bien es fácil desanimarnos cuando miramos el mundo —de hecho, nuestros corazones se rompen viendo todos los que están experimentando tragedias —es la esperanza del futuro lo que nos ayuda a todos a seguir marchando.
Mi esposa y yo acabamos de regresar de un breve viaje a la Florida donde vive mi anciana madre de 92 años quién recientemente se cayó y estuvo en el hospital por dos días. Ella está declinando tanto a nivel físico como a nivel mental. Ella siempre fue de la clase de persona que tenía que estar haciendo algo, normalmente haciéndose cargo de su casa y de su familia. Ahora puede parecer como si ella estuviera sencillamente esperando el final de su vida y es algo difícil de observar. Pero conocer el futuro, y el hecho de que ella ha sido fiel desde que fue llamada cuando tenía 21 años y era una esposa y madre es algo animador. Sólo una cosa ha hecho que ella haya podido pasar por muchas pruebas y dificultades en sus 92 años y esto ha sido su esperanza del futuro —el regreso de Jesucristo y la promesa de la vida eterna en el Reino de Dios, que es la misma que todos tenemos.
Cordialmente, su hermano en Cristo,
Jim Franks