Queridos hermanos:
A medida que comenzamos un nuevo año fiscal, aquí en la oficina en McKinney, Texas, todavía estamos haciendo recuento de lo que ocurrió en el 2024. Normalmente toma cerca de tres semanas después del comienzo de un nuevo año fiscal antes de que realmente podamos tener un panorama total de las finanzas del año anterior. Hasta el momento, el año fiscal del 2024 está en camino de ostentar todos los récords de todos los tiempos, en virtualmente todas las categorías —especialmente en nuestros ingresos y el resultado de nuestros esfuerzos en Medios de Comunicación.
Si bien las noticias de la Iglesia del año pasado son muy animadoras, las noticias del mundo son algo diferente. Sólo tengamos en cuenta los ataques terroristas en Magdeburgo, Alemania, el mes pasado y hace unos pocos días en Nueva Orleans, Luisiana. El ataque de Nueva Orleans fue especialmente grave ya que hubo 15 muertos y 35 heridos. Si bien la muerte de las personas inocentes es siempre difícil de entender, el acto de ser arrollado sin misericordia por un vehículo mientras usted caminaba en las calles de una de las ciudades principales de los Estados Unidos, se sale de todo lo que podemos imaginarnos.
Donde quiera que usted mire, la violencia está aumentando de una forma abrumadoramente alarmante. Con tantos ejemplos que he citado de tiroteos, vehículos usados como armas, ataques en nuestras escuelas, la violencia de las drogas etcétera —uno debe estar ciego para no ver que esto se escapa de la normalidad. Ezequiel escribió acerca de ese tiempo: “Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia” (Ezequiel 7:23).
Los hombres no tienen la respuesta de cómo se puede detener la violencia. En días recientes, algunos oficiales de Nueva Orleans reconocieron que es imposible parar semejantes actos de terrorismo al azar e impedir que sean llevados a cabo por individuos radicales. Su conclusión es que tenemos que esperar que va a seguir pasando más de lo que estamos viendo ahora. Por supuesto, para nosotros es claro que el regreso de Cristo es la única solución para detener la violencia, la maldad, el mal que estamos viendo diariamente en las noticias. El mensaje del regreso de Jesucristo es el mensaje que debemos llevar al mundo y eso es lo que estamos haciendo al hacer más evidente nuestra presencia en los medios.
Para el mundo este próximo año no parece prometer nada mejor. ¿Pero qué traerá este año para la Iglesia? No tengo las respuestas a estas preguntas, pero una estadística que es sorprendente me fue provista por nuestro personal del Departamento de Correspondencia Personal. En 2024 nosotros recibimos 34.941 preguntas o solicitudes que le hicieron a la Iglesia. Un promedio de aproximadamente 100 por día, en comparación con 11.415 en 2023 en donde era aproximadamente 30 por día. Que aumento tan sorprendente. Nuestros esfuerzos en el departamento de Medios de Comunicación se están realmente expandiendo a una tasa increíble —un incremento del 200 % en un año en el Departamento de Correspondencia Personal es algo extraordinario. Hemos desarrollado una sólida base para los miembros, colaboradores y donantes a partir de la cual podemos lanzar programas más nuevos y ambiciosos en este año que tenemos por delante.
Si bien estamos muy agradecidos por las buenas noticias, estamos profundamente afligidos al ver el sufrimiento a nuestro alrededor. No me acuerdo de una época de mi vida en que las cosas fueran tan inestables y llenas de tanta maldad, sin que se valore para nada la vida humana. Pero yo creo que esto sólo va a empeorar el próximo año. Por supuesto, no buscamos en el mundo las respuestas, es por medio de nuestra esperanza en Dios y en nuestra fe en que Él está a cargo de nuestra vida que nosotros creemos que vamos a lograr mucho en el año que tenemos por delante. No puedo hacer ninguna predicción específica, pero creo que este próximo año traerá oportunidades para predicar el evangelio que nunca nos hubiéramos imaginado en el 2020 cuando estábamos en medio de la pandemia de COVID-19.
Quisiera llevarlos por un momento al viernes 13 de marzo del 2020 cuando todo cambió. En los siguientes tres años vivimos bajo la sombra de un virus extraño que cambió nuestra vida y toda nuestra forma de trabajar, nuestras escuelas, las Iglesias y nuestra vida social. El 13 de marzo de 2020 fue el día que la sociedad de los Estados Unidos y la mayoría del mundo sencillamente cerraron escogiendo el aislamiento sobre la interacción. Si bien, las muertes causadas por el virus del COVID-19 es algo que se puede debatir, el hecho es que las personas murieron —incluyendo varios de nuestros miembros y esto es algo que nadie puede refutar. Cuando visité Perú en 2023 supe que hubo varios muertos entre los hermanos, yo había conocido a algunos de ellos en el pasado. Decir que la gente murió es una cosa, pero conocer miembros que murieron, eso nos golpea más cerca y tiene un profundo impacto en nosotros.
En los Estados Unidos tuvimos servicios por Internet durante catorce semanas, desde marzo a junio, pero en Chile el gobierno se rehusó a permitir que la gente se reuniera en persona durante 17 meses consecutivos. Lo sorprendente acerca de Chile es que la congregación realmente creció durante esa época en que no tuvieron servicios. La asistencia una vez que los miembros pudieron volverse a reunir fue más alta que la que habían tenido cuando comenzó el año de la pandemia. Esto también sucedió en otras áreas del mundo. Si hay acaso una lección que he aprendido de todo esto es que nuevamente necesitamos depender de Dios y mirarlo a Él para completar su plan a pesar de las cosas que puedan surgir. Debemos recordarnos a nosotros mismos que el propósito de Dios como está establecido en Hebreos 2:10 es “llevar muchos hijos a la gloria” —no pocos, sino muchos. Nunca podemos limitar a Dios y su capacidad para agrandar su familia, no importa cuán oscuro se ponga todo alrededor. En 2020 hubo mucha incertidumbre, pero en 2025 vemos increíbles oportunidades que se están acercando.
En enero 1, empezamos nuestro decimoquinto año fiscal. Comenzar un nuevo año fiscal requiere de mucha planeación. Los últimos tres meses del 2024 fueron como una exhalación para mí. En octubre, con mi esposa viajamos para guardar la fiesta de Tabernáculos en Tucson, Arizona la primera parte, y luego a Santa Marta, Colombia, para la segunda parte. En noviembre planeamos reuniones con los coordinadores de la fiesta, directores de campamentos y administradores de la Iglesia, completamos un presupuesto agresivo para el 2025 que tiene incrementos en cada área y luego fue aprobado por la Junta Ministerial de Directores en diciembre de 2024.
Mi meta para este nuevo año fiscal es animarlos a todos a acercarnos más a Dios, a aceptar su voluntad en todos los temas que se escapen de nuestro control y estar atentos a las puertas que Él nos abra. Debemos mantener en mente que el plan de Dios no va a ser obstaculizado por Satanás ni ninguno de sus instrumentos. Al acercarnos más a Dios podemos brillar como luces en el mundo (Filipenses 2:15), y a medida que el mundo se oscurezca podemos brillar más como representantes de Dios, sus embajadores (2 Corintios 5:20). Somos sus hijos y tenemos la misión de llevar este mensaje de esperanza al mundo. Debemos hacer eco de las palabras del apóstol Pablo: “Ay de mí si no predico el evangelio”, como dice 1 Corintios 9:16.
Muchas gracias por su respaldo inamovible para el cumplimiento de nuestra misión. Gracias por ir más allá y caminar la milla extra en su generosidad. En el 2024 Dios nos bendijo a nosotros más allá de lo que nos hubiéramos podido imaginar en el año 2020. Estamos avanzando con un plan sólido para este nuevo año fiscal, ¿Cuáles serán los resultados? Sencillamente no lo sabemos, lo que sabemos es que Dios será quién decida y en medio de toda la incertidumbre de la sociedad, ¡¿qué podía ser mejor y más animador que esto?!
Cordialmente, su hermano en Cristo,