Queridos hermanos:
Cada mes les escribo una carta a los miembros con el fin de actualizarlos, y además con la esperanza de animar a la Iglesia en todo el mundo. Algunos meses es una tarea fácil, que me toma menos de un día hacerla. Las palabras y los pensamientos vienen fácilmente. Pero en otras ocasiones me puede tomar varios días lograr condensar mis pensamientos en una sola carta. No es porque no tenga nada que escribir, sino que generalmente es ¡que tengo mucho que escribir! Esta carta pertenece a la segunda categoría. Pareciera que mi cabeza estuviera a punto de estallar con todo lo que está pasando en el mundo.
Cada día las noticias del mundo son muy tristes y lo pueden hacer llorar a uno. ¡Hay tanto sufrimiento! Mientras les escribo, las víctimas del terremoto de magnitud 7,8 en Turquía y Siria ya sobrepasa los 7.000, y algunos estiman que la cifra real sobrepasa los 20.000. En una región tan propensa a los terremotos éste es el peor que ha habido en más de 100 años.
La corrupción, la violencia y la deshonestidad política están en todas partes, incluyendo a nuestro país, Estados Unidos. Parece que más gobiernos que en cualquier otra época que yo pueda recordar, están en problemas o a punto de colapsar política y económicamente.
En cuanto a la parte económica, la inflación es rampante en todo el mundo y esto nos podría conducir rápidamente a una grave escasez de alimentos y hambrunas reales. Según TradingEconomics.com, la tasa de inflación de Zimbabue es del 230 % y la de Venezuela está en 156 %. En muchos países donde la economía ya estaba débil, en estos momentos la inflación es de dos y hasta tres dígitos. A medida que miramos a nuestro alrededor, vemos que se están sembrando semillas para más sufrimiento. No tengo ninguna duda de que estamos viviendo en los tiempos del fin. Pero exactamente cómo encaja todo esto en el plan de Dios, con frecuencia se nos escapa. No en vano nos exhortan a estar vigilantes (Marcos 13.33). Si supiéramos dónde encajan todas las piezas de este rompecabezas de los eventos del tiempo del fin, no habría necesidad de estar tan atentos y alerta. Debemos tomar en serio la advertencia de Cristo y estar vigilando y viendo las noticias, a la par que estudiamos la profecía bíblica y oramos por el pronto regreso de Cristo.
En la Iglesia, continuamos nuestra labor, predicando el evangelio y cuidando las congregaciones. El salir de la pandemia nos ha abierto la posibilidad de viajar y de volver a comenzar el Programa de Liderazgo Internacional. Desde la última fiesta de Tabernáculos, el año pasado, los cuatro administradores de la Iglesia (los señores. Taylor, Horchak, Kilough y yo), hemos viajado a México, Filipinas y Nueva Zelanda, y más tarde en este mes viajaremos a Sudáfrica. El Programa de Liderazgo Internacional comenzó en 2017, cuando la muerte prematura de dos pastores internacionales nos condujo a una serie de discusiones acerca de nuestro futuro. Si bien hemos hecho gran progreso en los últimos tres años, todavía estamos terminando de desarrollar el Programa de Liderazgo Internacional, como una herramienta para alcanzar la meta de entrenamiento de líderes en las áreas internacionales. En los Estados Unidos nos hemos enfocado en el Programa de Tutoría Enfocada, pero necesitamos el PLI, para preparar líderes fuera de los Estados Unidos. Hasta el momento los resultados han sido muy alentadores.
En 2 Timoteo 2:2 y Tito 1:5, encontramos una perspectiva de la preocupación de Pablo por el entrenamiento de líderes. Pablo le dijo a Timoteo que debía escoger hombres “fieles” que pudieran enseñar a otros. Vemos que el primer requisito es la fidelidad. En Tito, Pablo le escribe acerca de la necesidad de ordenar ancianos en cada ciudad. Luego él procedió a hacer una lista de los requisitos que debía tener en cuenta antes de la ordenación. Si ponemos juntas estas dos pasajes de las Escrituras vemos lo importante que era este tema, que Pablo les escribió a sus colegas Timoteo y Tito. La conversión y la fe deben ser el fundamento de cualquier desarrollo de liderazgo. En lugar de sentirnos impresionados por las capacidades naturales de la persona, debemos estar buscando las cualidades más importantes de todas: fe y conversión.
Otro tema que tengo en mi mente es la Pascua y los Panes Sin Levadura, que cada vez están más cerca. Estos días son tan sólo el comienzo y luego seguirán cinco fiestas más, en un período de seis meses (este año de abril a octubre). Esta semana en In Accord anunciaremos la lista de los sitios de fiesta en Estados Unidos y muchos en el área internacional, para este año. Tenemos 14 sitios en Estados Unidos y Canadá, con una amplia variedad de sitios entre los cuales pueden escoger. Yo sé que algunos de ustedes que aplicaron a Italia quedaron un poco desilusionados porque los pusieron en lista de espera y los animaron para que volvieran a aplicar el próximo año (esperamos firmar pronto un contrato para volver a Cortona en 2024). Sin embargo, con un auditorio con capacidad para sólo 350 personas, sencillamente no podíamos acomodar a las aproximadamente 900 que aplicaron el mes pasado.
Cada año tengo más presente el poder de los días santos anuales de Dios. Antes de la Pascua, se nos exhorta a examinarnos a nosotros mismos (1 Corintios 11:28). Pero, ¿qué debemos buscar? Por supuesto, estamos buscando el pecado y sus efectos en nuestra vida. Se nos dice que debemos discernir el cuerpo del Señor (v. 29), cada año y observar la Pascua de una manera digna. Todo esto requiere esfuerzo, tiempo y atención de parte de cada uno de nosotros.
Posiblemente el milagro más grande que ha ocurrido en nuestra vida es nuestra conversión. Este milagro comienza con nuestro llamamiento (Juan 6:44); luego nuestro arrepentimiento, que es el verdadero meollo del evangelio (Marcos 1:15); nuestra aceptación del sacrificio de Jesucristo por nuestros pecados y luego nuestro compromiso de remover el pecado de nuestra vida. Volvemos a vivir estos pasos cada año por medio de Pascua y los días de Panes sin Levadura. Los siete festivales trazan el camino que conduce a la salvación, un paso a la vez. En el caso de Pascua y días de Panes Sin Levadura, cada año nos recuerdan dónde comienza nuestro viaje.
En las próximas ocho semanas, los animo a que cada uno de ustedes dedique tiempo para analizar estos eventos grandiosos que han ocurrido en nuestra vida. En los últimos 50 años de mi vida, sirviendo en el ministerio, he visto y me he regocijado con cientos, tal vez unos pocos miles de personas que llegaron al punto del arrepentimiento y el bautismo. En el PLI3, nos hemos sentado con cada pareja que ha asistido y hemos escuchado sus historias de conversión. Ésta es una de las partes más inspiradoras de las conferencias. Al comienzo de mi ministerio conocí tantas personas nuevas, algunas veces una docena o más cada semana, y escuché tantas historias, que estoy seguro que no las aprecié totalmente. Fui inspirado por ellas, pero eran demasiadas. Ahora, voy a estas conferencias y escucho las historias de cómo estas parejas fueron llamadas por Dios y convertidas y me recuerdan muchas historias adicionales para agregar a mi lista del pasado.
La Pascua es un acontecimiento que plantea una gran sobriedad a medida que pensamos lo que Cristo soportó, pero también hay un gran gozo porque volvemos a vivir nuestro propio viaje cada año. Oro por todos ustedes para que su Pascua y días de Panes Sin Levadura sean edificantes y llenos de significado. Estoy seguro que les escribiré más acerca de estos días en las semanas que tenemos por delante. Por ahora, regocijémonos en el perfecto plan de salvación de Dios, que finalmente incluirá a todos los seres humanos.
Cordialmente, su hermano en Cristo,