Queridos hermanos:
El mes de enero fue testigo de varios acontecimientos importantes en la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial. Comenzamos nuestro tercer año de la revista Discern; Tuvimos la visita de Saúl Langarica, nuestro pastor en Santiago, Chile e Iván Vera, empleado de la oficina en Santiago; y visitamos a Living Church of God en Charlotte, Carolina del Norte
Pero no sólo en la oficina hemos alcanzado logros importantes. Cecil Maranville, quien es el encargado de administrar el Departamento de Correspondencia Personal desde su hogar en Carolina del Norte, nos informó que en el mes de enero de 2016, respondimos 404 mensajes, con un promedio de más de 13 diarios. Esto se compara con 294 que tuvimos en enero de 2015, lo cual representa un 37 por ciento de aumento. A medida que crece nuestra presencia en internet, también estamos interactuando con más y más personas. Y, como todos sabemos, cuando Dios empieza a trabajar con una persona, esa persona hará más preguntas y pedirá más literatura. Definitivamente estamos viendo un aumento en el número de personas que está haciendo contacto e interactuando con nosotros. También vemos un aumento en el número de descargas de los folletos en nuestro sitio para los miembros.
En las congregaciones locales también se están incrementando el número de contactos personales. En 2015 tuvimos 369 nuevos contactos. Estos han sido informados por las congregaciones de Estados Unidos y representan más de uno diario. Si bien estas son cifras pequeñas, es un nuevo record para nosotros. Por “nuevo contacto”, quiero decir alguien que nos encontró en el internet o llegó a tener contacto con nuestra literatura y luego decidió llamar o escribir a nuestro pastor local. Todo esto es además de cualquier persona que haya hecho contacto con nosotros aquí en la oficina.
Es difícil saber lo que nos deparará el 2016, pero enero es un buen comienzo en prácticamente todas las áreas. Mientras más personas estén expuestas al mensaje del evangelio, más vidas tendrán el potencial de cambiar. No nos engañamos pensando que esto es obra nuestra. Es Dios quien llama (Juan 6:44), pero podemos ayudar a aquellos que Él decida llamar. Tenemos congregaciones, miembros y ministros alrededor del mundo para ofrecer esta ayuda. Esperamos y le pedimos a Dios que llame más personas y que éstas comiencen a asistir a los servicios.
Aunque yo era un poco joven, todavía me acuerdo claramente lo que era asistir a los servicios por primera vez. Mi madre comenzó a guardar el sábado a principios de los años de 1950, pero no había congregación a la que ella pudiera asistir, o por lo menos, ninguna cercana a nuestro hogar en la parte nororiental de Arkansas. Fue en julio de 1961, que nos llegó una carta de parte de Herbert W. Armstrong y la Iglesia de Dios de la Radio, informándonos acerca de una nueva congregación en Memphis, Tennessee. Aunque esto sucedió hace más de 50 años, todavía me acuerdo del primer servicio de sábado.
Si bien nuestra familia todavía estaba tratando de guardar el sábado en casa y aprender lo máximo posible de la literatura, cuando asistimos a nuestro primer servicio esto sí marcó una diferencia. Aunque yo nunca había asistido a un servicio antes de esta primera visita y no sabía que era lo que podía esperar, me sentí impresionado con lo que escuché y vi. Desde la dirección de himnos a la oración inicial, el sermoncillo, los anuncios y el sermón, todo tuvo un efecto muy positivo en mí. No hay punto de comparación entre guardar el sábado en su casa con su familia y guardar el sábado con cerca de 70 miembros.
Me di cuenta en aquella época cuán importante era reunirse con el pueblo de Dios. Sabía desde un punto de vista intelectual que los servicios del sábado eran importantes y que el sábado al que se referían las escrituras era una reunión ordenada, “una santa convocación” (Levítico 23:3; Éxodo 20:8). Pero hasta ese día en el antiguo auditorio de Ellis en las riveras del rio Misisipi, no tenía la menor idea de lo que se “sentía” al asistir a un servicio de la Iglesia. Desde ese día, los servicios de la Iglesia se convirtieron en una parte de mi vida tan importante como vestirme en la mañana. Es algo que usted hace una y otra vez, sin darlo por sentado, pero sacando el máximo posible de cada oportunidad. En los últimos más de 50 años, ha habido unas pocas ocasiones en las que no he podido asistir a los servicios, bien por enfermedad o por estar de viaje en un lugar dónde no había congregación. Pero cada vez que me ha ocurrido esto, tengo que admitir que “me siento extraño”. Siento que algo me hace falta.
A medida que escribo esto, sé que hay miembros que no tienen congregación, y en algunos casos, tenemos miembros que no pueden asistir por problemas de salud u otras dificultades físicas. Una de las razones por las cuales me gusta viajar a diferentes partes del mundo es para visitar a los miembros que viven en áreas remotas. Este verano David Baker y yo estamos planeando otro viaje a India y Sri Lanka. ¡Hablando de hermanos dispersos! Los pocos miembros que tenemos en India están dispersos desde Kolkata al oriente de Hyderadab en la parte central del sur hasta Moradabad en el extremo norte cerca de la frontera con Nepal. Es una gran alegría poderles ofrecer unos servicios de la Iglesia, aunque el grupo es pequeño —fluctúa entre 15 a 20 personas. En Sri Lanka las cifras son igualmente pequeñas, pero hacemos unos servicios normales de sábado en el hogar de un miembro.
Quiero animar a todos los que tienen una congregación local y están en condiciones físicas de ir, a comprometerse a reunirse con los miembros todos los sábados si esto fuera posible. Cada vez que enseño una clase a los ministros, hago referencia a la importancia de los servicios del sábado. Los animo a hacer lo mejor posible cada sábado. Como seres humanos, no importa cuánto nos esforcemos, algunas veces fallamos. Lo he sentido así con los años. Hubo una época en la que daba un estudio bíblico en una prisión el viernes por la noche, un estudio bíblico en una prisión el sábado por la mañana, dos sermones en el sábado y teníamos una actividad de la Iglesia el sábado por la noche. Estaba demasiado cansado el domingo y algunas veces sentía que quedaba exhausto. Pero sabía que tenía que estudiar y prepararme, para dar mensajes organizados, significativos, cada vez que hablaba. No les puedo decir que siempre lo logré, pero no fue por falta de esfuerzo o de empeño.
No creo que podamos hacer énfasis suficiente en la importancia y el valor de los servicios del sábado. Continúo orando por todos ustedes y les pido que oren por nosotros aquí en la oficina. Nos están dando muchas nuevas oportunidades de predicar el evangelio. Y estamos comprometidos a nunca descuidar el cuidado de la Iglesia. ¡Muchas gracias por su respaldo!
Cordialmente, su hermano en Cristo
Jim Franks