Queridos hermanos alrededor del mundo,
Espero que todos estén bien, tanto a nivel físico como espiritual; pero si están en situaciones difíciles, espero que estén encontrando ayuda en Dios y respaldo en su pueblo. Todos vivimos en un mundo que siempre es peligroso a nivel espiritual y en algunas ocasiones a nivel físico también; estemos alerta y ayudándonos mutuamente en las situaciones de prueba.
En estos momentos estamos haciendo un cambio en nuestra forma de comunicarnos con ustedes. De ahora en adelante, cada quince días estaremos enviándoles la carta a los miembros, junto con la actualización semanal. En las otras semanas tendremos la carta usual de parte de Servicios Ministeriales que hemos enviado como parte central de cada número de las “noticias de actualidad para los ministros”. Las cartas a los miembros continuarán enfocándose principalmente en asuntos espirituales, en tanto que la carta de las “noticias de actualidad para los ministros” estarán dedicadas especialmente a mantenerlos informados de lo que está pasando en la Iglesia. Esperamos de esta forma mantener una comunicación más definida con todos ustedes.
Como todos saben, nos estamos acercando al final de la primera fase para poner en funcionamiento un sistema de gobierno y administración a largo plazo en la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial. Por supuesto, los mantendremos informados tan pronto como se vayan tomando decisiones en cada etapa del proceso. Sin embargo, sin importar cuál sea el sistema que se apruebe, nuestros principales desafíos se encuentran en otras áreas. Creemos que la mayoría del pueblo de Dios es consciente de que estamos más preocupados acerca de cómo vamos a enfrentar nuestros enemigos espirituales que acerca de la estructura de gobierno que vamos a adoptar.
Alguien me escribió recientemente acerca de uno de estos enemigos. Su observación era que no necesitamos reducir la “política” en la Iglesia, ¡sino que era absolutamente necesario eliminarla! Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en esto, y estoy seguro que también sabemos que ninguna estructura de gobierno o administración pueden constreñir la naturaleza humana que trae la política a nuestras relaciones interpersonales. ¡Eliminar la política es una tarea espiritual!
Antes de avanzar, definamos algunos términos. En su forma más pura, “política” significa simplemente “de, por, o relativo a los ciudadanos”. Es “un proceso por el cual grupos de personas toman decisiones colectivas”. El término se aplica generalmente al arte o a la ciencia de gobernar o manejar los asuntos de estado” (Wikipedia). No hay nada malo en ello; y según esta definición, cuando Cristo regrese, ¡Veremos la política en su mejor expresión! ¡Él va a instituir un arte de manejar los asuntos de estado que será el más puro y grande sistema de gobierno que la humanidad jamás haya visto!
Sin embargo, la forma en que los seres humanos manejan las cosas ha hecho que la definición se expanda; así, actualmente “política” y “politiquería” puede también significar “competencia entre grupos o individuos que compiten entre sí en busca del poder y el liderazgo”, “caracterizados por prácticas deshonestas y artimañas” y “relativo a la conducta del gobierno caracterizada por la manipulación, la invención o los tratos” (Diccionario Merriam-Webster).
Así, a pesar de que hay definiciones positivas que se pueden aplicar a las palabras “política” y “politiquería”, en el mundo actual las personas están más dispuestas a reaccionar negativamente ante estos términos y las personas a las que se les aplican. Los políticos tienen ahora una bien ganada reputación de ser sucios, hasta el punto de que la palabra en sí misma es sinónima de uno de los peores aspectos de la naturaleza humana.
No seamos demasiado auto-justos, sin embargo, como si la manipulación y la lucha por el poder y la influencia fueran algo que estuviera limitado únicamente al gobierno. En realidad nos afectan a todos. Las políticas pueden comenzar temprano en la vida, a medida que empezamos a movernos en los círculos sociales en la escuela, o en los campos de juego, en el sitio de trabajo y en las familias (todos hemos sido testigos de cómo un niñito trata de poner a la madre en contra del padre con el fin de poder conseguir lo que quiere, y está desarrollando ya estas capacidades). Realmente corrompe el carácter y es una de las más grandes plagas de las relaciones humanas. Es especialmente perversa cuando se apodera de las iglesias, que deberían ser un bastión moral en contra de semejante plaga.
En el corazón de los políticos se encuentra la voluntad propia y a esto se debe que sea nuestro enemigo espiritual. Quién entre nosotros, entonces, ¿está exento de los peligros de ser “político”? A menos que Dios esté gobernando todo pensamiento e intento de nuestro corazón, todos nosotros podemos ser presa de este comportamiento carnal. Tenemos una clara evidencia de que este problema ha tendido a infiltrarse en la Iglesia desde que esta comenzó en el año 31 d.C. Esto se debe a que Satanás siempre está rondando sigilosamente alrededor de la Iglesia, tratando de pervertirla con esta actitud tan destructiva.
Vemos en Génesis 3 cómo la política entró por primera vez a la esfera humana, a medida que Satanás desplegó sus artimañas con el fin de engañar a Adán y a Eva para que escogieran su camino en lugar del camino de Dios. Él manipuló la información, hizo quedar mal a Dios y mintió descaradamente—¡esa es la peor política de todas! En aquél entonces, Satanás había perfeccionado su arte, practicándolo primero con los ángeles que el influenció para que se rebelaran con él y lo respaldaran en su ambición egoísta y pecaminosa para derrocar a Dios. Nada ha cambiado desde entonces. El padre de la política sucia trata de corromper la naturaleza humana de cada persona de una forma persuasiva, solapada y mañosa.
Podemos hacer un recuento de muchas historias en la Biblia que ilustran la política en su máxima expresión y las consecuencias destructivas para las personas, las naciones y el mundo entero. ¿Podríamos ser tan ingenuos de creer que esto no puede existir en la Iglesia hoy?
¿Cómo se manifiesta? Para dar unos pocos ejemplos, vemos la política en acción cuando las personas:
- Luchan ambiciosamente por lograr metas personales y lo primero para ellos son sus metas y sus intereses.
- Utilizan su poder o posición para alcanzar su propia voluntad por encima de lo que es mejor para todo el grupo.
- Permiten que por amistad, recompensa o pago de favores, ciertas personas avancen.
- Manipulan las situaciones para acercarse a aquellos que están en autoridad, bien sea para influenciarlos o por el prestigio de estar de alguna forma en “el círculo principal”.
- Desvían la culpa cuando ellos han hecho algo malo con el fin de evitar la responsabilidad y así protegen su lugar o posición.
- Manipulan a otros, controlando el flujo de información o tergiversándola.
Las personas pueden caer en este tipo de conductas muy sutilmente—sólo porque una persona sea política esto no quiere decir que se da cuenta de que lo es. ¿Piensan que la madre de los hijos de Zebedeo o los hijos mismos, reconocieron completamente el juego político que estaban jugando cuando le pidieron a Cristo lo que ellos percibían como posiciones especiales al sentarse a derecha e izquierda de Él en su Reino (Mateo 20:20-28)? ¿Ustedes piensan que esos judíos hebreos que estaban descuidando a las viudas de los judíos helenos estaban plenamente conscientes de que estaban haciendo acepción de personas (Hechos 6:1)? ¿Piensan que Pedro u otros que también estaban con él, vieron realmente la gravedad de su hipocresía política antes de Pablo los confrontara por ello (Gálatas 2:11-14)?
Algunos comportamientos generalmente causan graves problemas antes de que los veamos claramente. Por eso debemos ser muy cuidadosos de estar practicando “la política de Dios”—su “arte o ciencia de manejar los asuntos de gobierno”.
Cuando Jesucristo regrese, el gobierno que Él va a establecer estará definido por la verdad, honestidad, humildad, amor, paz, unidad, servicio, ánimo, sacrificio, estimando a los demás más que a uno mismo, justicia, misericordia, etc. Y aquellos que gobiernen con Él serán aquellos que ya hayan aprendido cómo gobernar, cómo ser gobernados, por estos principios. El Reino de Dios vendrá en el futuro, pero su pueblo debe estar aprendiendo en estos momentos, cómo vivir según estos parámetros.
Pablo lo expresó de esta forma en Colosenses 1:12-13: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo”.
“Trasladado” y como también es traducido en otras versiones, “transferido” significa cambiado o removido. Nosotros no estamos todavía literalmente en el Reino de Dios, pero Él nos ha librado de las tinieblas y debemos estar viviendo ahora “en la luz”. Él nos ha llamado para que seamos “embajadores de Cristo” (2 Corintios 5:20), representando actualmente un sistema de gobierno caracterizado por el comportamiento justo de sus ciudadanos.
Es imposible en el corto espacio de esta carta describir perfectamente un tema tan amplio como la política. Mi propósito es simplemente traer a colación un tema común pero muy grave. Ya que ahora estamos pensando, orando y ayunando colectivamente acerca del gobierno en la Iglesia, necesitamos confrontar directamente el enemigo de la política humana. Todos queremos experimentar el regocijo que proviene del gobierno de justicia (Proverbios 29:2), pero no es algo que sólo se aplica a unos cuantos en ciertas posiciones. Se aplica a todos y cada uno de nosotros, y todos debemos tener la meta de erradicar la política de nuestro pensamiento.
Quisiera dejarlos con este pensamiento. En dónde yo vivo, en esta parte del país, hay gran abundancia de uno de los insectos más desagradables y sucios de todos, las cucarachas, que comúnmente invaden e infestan casas y virtualmente todos tienen que batallar para mantenerlas alejadas. La política mundana es una de los pecados más desagradables que puedan infestar la casa de Dios también. Si queremos prevenir las cucarachas, debemos hacer básicamente tres cosas: No traerlas de afuera, impedir que entren a la casa reparando las grietas, y mantener la casa limpia de tal forma que no tengan que comer. Hermanos, para prevenir la política en nuestra casa espiritual debemos hacer lo mismo—¡no la traigamos, no permitamos que entre y no la alimentemos con lo que tenemos en nuestro corazón y en nuestra mente!
Que la gracia y el conocimiento de Dios estén con todos ustedes,
Clyde Kilough