Queridos hermanos:
Una de las cosas más difíciles para mí es escoger con cuál proyecto comenzar y cuándo hacerlo. Usualmente tengo una docena de cosas que están sucediendo y pilas de papeles en mi escritorio que necesitan mi atención. ¿Dónde comenzar? En mi caso, cada vez que me siento abrumado, me pregunto: ¿qué es lo más importante que tengo que hacer ya?
Como cristianos, debemos hacernos la misma pregunta cada día: ¿qué es lo más importante que
tengo que hacer ya en mi vida espiritual?
En el fin de semana de liderazgo para jóvenes adultos que acabamos de terminar, nos enfocamos en uno de los temas básicos del cristianismo —fe. Los seminarios fueron planeados alrededor de la pregunta que Cristo les hizo a sus discípulos en Lucas 18:8: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”. La pregunta probablemente fue retórica ya que los discípulos originales no estarían vivos para ver el regreso de Cristo (aunque ellos no lo entendieron así en esa época), y no hay registro de que Cristo hubiera recibido una respuesta.
Para entender lo que quería decir esta pregunta, veamos el contexto. Anteriormente, en Lucas 17:5, los discípulos le habían pedido a Cristo que les aumentara su fe, como si fuera algo sencillo. Ahora leemos en Lucas 18:1: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”, y a continuación les refirió la parábola de la viuda persistente. Algunas veces Cristo les explicaba las parábolas inmediatamente después del hecho, pero en este caso les manifestó su propósito primero —para enseñar a sus discípulos que los hombres deberían oran siempre sin desmayar. Él les estaba mostrando que aunque la fe es un don de Dios por medio de su Espíritu Santo (Gálatas 5:22), los cristianos deben hacer algo para recibirlo. Crecer en fe incluye ser persistente, tratando todos y cada día de la vida de agradar a Dios. Ningún ser humano le puede dar a usted fe —sólo Dios puede hacerlo— pero usted puede aumentar su fe al mantener contacto con Él.
Nuestra fe será regularmente probada. Hebreos 11:1 describe la fe como: “Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Los sucesos físicos no producen fe, ni de sí mismos ni por sí mismos. La fe real proviene de las cosas que no se ven, y es un concepto difícil de entender. Queremos que Dios sane a más personas, intervenga en situaciones laborales difíciles, solucione problemas en nuestra familia, nos proteja cuando viajamos, o nos provea para una necesidad importante. Aun podemos llegar a pensar que si Él hiciera tan sólo todas estas cosas, entonces por supuesto nosotros tendríamos más fe.
Pero la evidencia bíblica nos muestra que esto no es verdad. Los antiguos israelitas fueron testigos de milagros asombrosos. Las 10 plagas que fueron derramadas sobre los egipcios en tanto que ellos fueron protegidos. Ellos cruzaron el Mar Muerto por tierra seca, en tanto que el ejército egipcio se ahogó. Es difícil imaginar una serie más impresionante de milagros en un período tan corto de tiempo, pero, ¿incrementó esto su fe? Difícilmente. Tan solo tres días después de estar en el desierto, ellos estaban quejándose en contra de Moisés, diciendo: “¿Qué hemos de beber?” (Éxodo 15:24). Y un mes después de cruzar el Mar Rojo ellos querían regresar a Egipto (Éxodo 16:1-3). Ellos extrañaban “los buenos viejos tiempos”. ¡Increíble! Antes de juzgar a los israelitas muy drásticamente, deberíamos primero analizar nuestra propia vida. He presenciado varios milagros en la Iglesia a través de los años y me sentí inspirado cuando estos eventos ocurrieron, pero tengo que admitir que no me tomó mucho tiempo volver a mi rutina normal, sin volver a pensar mucho en el milagro. Cuán fácilmente olvidamos.
De los ejemplos bíblicos aprendemos una lección importante —la fe no se produce de la noche a la mañana, no surge a raíz de un acontecimiento, no importa lo sorprendente que éste sea. La fe es desarrollada al mantenerse cerca a Dios, orando siempre y perseverando, comprometidos con Dios en toda nuestra vida. Requiere diligencia, una actitud de servicio, y un corazón para ayudar a su hermano cada vez que usted pueda hacerlo.
Hay un gran debate acerca de una palabra que ha sido traducida “sustancia” (o esencia) en Hebreos 11:1. Proviene de la palabra hebrea hupostasis y su significado es “algo por debajo”, tal como “un fundamento”, o una “garantía”. Una fuente se refiere a hupostasis como algo semejante a un documento legal en una transferencia de tierra, similar a un título de propiedad. En muchos países cuando uno compra una propiedad recibe lo que se denomina un título o una escritura (o un título de propiedad) que le asegura que no hay ningún embargo pendiente y ahora la tierra es suya. El título de propiedad también le garantiza que esa propiedad existe, aunque usted no la haya visto. De la misma forma, la fe nos asegura que las promesas de Dios son reales y que Dios es fiel para cumplir esas promesas.
Si miramos alrededor en el pueblo de Dios, podemos encontrar muchas lecciones modernas de fe. En
el último mes disfruté visitando la nación suramericana de Ecuador, en donde tenemos aproximadamente 30 miembros esparcidos en el país. Ya que el número de miembros ha sido siempre muy pequeño, en muy pocas ocasiones pueden reunirse —sólo en los días santos y en ocasiones especiales— para los servicios. Y sin embargo, a pesar de su aislamiento, varios miembros han estado en la Iglesia desde los años 70. Cuando los visitaba, me acordé de Apocalipsis 17:14, que describe el regreso de Jesucristo: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”. Para estar con Cristo cuando Él regrese, debemos ser llamados, debemos ser elegidos y también debemos ser fieles.
La fe respalda todo lo que hacemos como cristianos. Sin fe, sabemos que es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). El reto que todos tenemos es mantener nuestra fe a pesar de todas las distracciones que existen en la vida. ¿Cómo podemos lograrlo? La parábola de Cristo animó a sus discípulos a orar siempre sin desmayar. En otras palabras, la fe aumenta cuando usted pone su relación con Dios como su prioridad # 1 —orando diariamente, sin rendirse jamás, a pesar de las dificultades que la vida le pueda traer.
¿Qué es lo más importante que debemos hacer ya en nuestra vida espiritual? A medida que nos acercamos a otra temporada de Pascua, ésta es una pregunta vital. Cada año debemos examinar nuestras prioridades en preparación para el servicio de la Pascua, y la fe debe estar en el tope de esa lista. No es fácil, y no va a pasar de la noche a la mañana —pero con diligencia y dedicación, nuestra fe puede ser fortalecida. ¡Pero usted tiene que hacer que su relación con Dios sea la prioridad # 1!
Cordialmente, su hermano en Cristo
Jim Franks