Queridos hermanos:
Ahora nos encontramos en medio de nuestro conteo de 50 días para Pentecostés. Comenzamos nuestro conteo el día en que en el antiguo Israel se hacía la ofrenda de la gavilla mecida, el domingo durante los días de Panes Sin Levadura. Este año, el domingo 16 de abril fue el día primero, y el domingo 4 de junio será el día cincuenta, Pentecostés.
Los israelitas fueron instruidos que debían contar estos días, ya que no les dieron una fecha en el calendario. “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano al Eterno” (Levítico 23:15-16).
Los judíos insisten que la gavilla mecida debía ser siempre ofrecida el día 16 del primer mes, el día después del primer día de Panes Sin Levadura (Levítico 23:6). Si añadimos 50 días a la fecha del 16 de Nisán, tendremos una fecha en el calendario que siempre será igual. Los judíos en la actualidad celebran Pentecostés (también llamada la Fiesta de las Semanas) en un día fijo, el 6 de siván.
Podría argumentarse que no hay necesidad de contar si usted sabe el día calendario en el cual empieza a contar. En otras palabras, el tema no es cuál calendario es el que se utilice, sino un tema de interpretación de las Escrituras. ¿Cuando la Biblia habla de “día de reposo” en Levítico 23:15-16 se está refiriendo al primer día de Panes Sin Levadura, o se está refiriendo al sábado semanal que cae durante los días de Panes Sin Levadura? Creemos que esto último es la interpretación correcta.
Según la tradición judía, los Diez Mandamientos fueron dados a los israelitas al pie del Monte Sinaí en el día de Pentecostés. Aunque los mandamientos precedieron al acuerdo del Antiguo Pacto (y por lo tanto no fueron anulados con el Nuevo Pacto), fueron la parte central de dicho acuerdo. Cuando los israelitas estuvieron formalmente de acuerdo con las condiciones del pacto, ellos se convirtieron en una nación y Dios era su gobernante.
¿Qué significa esto para nosotros? Nosotros los miembros de la Iglesia de Dios no somos la nación física de Israel, pero se refiere a nosotros como un pueblo especial, una nación santa (1 Pedro 2:9). Sin importar nuestra raza, nuestro género o nuestra nacionalidad, por medio del sacrificio de Cristo nos volvemos un solo cuerpo, con el mismo potencial de ser miembros de su familia, de ser uno de los “muchos hijos” que quiere llevar a la gloria (Hebreos 2:10).
Pentecostés es una celebración de la cosecha de los primeros frutos, pero esa cosecha física no será completada hasta el regreso de Jesucristo, cuando se lleve a cabo la resurrección y aquellos que estén vivos sean transformados (1 Corintios 15:51-52), un suceso maravilloso representado por la Fiesta de Trompetas.
Pentecostés representa cuando somos sellados por el Espíritu Santo (Efesios 1:13), como “primicias” (Santiago 1:18). Así como el grano cosechado durante los 50 días que precedían a Pentecostés era puesto en un granero o en un sitio para que madurara, así también debemos madurar como cristianos. Este proceso de madurez no ocurre de la noche a la mañana, así también nosotros debemos madurar como cristianos. Por lo tanto tenemos dos días santos separados en el plan de Dios: Pentecostés es la selección y sellado de las primicias, pero la Fiesta de Trompetas representa el regreso de Jesucristo y la resurrección de los santos, cuando se completa la primera cosecha.
He guardado la Pascua cada año desde que fui bautizado en la primavera de 1969, pero 2017 fue el primer año en que nuestra familia enfrentó una prueba grave, de vida o muerte antes de los días santos. Dos semanas antes de la Pascua, nuestra hija Jamie, quien vive en El Salvador, se enfermó gravemente al infectarse con una bacteria rara y mortal. Afortunadamente, Dios fue misericordioso con ella (y nuestra familia), restaurándole su salud. Sabemos que no éramos dignos, y sabemos de otros que tuvieron que afrontar lo mismo en el pasado, y perdieron un miembro cercano de su familia. Aprendimos mucho acerca de nosotros durante la temporada de la Pascua. Aprendimos que cuando se trata de una prueba de vida o muerte, no somos nada por nosotros mismos. Aprendimos a apreciar más el valor de la vida humana, pero también entendimos que el resultado final de todo este caso estaba fuera de nuestras manos. Nos sentíamos impotentes mientras veíamos cómo sucedía todo y para ser sincero, estábamos en un estado de shock.
Todos deberíamos aprender cada año en diferentes formas, que no podemos tener éxito en este viaje espiritual si no nos ayudan. Y esa ayuda debe venir de Dios. Por la muerte de Jesucristo y el perdón de nuestros pecados, comenzamos una nueva vida. Es el Espíritu Santo de Dios lo que nos sella y nos da la ayuda que necesitamos. El Espíritu Santo es llamado “el Consolador” en Juan 16:7. El Espíritu Santo no es una persona, sino un consolador. Es por medio del Espíritu Santo que recibimos y nos dan la fortaleza que necesitamos para soportar hasta el fin las pruebas que vendrán. Nadie va a escapar de la tragedia en esta vida. Y algunas tragedias parecen imposibles de soportar. Es en esos momentos que entendemos que el Espíritu de Dios nos ofrece la ayuda que necesitamos.
El mundo está gimiendo y necesita a Jesucristo (Romanos 8:22). Ningún gobierno humano puede salvar al mundo de la guerra mundial que se avecina en el horizonte. A nivel individual y colectivo, necesitamos la intervención de Dios. El Espíritu Santo de Dios es esencial para cada uno de nosotros. ¡Qué lección tan poderosa acerca de nosotros mismos y el mundo que nos rodea! Así como la Pascua y los Panes Sin Levadura describen el comienzo del plan de Dios, Pentecostés ilustra el próximo paso esencial, cuando recibimos el Espíritu Santo de Dios que nos sella como sus primicias.
Las lecciones de las fiestas de primavera (Pascua, Panes Sin Levadura y Pentecostés) deberían tener un impacto profundo en nuestra vida. Yo sé, hablando a título personal, que ésta es la Pascua y los días de Panes Sin Levadura más emotivos de los que tenga memoria. Las pruebas pueden hacer que usted piense más profundamente en lo que Dios está llevando a cabo en su vida y en lo mucho que usted lo necesita a nivel personal.
Cordialmente, su hermano en Cristo
Jim Franks