Queridos hermanos:
¡Ha llegado el caluroso verano a Dallas! Sabíamos que vendría, pero no sabíamos cuándo exactamente. Habíamos estado disfrutando de un verano relativamente suave (como ven, utilicé el término relativamente), con temperaturas alrededor de los 32 grados centígrados. Pero todo terminó la semana pasada cuando el termómetro marcó 41 grados centígrados, con lo cual se estableció además un nuevo récord. Ahora hemos estado viviendo varios días con temperaturas de tres dígitos. Por supuesto, Dallas no es la única ciudad que está sufriendo de un clima extremadamente caluroso. La mayor parte de la nación parece que está en medio de una gigantesca ola de calor.
Aquí en los Estados Unidos estamos tan sólo a tres meses de una reñida elección presidencial. Ha comenzado el juego político y estoy convencido de que éste se va a intensificar. Antes, cada vez que había elecciones presidenciales en Estados Unidos, la Iglesia siempre volvía a reditar un antiguo artículo cuyo título era: ¿Por quien votaría Jesús para presidente? Si ustedes lo tienen, los animo a que vayan y lo vuelvan a leer. Como pueden imaginarse, este artículo era muy atractivo en los meses previos a la elección. La respuesta a la pregunta hecha en el título era que Jesucristo no votaría por ninguno de los candidatos. El artículo llegaba a afirmar que la ciudadanía de un cristiano estaba en los cielos y no en esta tierra (Filipenses 3:20-21); por lo tanto, los cristianos no se involucran en la política de este mundo.
Uno sólo necesita observar un par de anuncios de la campaña en estos días, para entender cuán contrario es todo este proceso a lo que las Escrituras dicen. Cada uno tiene acusaciones que generalmente son sólo parcialmente ciertas, con muy poco porcentaje de verdad. Pareciera que en nuestra nación ni los republicanos ni los demócratas tienen la exclusividad política de acabar con la reputación de los demás.
En mis archivos recientemente me encontré con un relato que contiene una lección para todos nosotros. John Hess Yoder, un misionero en Laos, describió la diferencia entre un ciudadano de Laos y uno de Vietnam. Lo que él escribió ilustra un principio importante que nosotros como cristianos, haríamos bien en escuchar:
Antes de que los colonialistas impusieran las fronteras entre naciones, los reyes de Laos y Vietnam se pusieron de acuerdo en los impuestos en la zona de la frontera. Aquellos que comían arroz de grano pequeño, construían sus casas elevadas, y las decoraban con serpientes al estilo de la India, eran considerados de Laos. Por otra parte, aquellos que comían arroz de grano largo, construían sus casas en la tierra y las decoraban con dragones estilo chino eran considerados vietnameses. La ubicación exacta de la casa de la persona no era lo que determinaba su nacionalidad. De hecho, cada persona pertenecía al reino de cuyas características culturales era representante.
Si usted aplica el punto central de este relato y lo aplica al cristianismo en la actualidad, es la forma de vida y los valores lo que identifican a una persona como cristiano y no el lugar de su residencia (2 Corintios 5:20). La lección para nosotros es que debemos reflejar la forma de vida y los valores culturales del Reino de Dios y no debemos estar fijándonos en un candidato político como la solución de los problemas de la sociedad.
Estamos viviendo en una época en la cual hay muchas personas que están sinceramente preocupadas y estresadas por el futuro de la nación. Los problemas que estamos afrontando en esta nación y en todas partes alrededor del mundo—el derrumbe de la moralidad, las economías sobre-endeudadas, la falta de confianza en el gobierno y el temor creciente de la violencia y el caos en la escena internacional—han causado una gran ansiedad. Desafortunadamente, algunos piensan que estos graves problemas y desafíos pudieran ser resueltos si todos respaldáramos al candidato correcto. Dios quiere que oremos por nuestros dirigentes (1 Timoteo 2:1-4), y Él desea que todos entendamos la clase de mundo en el que estamos viviendo (Lucas 21:36); pero Él no quiere que su Iglesia esté pendiente del gobierno construido por el hombre y la política, para resolver estos problemas. Sencillamente esto no va a ocurrir. Es el regreso de Jesucristo a la tierra lo que va a traer un nuevo gobierno que va a resolver los problemas aparentemente insolubles de la humanidad.
Como cristianos no debemos enfrascarnos en discusiones con otros, ni sumirnos en debates y argumentos tan comunes en la política de Estados Unidos. Debemos enfocarnos en un llamamiento más grande y en una gran responsabilidad que tenemos. En lugar de perder el tiempo tratando de predecir lo que va a ocurrir en estas elecciones, deberíamos enfocarnos en nuestro verdadero propósito en la vida y ver cómo reflejamos los verdaderos valores cristianos en todo lo que hacemos.
Estamos tan sólo a 60 días de la Fiesta de Tabernáculos. A medida que nos aproximamos a las fiestas del otoño, por favor recuerden las necesidades de la obra. Hemos tenido un año extremadamente positivo, y todo parece indicar que nuestros ingresos en este año serán más grandes que los ingresos de nuestro primer año (2011). Pero esta es tan sólo la mitad de la historia. Los gastos para comenzar la oficina, fundar una nueva escuela para 21 estudiantes y el lanzamiento de un gran instrumento en los medios de comunicación para llegar al mundo, se han visto reflejados en los egresos. Dios nos ha provisto de una manera misericordiosa, y nunca debemos darlo por sentado. Gracias a todos por su gran generosidad también. Por favor continúen recordando de qué se trata nuestra verdadera labor—predicar el evangelio del Reino y cuidar de todos aquellos que Dios pueda llamar todavía. Somos ciudadanos de otro gobierno y no debemos permitir que la política del mundo nos distraiga
Sinceramente, su hermano en Cristo,
Jim Franks