Queridos hermanos:
Esta será la última carta que les escriba en 2015. Si su ritmo de actividades es como el mío, entonces usted probablemente sienta como yo, que la Fiesta de Tabernáculos acaba de pasar. Pero la realidad es que ya llegó y se fue otro día de Acción de Gracias y ya comenzó diciembre. ¡Todo ha pasado muy rápido!
Más recientemente, la noticia más importante en Dallas ha sido la lluvia. Acabamos de tener el fin de semana de acción de gracias más lluvioso según los registros, con casi 25 centímetros de lluvia. Hasta este momento en 2015, con sólo un mes más por transcurrir, hemos tenido 150 centímetros de lluvia, lo que lo hace oficialmente el año más lluvioso del área de Dallas (el record se remonta hasta 1899). Sólo unos pocos meses atrás, estábamos en una de las peores sequías de la historia. Pasar de una de las peores sequías al año más lluvioso de la historia en tan solo unos pocos meses, es algo que lo estremece a uno.
Parece que los sucesos extraños e inusuales se están convirtiendo en algo tan común en estos días que ni siquiera vale la pena mencionar en las noticias. Los recientes ataques terroristas en París mostraron una vez más lo inestable que es el mundo y cuánto odio existe. No es la primera vez que los seres humanos han reaccionado con enemistad frente a otros. Realmente comenzó poco después de que Adán y Eva dejaran el jardín del Edén, cuando Caín mató a su hermano Abel. Este hecho impensable ocurrió después de que la humanidad, a través de Adán y Eva, escogiera el árbol del cocimiento del bien y del mal en vez del árbol de la vida. En poco tiempo, el mal se convirtió en bien. Dios advirtió a Caín que si no controlaba su ira, “el pecado está a la puerta” (Génesis 4:7).
Poco después de que Caín matara a su hermano, Dios le preguntó: “¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9). Aunque el relato no nos muestra la respuesta de Dios, sabemos por las Escrituras que de hecho sí somos el guarda de nuestro hermano. Pero el mundo en general continúa ignorando esta regla de oro de las relaciones humanas: hacerle a los demás lo que uno quiere que le hagan a uno (Mateo 7:12).
Ahora nos estamos aproximando rápidamente al tiempo del fin, cuando un espíritu airado merodea en la Tierra (Apocalipsis 12:12). Este ángel caído es descrito como el padre de aquellos que mienten y aquellos que asesinan (Juan 8:44), y es el mismo que influenció a Caín para que matara a su hermano y mintiera al respecto.
Al mirar las noticias o leer los periódicos, confirmamos que nuestro mundo está atrapado en el engaño, las mentiras, el odio y la violencia. En estos días no es nada nuevo ver cómo se dispone de la vida de los seres humanos, bien sea por el aborto, un ataque terrorista o la guerra. Es triste decirlo pero se ha vuelto algo muy común. Veamos por ejemplo lo que sucede en Chicago, una ciudad del centro occidente de Estados Unidos, en donde algunos barrios tienen una tasa de asesinatos mayor que la del país de Honduras, catalogada como uno de los países más peligrosas del mundo. La tasa de asesinatos en estos vecindarios es 116 por 100.000. En Honduras es mucho menor, 90 por 100.000 (thedailybeast.com/articles/2015/10/08/america-s-mass-shooting-capital-is-chicago).
Muchas naciones están en guerra contra otras naciones. De acuerdo con un sitio en la red, en la actualidad se están librando 10 guerras principales y 5 conflictos armados importantes (internationalrelations.com/wars-in-progress). Esto no incluye muchos otros conflictos menores en el mundo. Al hablar de los tiempos del fin, Cristo profetizó en Mateo 24:7: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino”. Tal vez nos preguntemos, ¿no ha habido siempre odio y guerra desde el comienzo, con Caín y Abel? Por supuesto, pero el riesgo de auto aniquilación de la humanidad no ha sido nunca tan grande.
Veamos por ejemplo el Medio Oriente, en donde no ha habido paz durante muchas generaciones y las condiciones continúan empeorando. Desde todo punto de vista es un completo desastre. Zacarías profetizó que Jerusalén sería una “copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor”, y una “piedra pesada” y que “todos los que se la cargaren serán despedazados” (Zacarías 12:2-3). Los palestinos están luchando contra los judíos, y los musulmanes están luchando contra los cristianos. En la actualidad muchos árabes están convencidos de que la única forma de que haya paz en la región es aniquilando a Israel, haciendo que los israelitas tengan que luchar diariamente por su supervivencia. Hay enemistades de vieja data, que se pueden rastrear hasta Abraham, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob. De forma similar a Caín y Abel, estos descendientes de hermanos y medio hermanos están tratando de matarse entre sí.
Además de estos problemas, tenemos un choque cultural entre el mundo musulmán y el mundo occidental. Semanas antes de los ataques de París, el líder de la Iglesia Católica, el papa Francisco dijo: “Aún hoy, después del segundo fracaso de otra guerra mundial, tal vez podamos hablar de una tercera guerra, una lucha por todas partes, con crímenes, masacres, [y] destrucción”. El The Jerusalem Post, citó las palabras del rey Abdalá de Jordania: “Estamos enfrentando la Tercera Guerra Mundial contra la humanidad”.
Daniel 11 describe un gran conflicto en el tiempo del fin, un conflicto entre el rey del norte y el rey del sur. La Iglesia ha creído desde hace varios años que este rey del norte saldría de Europa, de la cultura occidental, si se quiere. El rey del sur será del mundo árabe y musulmán, una cultura muy distinta a la de Europa. Apocalipsis describe este poder del norte como 10 reyes que le dan su autoridad a la bestia por una hora: “y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (Apocalipsis 17:13).
Están pasando cosas extrañas, pero al pueblo de Dios no le sorprende. No es sólo el clima en Dallas lo que es caótico. Cuán extraño es pensar que los líderes mundiales están ahora reunidos en París para discutir si la humanidad podrá sobrevivir al cambio climático, mientras que en el mundo entero hay una explosión de enemistad, odio y asesinatos. Es un cuadro surrealista. Hermanos, se aproxima la Tercera Guerra Mundial; de hecho, es posible que ya haya comenzado. Sin embargo, las buenas noticias de todo esto es que Dios no va a permitir que la humanidad se destruya a sí misma. Pero como un espíritu airado está suelto en el mundo, el odio, la destrucción y la muerte se están incrementando por todas partes.
Prepárense; ¡esto será un arduo camino! Pero Dios ha prometido liberar a su pueblo y salvar a la humanidad de la destrucción. Este es un final feliz por el que debemos orar diariamente.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks