Queridos hermanos:
Crecí en un pequeño pueblo al nororiente en Arkansas. La mayoría de personas que vivían cuando estaba creciendo no viajaban mucho ni demasiado lejos. Un viaje de 45 minutos a Memphis, Tennessee, era lo más lejos que la mayoría se aventuraba. Con nuestra familia sucedía lo mismo. Mi abuelo llegó a Arkansas de Tennessee con su joven familia y no recuerdo que fuera a ninguna parte. El murió a los 89 años y fue enterrado con su overol, como un granjero hasta el final. Hasta donde yo sé mi abuela sólo salió una vez cuando aceptó ir a nuestra boda en Atlanta, Georgia, en 1974.
Pero cuando mi familia comenzó a asistir a los servicios de la Iglesia en Memphis, en 1962, nuestra vida cambió dramáticamente. Viajábamos fuera del estado cada mes, y en el otoño asistíamos a la fiesta de Tabernáculos en Texas. Estábamos en contacto con muchas personas de diferentes partes del mundo. Mientras estábamos en Big Sandy, Texas, también un pequeño pueblo en un área rural, por ocho días era el hogar para los miembros de todo el mundo. Conocí personas de Europa, México, Canadá y de cada Estado de Estados Unidos. No fue sino hasta que era mayor que pude apreciar lo educativo que es viajar y tener contacto con personas de otras culturas, especialmente cuando usted comparte una herencia espiritual.
Estoy escribiéndoles esta carta mensual el viernes 4 de agosto desde África, en donde he estado cuatro días en Zimbabue, cinco días en Zambia, dos días en Malawi y estamos ahora en la mitad de una estadía de cinco días en Johannesburgo. De 15 congregaciones que tenemos en Sudáfrica, pudimos visitar a 11. Ha sido un viaje bastante intenso pero muy inspirador. En nuestro último fin de semana en Johannesburgo, antes de regresar a Estados Unidos, dirigiré un fin de semana de liderazgo para jóvenes y una conferencia especial para ministros en Suráfrica.
Durante nuestra estadía en Zimbabue, Zambia y Malawi, visitamos algunas personas muy especiales. Cuando estaba en Zimbabue, tuve el privilegio de participar en la ordenación de dos diáconos. En ambos casos durante varios años, las personas habían probado que eran siervos. Estuvimos bastante tiempo con el pastor de Zimbabue, Neville Smith, quien vive en Durban, Sudáfrica. El señor Smith trabaja con dos ministros que sirven como pastores locales para cinco congregaciones. Harris Hlazo pastorea nuestras congregaciones en Harare y Kadoma y Steve Tshabalala pastorea tres congregaciones en las áreas de Bulawayo y Gokwe.
Nuestra visita a Gokwe fue uno de los puntos culminantes en nuestro viaje a Zimbabue. Los miembros en esta región son agricultores muy pobres, que dependen principalmente del maíz. Cuando las lluvias no llegan, con frecuencia experimentan escasez de alimentos. Éste es un ciclo de altibajos que ha causado estragos en nuestros miembros y en el pasado la Iglesia ha enviado fondos a los miembros en esta área para que pudieran tener para comer.
Para ir de Bulawayo hasta Gokwe, tuvimos que levantarnos a las 3 a.m. y manejar durante seis horas, viajando 300 kilómetros, en su mayor parte por carreteras de una sola vía en gravilla y en tierra. Tuvimos un estudio bíblico a mediodía, comimos una comida deliciosa y nos devolvimos para Bulawayo. Esto fue un lunes, pero como todos son agricultores, la mayoría de los miembros pudo asistir a los servicios. Estaban tan animados con nuestra visita que sacrificaron una cabra para que pudiéramos compartir una comida especial antes de devolvernos a Bulawayo.
El anticipado viaje de seis horas de vuelta nos tomó en realidad nueve horas porque se nos pinchó una llanta y además tuvimos otros problemas mecánicos con el vehículo. Finalmente llegamos a Bulawayo a las 10 p.m., 19 horas después de habernos despertado en la madrugada. ¡Pero valió la pena! Conocimos muchas personas nuevas y escuchamos tantas historias tan sorprendentes del llamado de Dios en medio de circunstancias tan díficiles.
De Zimbabue viajamos a Zambia, en donde hicimos varios estudios bíblicos en varias congregaciones —miércoles en Lusaka, jueves en Mapoko, viernes en Nalubanda y un servicio combinado en Mumbai. Tuvimos un nuevo récord de asistencia en el servicio combinado, con casi 200 personas. De Zambia viajamos a Blantyre, Malawi, en donde tuvimos un estudio bíblico el lunes 31 de julio para 77 personas, incluyendo un bus lleno de personas de Lilongüe que llegó muy tarde, pero por lo menos a tiempo para la comida. También hubo una asistencia récord en Malawi. Después de esto estuvimos un día dando un paseo por los alrededores y además tuvimos una sesión de liderazgo el martes 1 de agosto.
En Zambia conocimos a cuatro hermanas que han sido miembros de la iglesia durante muchos años. Su historia es una de las más impresionantes que haya escuchado. Tres de estas hermanas tienen una granja y viven de cultivar maíz, algodón y soya. Su granja está a cuatro kilómetros del sitio en donde se reúne la congregación, pero ellas viajan a pie cada sábado y nunca faltan a no ser que estén enfermas. Una de las hermanas (Lissy) es ciega, y para caminar, debe ser guiada por un bastón que le lleva una de sus hermanas. La tercera hermana (Mary), es minusválida y no puede caminar. Ella maneja un carro de pedales que ella misma impulsa. El terreno es muy quebrado, pero eso no las detiene a ellas. En el pasado, su pastor Kambani Banda les ofreció ayuda económica, pero ellas se rehusaron diciendo que eran lo suficientemente fuertes como para trabajar en la granja y que cualquier ayuda económica que la Iglesia pudiera darles debería ser utilizada en otras personas.
Esta historia tan sobresaliente es sólo una entre docenas de las que escuché en este viaje. El pueblo de Dios proviene de una variedad de culturas, pero hay un espíritu en común, una fe en común y un valor en común que nos une a todos. El llamamiento de Dios es el mismo que ocurre con otras personas en cualquier otra región del mundo. Es el mismo Espíritu Santo el que nos une a todos.
Hay desafíos particulares en cada región del mundo, pero todos debemos depender de Dios para que nos ayude a sobrellevar las diferentes pruebas. La vida es difícil para muchas personas, pero en diferentes formas. Tenemos más cosas materiales en los Estados Unidos, pero a medida que maduramos en la fe, tengo la esperanza de que las bendiciones más grandes que recibimos no las valoramos en términos físicos. El increíble llamamiento de Dios y el don del Espíritu Santo son espirituales y no físicos.
En Hechos 3 encontramos el relato de cómo tan sólo unos pocos días después de los hechos milagrosos en Pentecostés, el apóstol Pedro llegó al templo y su vista se detuvo en un hombre cojo que estaba pidiendo limosna en la puerta del templo. Pedro lo miró y le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Éste hombre, cojo de nacimiento, fue sanado instantáneamente.
Uno ve mucha pobreza en toda Sudáfrica. Se refleja en malas carreteras, falta de educación, falta de servicios básicos como electricidad y agua potable, falta de casas y falta de alimentos. Pero uno se da cuenta pronto que el dinero no resolverá los problemas reales. Las más grandes necesidades de África son iguales a las más grandes necesidades en Asia, Latinoamérica, Filipinas, Canadá, Estados Unidos, Europa y todas partes del mundo. Los problemas son espirituales y por lo tanto, las soluciones reales son también espirituales. “Oro y plata” pueden ayudar ciertamente, pero sin afrontar las necesidades espirituales, el dinero es sólo una curita en una herida abierta.
¡Qué privilegio ser parte del cuerpo de Cristo y saber que tenemos hermanos en lugares remotos de África que entienden la importancia de lo espiritual! Pero ahora “son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (1 Corintios 12:20).
Por favor oren por los hermanos del África y en todas partes del mundo. Aprovechen las oportunidades de viajar en la Fiesta y en otras ocasiones. Esto les abrirá sus ojos y les dará mayor entendimiento de porque las más grandes necesidades del mundo son espirituales. También es un hecho que estas necesidades no serán resueltas por completo sino hasta el regreso de Cristo. Ofrecemos programas y ayuda económica en esta parte del África, pero lo más importante que podemos ofrecer es el mensaje espiritual de la vida eterna en el Reino que Dios nos ha dado para que compartamos con el mundo.
Cordialmente, su hermano en Cristo
Jim Franks