Queridos hermanos:
En esta temporada, aquí en Dallas, la temperatura puede cambiar dramáticamente. En una semana está alrededor de los 21° C y la siguiente está en los 6° C. Al momento de escribirles, he experimentado ambos extremos en tan sólo dos días.
Al manejar alrededor del vecindario el día antes del Día de Acción de Gracias, observé que varios de nuestros vecinos estaban colocando luces de Navidad. Y cuando el sol se puso después del Día de Acción de Gracias, nuestro vecindario se iluminó con luces por todas partes. Pareciera que el Día de Acción de Gracias fuera tan sólo un bache en el camino hacia la Navidad y no una celebración especial. Es triste ver que un día apartado por nuestra nación para dar gracias por nuestras bendiciones es opacada por una festividad religiosa que no se encuentra en ninguna parte de la Biblia. Algunos argumentan que hacer bien a otros durante la temporada navideña está por encima de las costumbres paganas asociadas con ella, pero este enfoque no parece correcto —una sola obra buena compensando muchas malas. Hacer el bien al necesitado es en verdad un principio cristiano, pero no justifica la celebración de la Navidad.
Cada año por esta época somos bombardeados por los comerciales en la radio y la televisión para animarnos a gastar un dinero que probablemente no tenemos en una fiesta que no se encuentra en las Escrituras. La música navideña se escucha en los centros comerciales y almacenes de cadena. Los anunciantes de los canales de televisión comercial y por cable dan anuncios en los cuales desean a todos una “Feliz Navidad”. Con toda esta publicidad, uno se puede desensibilizar y comenzar a pensar que no es “gran cosa” o que tal vez aún “está bien”.
No tengo recuerdos de haber guardado Navidad. Mi madre comenzó a escuchar a Herbert Armstrong en el programa radial “El Mundo de Mañana” en 1952. Mi padre se convirtió en miembro de la Iglesia 10 años después, en 1962. Recuerdo una ocasión en la que él trato de celebrar la Navidad conmigo y con mi hermana. Mi madre no quiso participar y él salió a comprar dulces y unos regalos para nosotros; también hizo algunas decoraciones en la casa. Él trató de convencernos de que Santa Claus había dejado estos regalos mientras nosotros estábamos durmiendo. Por supuesto, mi madre ya nos había dicho que Santa Claus era un mito y estaba basado en tradiciones paganas. No es necesario decir que mi papá no estaba muy contento; pero nunca volvió a hacer el intento de celebrar la Navidad en casa. Y 10 años después, Dios abrió su mente y entendió completamente lo que nosotros sabíamos desde hacía 10 años atrás.
Dios advirtió al antiguo Israel acerca de adorar otros dioses. Sus claras instrucciones las podemos encontrar en Deuteronomio 12:29-32: “Cuando el Eterno tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así al Eterno tu Dios; porque toda cosa abominable que el Eterno aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aún a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”.
Más adelante en la Escritura, leemos lo que pasó porque Israel adoptó las costumbres paganas: “También les alcé yo mi mano en el desierto, jurando que los esparciría entre las naciones, y que los dispersaría por las tierras, porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos” (Ezequiel 20:23-24).
La idolatría y la violación del sábado de Dios fueron una combinación letal para el antiguo Israel y Judá, que culminó con la cautividad. En el caso de las 10 tribus de Israel, fue una cautividad de la cual nunca regresaron. En nuestra época moderna, el origen de la Navidad es muy fácil de descubrir. No está relacionada con el nacimiento de Jesucristo, sino con el nacimiento del “sol invencible” (también conocido en la antigua Roma como la celebración de las saturnales). ¿Qué significa esto para nuestra sociedad? Todos somos susceptibles a la naturaleza insidiosa de la idolatría. La Navidad es un ejemplo obvio de tomar las costumbres paganas y darles nombres cristianos, pero en Ezequiel 14:4-5 se nos advierte acerca de ídolos que son menos obvios. “Háblales por tanto, y diles: así ha dicho el Eterno el señor: cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo el Eterno responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos”.
La idolatría se define como la adoración de otros dioses (Éxodo 20:3), pero también se puede definir como todo lo que se interpone entre nosotros y Dios —cualquier cosa que nos distraiga de nuestra adoración a Dios. Puede ser una persona, una cosa o una actividad. Puede ser algo tan obvio como la Navidad o algo tan sutil como la codicia por algo (Colosenses 3:5).
Es tiempo de que como pueblo de Dios, salgamos del mundo de una manera más profunda que vaya más allá de sólo evitar la Navidad. Pablo nos exhortó: “huid de la idolatría” (1 Corintios 10:14). Y Juan nos dice que si amamos al mundo, no tenemos el amor de Dios (1 Juan 2:15-17). Es fácil tener ídolos o involucrarnos en la sociedad. Será necesario que Jesucristo regrese para cambiar al mundo, pero usted y yo podemos cambiar lo que somos y lo que hacemos ya. Podemos quitar los ídolos que tengamos en nuestro corazón, ocultos y escondidos; pero primero debemos reconocerlos como lo que son —distracciones que nos alejan de Dios. Nuestra adoración debe ser pura y sin mancha —sin añadir ni quitar nada de las instrucciones de Dios.
Realmente este año me entristeció ver las luces de Navidad titilando en todo nuestro vecindario, aun antes de que el Día de Acción de Gracias hubiera terminado. Me doy cuenta que durante cuatro semanas seguidas tendremos Navidad por todas partes. Hermanos, hagamos algo más que abstenernos de celebrar una fiesta cuyas raíces están en la idolatría. Revisemos nuestro corazón en busca de ídolos ocultos y escondidos, y saquémoslos.
A medida que se acerca el fin de este año, estoy feliz de informar que ha sido otro buen año para el crecimiento y la expansión. Le agradezco a Dios por su misericordia y sus bendiciones. También quiero agradecerles a todos por su ayuda y respaldo.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks