Queridos hermanos:
Hace poco me pidieron que escribiera el artículo principal para el número de mayo/junio de Discernir. Como este ejemplar va a coincidir con el día de Pentecostés, el título sugerido era “El propósito de la Iglesia”. Decidí escribirlo con la perspectiva del año pasado, preguntándome cómo debería parecer la Iglesia cuando ya hayamos superado la pandemia. Identificar lo que la Iglesia debería ser cuando las cosas se normalicen nos ayuda a explicar el propósito de la Iglesia, que no ha cambiado desde que fue fundada en el día de Pentecostés casi 2000 años atrás.
La pandemia del COVID-19 trajo consigo muchas perspectivas diferentes de muchas instituciones, incluyendo las iglesias. En nuestra sociedad orientada tecnológicamente, pareciera que aquí en los Estados Unidos, las iglesias se están volviendo irrelevantes, hasta el punto de volverse obsoletas. Alrededor del mundo, la mayoría de las congregaciones de las iglesias tuvieron que cerrar sus puertas para los servicios en persona en marzo de 2020 y fuimos obligados a tener servicios en línea, si es que queríamos tenerlos. Esto ha afectado profundamente la asistencia a la Iglesia. A mediados de 2020 el presidente del grupo Barna, David Kinnaman, predijo que, debido a los cierres provocados por la pandemia, aproximadamente 20 % de las iglesias en Estados Unidos cerrarían sus puertas en un período de 18 meses. El grupo Barna también anotó que una de cada tres personas que asistían a los servicios de la iglesia antes de la pandemia, había dejado de asistir, tanto a los servicios en línea como a los servicios en persona.
Cuando ya se acercaba el fin de su ministerio en la Tierra, Jesucristo anunció a sus discípulos que Él edificaría su Iglesia (Mateo 16:18) y que las puertas del hades no prevalecerían contra ella. Mateo 16:18 es el primer lugar en la Biblia en que aparece la palabra iglesia. Es una palabra traducida de la palabra griega ekklesia, que significa “una asamblea de cristianos reunidos para adorar” (Thayer: Lexicón griego-inglés del Nuevo Testamento). La Iglesia es por definición, un grupo de personas con una fe y una misión en común, guiada por el Espíritu de Dios. No es un edificio, no es una organización —aunque se reúne en edificios y está organizada. Según esta descripción y promesa, es obvio que Cristo decía que la Iglesia desempeñaría un papel importante en la vida de cada cristiano en el primer siglo, y también en el siglo XXI.
Si usted excluye la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el evento más significativo descrito en el Nuevo Testamento es probablemente la fundación de la Iglesia, tal como está registrado en Hechos 2. Como ocurre con tantas cosas en la historia, si queremos entender su propósito, necesitamos entender cómo comenzó. Para poder entender los orígenes de la Iglesia, debemos analizar los escritos de Lucas, quien, con excepción del apóstol Pablo, fue el escritor más prolífico del Nuevo Testamento. Él escribió dos de los libros más largos en el Nuevo Testamento, el evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles.
Al estudiar la historia temprana de la Iglesia, una palabra sobresale —una palabra que es usada una y otra vez por Lucas, para describir a la Iglesia. Esa palabra es juntos. La Iglesia entonces es definida como un cuerpo de personas, un cuerpo de creyentes que tienen una fe común, un propósito común y una misión común y que están juntos.
Veamos en Hechos 2 como Lucas describe los miembros de la Iglesia en esos primeros días:
- Tenían una creencia común (v. 42).
- Ellos adoraban y compartían juntos (v. 42). En los primeros días lo hacían en el templo o en los hogares, pero pronto, ellos se esparcirían a todas partes desde Jerusalén con el mismo mensaje del evangelio.
- Ellos compartían posesiones físicas (v. 45).
- Ellos comían juntos con alegría y sencillez de corazón (v. 46).
- Ellos adoraban a Dios juntos (vv. 46-47).
Por las escrituras, aprendemos que la Iglesia fue fundada como el cuerpo de Cristo, para convertirse en lo que en el libro de Apocalipsis es identificado como las primicias, aquellos que “son llamados, escogidos y fieles” (Apocalipsis 14:4; 17:14). La Iglesia de Dios es una asamblea de personas con una misión común que se han reunido (Hebreos 10:25). La Iglesia debería ser tan importante en el siglo XXI como lo fue en el primer siglo.
Con el entendimiento del propósito de la Iglesia, podemos apreciar mejor la Pascua que ya se aproxima. Si bien tantos que profesan ser cristianos están cautivos en el paganismo de la pascua florida, nosotros estaremos reunidos al atardecer del día 14 del primer mes del calendario hebreo, nos lavaremos los pies y tomaremos el pan y el vino. La ceremonia de la Pascua fue originalmente introducida en la noche antes de que los israelitas salieran de Egipto (Éxodo 12), pero fue cambiada profundamente por Cristo cuando él se reunió con sus discípulos en la misma fecha muchos años después. Esa sencilla ceremonia, introducida por Cristo, fue seguida al día siguiente por su muerte.
Cada año la Pascua nos reúne a todos. El significado de la Iglesia y la observancia de la Pascua están ligadas en un hilo conductor que con frecuencia nosotros llamamos el plan de salvación. Si bien rechazamos que Juan 3:16 sea una excusa para anular la ley de Dios y bajar el nivel de lo que Dios espera para la humanidad, entendemos el hecho de que “Dios amó de tal manera al mundo”. La Pascua comienza el proceso de salvar a la humanidad de la destrucción eterna al abrirnos la puerta para ser miembros de la familia de Dios. Este proceso, este plan culmina en el cumplimiento del 8º día, el Último Gran Día, cuando finalmente, cada ser humano va a experimentar el amor de Dios y recibirá la oportunidad de vida eterna.
Estoy muy animado con la Pascua de este año. Como muchos saben ya, estamos planeando tener un servicio presencial para el servicio de la Pascua, la Noche de guardar y los días de Panes Sin Levadura. Sin lugar a dudas habrá restricciones, pero ninguna de ellas va a interferir con nuestra adoración y nuestro compañerismo en estos días tan significativos. El servicio de la Pascua será llevado a cabo en todas las congregaciones que actualmente están teniendo servicios en persona. Recomendamos que la Noche de guardar sea guardada principalmente por los miembros de las familias y grupos más pequeños en vez de los grupos más grandes que en algunas ocasiones teníamos en el pasado. Sacaremos la levadura de nuestros hogares, y por siete días comeremos panes sin levadura. Este año habrá un servicio en cada uno de los días santos.
Ya que esta será mi última carta antes de la Pascua, quisiera desearles a todos un servicio especialmente significativo este año. Tengan en mente de dónde hemos venido y por qué estamos aquí. El año pasado virtualmente no tuvimos servicios en persona en ninguna de nuestras congregaciones. Este año tenemos muchas cosas que celebrar, y el hecho de estar juntos no es la menos importante.
Cordialmente, su hermano en Cristo,