Queridos hermanos:
A medida que nos preparamos para la Fiesta de Pentecostés el próximo domingo, es importante que nos hagamos unas preguntas básicas acerca de quiénes somos y qué estamos haciendo. ¿Cómo definiríamos la Iglesia y su propósito? Cristo dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Ya que Dios no hace nada sin propósito, ¿cuál es el punto? ¿Por qué existe la Iglesia?
Les sugiero que hagan el siguiente ejercicio este fin de semana. Pídanles a los jóvenes adultos que definan el propósito de la Iglesia y la obra que ésta está llevando a cabo. Creo que varios tendrán problemas para responder. Esto me lleva a mí a la siguiente pregunta obvia —¿hemos hecho una buena labor al enseñarle a la próxima generación acerca de la importancia de la Iglesia de Dios y la obra que ésta hace?
Una de las presentaciones que estoy haciendo durante la serie actual de conferencias ministeriales se llama “Predicando el evangelio y cuidando a los hermanos”. Es un resumen de la historia de la era moderna de la Iglesia y algunas lecciones que podemos aprender del ministerio de Herbert Armstrong. Cuando él comenzó la Iglesia de Dios de la radio en el otoño de 1933, la obra de la Iglesia era casi totalmente evangelista —se predicaba el evangelio por medio de la radio y la palabra impresa (la revista The Plain Truth, que comenzó en 1934). El enfoque principal no era en las congregaciones de la Iglesia sino en predicar acerca del venidero Reino de Dios y las buenas noticias del mundo de mañana. En esa época, sólo había una congregación en Eugene, Oregón; y en 1953, después de 20 años de predicación, sólo había unas pocas congregaciones en la costa occidental y ninguna fuera de los Estados Unidos.
En 1946 la Iglesia de Dios de la radio guardó la Fiesta de Tabernáculos en Oregón con una asistencia de 50 personas. En 1947 el número sólo había crecido hasta 65 personas. Las congregaciones de la Iglesia de Dios de la radio virtualmente no existían, pero en noviembre de 1946, la revista The Plain Truth tenía una circulación de más de 100.000 ejemplares. Se comenzó a trasmitir el programa radial The World Tomorrow en toda la nación en varias estaciones. Pero era imposible encontrar una congregación en un lugar diferente del estado de Oregón.
Mi familia entró en contacto con la Iglesia de Dios de la radio en 1952, pero hasta 1961 no había una congregación a la cual pudiéramos asistir. En 1953, con cientos de personas escuchando y leyendo el mensaje del evangelio, había una necesidad creciente de congregaciones y ministros.
En el libro de Hebreos leemos que la meta final de la obra de Dios aquí en la tierra es “llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10). También entendemos que Dios dio a su Iglesia dos responsabilidades relativas a esta meta —predicar el evangelio (Mateo 28:19) y “apacentar el rebaño” (Juan 21:17). Veamos una cita de la revista Good News de marzo de 1954 acerca de éstas dos comisiones: “La primera comisión de la Iglesia es ésta … predicar y publicar el verdadero evangelio al mundo. Después viene la segunda comisión que Cristo le dio a su Iglesia —“CUIDAR EL REBAÑO” (Herbert W. Armstrong, “¿Por qué hay congregaciones locales?”).
En el Antiguo Testamento, Pentecostés es llamada la Fiesta de las Semanas (Éxodo 34:22) y el Día de las Primicias (Números 28:26). Estos términos que suenan tan extraño nos dan una perspectiva más profunda del significado de este importante día de fiesta y este significado se relaciona directamente con el propósito de la Iglesia. Como sucede con todas las fiestas, Pentecostés nos enseña acerca del plan de salvación de Dios por medio del uso de símbolos.
De los siete días de fiesta anuales aprendemos que hay dos cosechas, la temprana y la tardía, representadas por las estaciones agrícolas de la primavera y el otoño en el hemisferio norte. La Iglesia del Nuevo Testamento fue fundada en el Día de Pentecostés en el año 31 d.C. (Hechos 2) y es claro que tiene un propósito —que no ha cambiado en los últimos 1983 años— relacionado con estas cosechas.
La Iglesia es responsable bajo la dirección de Jesucristo (la Cabeza de la Iglesia) de enseñar, entrenar y desarrollar los hijos e hijas para el Reino. La Iglesia también debe predicar el evangelio al mundo como un mensaje de advertencia (Mateo 24:14). Cuando Cristo vino a Galilea predicando el Reino de Dios, Él comenzó haciendo un llamado al arrepentimiento (Marcos 1:15). Hubiera sido muy extraño que Cristo les pidiera a las personas que se arrepintieran pero esperara que nadie se arrepintiera. En cada ocasión y lugar que se ha predicado el verdadero evangelio, Dios ha llamado a las personas al arrepentimiento —no siempre son muchas en número, pero siempre alguien ha sido llamado. Con la conversión, se vuelven parte de su Iglesia y alcanzan la categoría de primicias, esperando el regreso de Jesucristo.
Entonces, ¿cuál es la obra de la Iglesia? Es predicar el evangelio del Reino de Dios a todo el mundo y hacer discípulos de aquellos que Dios llame (Mateo 28:19). Es también “alimentar” a aquellos que están siendo llamados, bautizarlos, enseñarles a obedecer a Dios y ayudarlos espiritualmente para estar entre los que van a recibir la vida eterna en la primera resurrección. Con el arrepentimiento, bautismo y al recibir el Espíritu Santo, ellos se convierten en miembros de la Iglesia de Dios.
Cuando celebremos otro Pentecostés en pocos días, creo que es importante que revisemos las lecciones de la historia y sigamos la advertencia de las Escrituras, predicando el evangelio al mundo y cuidando a los hijos de Dios. No son trabajos que compiten entre sí, sino un trabajo que Jesucristo le dio a la Iglesia. Es como el cuerpo humano con dos piernas. Ambas piernas deben ser fuertes y saludables para que la persona pueda caminar apropiadamente. Así sucede en la Iglesia. Necesitamos hacer ambas cosas, y necesitamos hacerlas bien. No hay una obra mayor en toda la faz de la tierra. Necesitamos enseñarles a nuestros hijos y nietos porqué existe la Iglesia y la importancia de la obra que está haciendo.
¡Dios nos ha bendecido enormemente al llamarnos a salir de este mundo! ¡Que privilegio tan grande es ser contado entre las primicias! Y sin embargo hay mucho más que pensar acerca del día de Pentecostés. Quisiera desearles a todos un maravilloso día santo y pedirles que no olviden pedir por nuestros hermanos alrededor del mundo a medida que nos reunimos para adorar en este día especial.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks