Queridos hermanos:
Es difícil de creer que en aproximadamente un mes, estaremos celebrando la Pascua y los días de Panes Sin Levadura. 1.984 años atrás, en una colina solitaria justo en las afueras de Jerusalén, un hombre inocente fue crucificado.
“Jesucristo murió por sus pecados”, es lo que dice todo aquel que profesa el cristianismo. ¿Ha pensado en esta historia recientemente? ¿Entiende realmente lo que sucedió en esa tarde de primavera?
Yo honestamente no creo que seamos capaces de comprender la magnitud de la crucifixión. Pareciera que ésta es una de las razones por las cuales nos la deben recordar anualmente. Cada año nos reunimos en la tarde de la Pascua para lavarnos los pies, comer una pequeña porción de pan sin levadura y tomar una pequeña cantidad de vino. ¿Por qué?
En 1 Corintios 11, Pablo describió una atmósfera surrealista en donde los miembros de la Iglesia de Dios en la ciudad de Corinto se reunían en la noche de la Pascua, para compartir la cena, bebían más de lo que debían y generalmente ellos mismos actuaban de tal manera que eran una vergüenza como cristianos (vv. 21-22). ¿Cómo podía ser esto posible? Pablo relacionó la causa con el hecho de “sin discernir el cuerpo del Señor”. ¿Cómo podría un cristiano verse involucrado en semejante situación tan escandalosa?
Pablo aclara que ellos habían olvidado lo que era importante y se habían permitido transigir con los principios más básicos del cristianismo. ¿Cuán fácil es caer en esto?
“Discernir el cuerpo del Señor” es una frase que merece que profundicemos en ella. La palabra discernir proviene del griego diakrino y significa “separar, hacer una distinción” (Lexicón griego de Thayer).
Los corintios no hacían distinción en el verdadero significado del pan y del vino. Parece que no habían analizado apropiadamente o no habían examinado la importancia de los símbolos antes de reunirse.
El enfoque informal de la Pascua fue una causa importante del estado tan lamentable de los asuntos de la congregación de los corintios. Continuando en el capítulo 11, Pablo describió los resultados de este enfoque. Él dijo que las personas estaban enfermas y “muchas” habían muerto (v. 30). Él también dio la solución: “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (v. 31). La palabra juzgar es la misma palabra griega diakrino. La palabra juzgados del final de la frase proviene del griego krino, que significa condenar o dictar sentencia.
Si miramos profundamente en nuestra vida e identificamos quiénes somos como hijos de Dios y que nosotros le pertenecemos a Cristo, podemos evitar el error de los corintios. En otras palabras, la preparación para la Pascua debe comenzar antes de que ésta llegue, y debe incluir un examen profundo de nuestro corazón, motivos y actitudes. Al hacer esto, estamos evitando ser condenados. Nosotros nos hemos juzgado (examinado). Ojalá podamos aprender de este ejemplo, de tal forma que cuando nos reunamos al atardecer para la Pascua, hayamos discernido apropiadamente el cuerpo de Cristo.
Para entender el significado de la Pascua, debemos entender que Jesucristo fue quien dijo que era —Dios en la carne (1 Timoteo 3:16). Él sanó a los enfermos (Mateo 4:23), fue adorado por los discípulos (Mateo 14:33), y fue resucitado de entre los muertos (Mateo 28:6). Pablo afirmó que en Él habitaba toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9). Si podemos enfocar nuestra mente en el hecho de que el Verbo, Dios en la carne, murió para que nuestros pecados pudieran ser perdonados, empezamos a entender el significado del servicio de la Pascua.
Como pastor, cada año exhortaría a mi congregación a ver la próxima Pascua como la Pascua más importante de la vida. No es porque espere que vaya a pasar algo distinto, sino porque es nuestra próxima Pascua. Cada Pascua es la Pascua más importante de nuestra vida, porque es la oportunidad de participar de los nuevos símbolos del pan y el vino que representan el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
Nuestro mundo acaba de experimentar un año muy difícil, uno de los peores en cuanto a actividad terrorista; y este año no parece que fuera a ser mejor. Las personas han sido quemadas vivas, decapitadas, torturadas y abaleadas. ¿Estamos presenciando el comienzo de una guerra religiosa en donde el rey del Sur ataca al rey del Norte (Daniel 11:40), y se desencadena una reacción en cadena que va a involucrar a todo el mundo —mejor dicho, la Tercera Guerra Mundial? Proféticamente, sabemos que una vez se desencadenen estos acontecimientos, comenzará una vertiginosa descendente, que culminará con el regreso de Jesucristo.
Sin embargo, un rayo de luz brilla en medio de esta oscuridad actual: las fiestas de Dios, que simbolizan su plan de llevar muchos hijos a la gloria (Hebreos 2:10). Pronto nos reuniremos de una forma sobria y respetuosa en la noche de la Pascua. Y el siguiente evento que vamos a reunirnos para conmemorar es la histórica salida de Israel de Egipto (Éxodo 12), que anuncia nuestra salida de la esclavitud espiritual del pecado. Reunirnos para comer en la Noche de Guardar, al comienzo de los días de Panes Sin Levadura, es una tradición maravillosa de la Iglesia de Dios. Una vez aceptamos el sacrificio de Jesucristo para el perdón de nuestros pecados, durante el festival que sigue a continuación, nos comprometemos a apartarnos del pecado y comemos “panes sin levadura de sinceridad y verdad” (1 Corintios 5:8).
No puedo hacer demasiado énfasis en la importancia de la Pascua y la necesidad de reunirnos, después de haber discernido el cuerpo del Señor, para dar honra y valorar lo que Cristo hizo voluntariamente. Él dio su vida por nosotros (Juan 3:16). No hay un sacrificio más grande.
Normalmente escribo una carta mensual que sale el primer jueves del mes. En abril, el primer jueves coincide con la noche del servicio de la Pascua, por lo cual mi carta de abril para los miembros será enviada la semana siguiente, durante los días de Panes Sin Levadura.
Cuando sea distribuida esta carta de marzo, estaré en Kenia en una visita a la Iglesia con Tim Wadle, el pastor regional. Quisiera que todos pudieran visitar a los miembros de distintos países. Somos un cuerpo, no porque todos compartamos la misma raza o nacionalidad, sino porque tenemos el mismo espíritu, el Espíritu de Dios. La unidad de mente y la sinceridad del corazón son algo muy animador e inspirador de presenciar. Al regresar, les daré mi informe acerca de la Iglesia en Kenia. Hasta entonces, les deseo a todos una Pascua y Panes Sin Levadura muy significativos.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks