Queridos hermanos:
En mi carta de septiembre les escribí acerca de las fiestas santas del otoño que ya estaban muy cerca. Hoy, al escribirles esta carta, volvimos a nuestros hogares de la Fiesta de Tabernáculos y casi ha pasado un mes. Sé que cuando digo que el tiempo parece volar estoy diciendo algo obvio. Sólo tengamos en cuenta que ya estamos en noviembre y que en menos de ocho semanas, el año de 2015 será ya cosa del pasado. Pareciera que solo han pasado dos semanas desde que comenzamos a escribir esa fecha en nuestras cartas.
En muchas formas puedo decir que esta fue nuestra fiesta familiar más increíble de todas. Sharron y yo viajamos a dos sitios diferentes —Orange Beach, Alabama y Antigua, Guatemala. Las culturas locales eran muy diferentes en ambos sitios, pero los hermanos eran muy parecidos. En Guatemala había una barrera de lenguaje, pero se pudo vencer fácilmente por nuestra fe y propósito en común. Nos sentimos como si estuviéramos en casa en ambos lugares.
La Fiesta es una herramienta asombrosa que Dios utiliza cada año con el fin de enfocar nuestra atención en la realidad del Reino de Dios y el reinado de Jesucristo aquí en la tierra. Las palabras registradas de Cristo son muy claras: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Si nos enfocamos en lo espiritual, podemos tener la seguridad de que las cosas van a funcionar. Tal vez no sean siempre como queremos, pero “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). El meollo no es cuál debe ser nuestro enfoque, sino en si lo mantendremos o no después de regresar de la Fiesta.
En cierta forma es como comprar un nuevo par de anteojos con lentes progresivos, que están divididos en dos partes —la superior para la visión regular y la inferior para la lectura. Cuando necesité gafas para leer, gasté un dinero adicional para poder comprar esos lentes especiales. Si miraba derecho al frente en la parte superior de cada lente, podía ver bien y bastante lejos; pero si miraba por la parte inferior, las cosas que no estaban tan cerca se veían borrosas. Si miraba en la parte baja podía leer un libro, pero tuve problemas tratando de adaptarme a ambas.
El optómetra me advirtió que debía ser muy cuidadoso en los primeros días, ya que podía tropezar e incluso caer mientras me acostumbraba a estos lentes duales. Al comienzo traté de usarlos a toda hora, pero me tambaleé varias veces. El mirar por la parte inferior de los lentes y después por la de arriba, me causaba mareos y cada esquina o cada escalera eran un problema. Finalmente dejé de usarlos regularmente y los dejé solo para la lectura.
Cuando regresamos de la Fiesta, podemos enfrentar dificultades similares. Nos enfocamos en el Reino de Dios, durante ocho días consecutivos; pero luego cuando regresamos a casa y nos empezamos a enfocar en lo que tenemos a nuestro alrededor, la visión se puede volver débil y borrosa. En esos momentos es más fácil caer. Por supuesto, me estoy refiriendo a nuestra visión espiritual y a la necesidad de mantenernos enfocados exactamente en el Reino de Dios.
Al pensar en este enfoque, tengamos en cuenta a Apocalipsis 2 y 3. He leído estos mensajes a las iglesias cientos de veces; y cada vez que leo acerca de Laodicea, siempre me surgen muchas preguntas. Una de mis preguntas es, ¿cómo sucedió esto? No creo que uno se despierte un día y declare que es laodiceno —un cristiano perezoso e indiferente. Cuando llegamos a la Iglesia, estamos decididos a ser unos cristianos diligentes. Creo que los que están en Laodicea también comenzaron así. Pero con el tiempo el entusiasmo se empezó a ir. Ellos se volvieron tibios, pero no comenzaron así.
Tampoco creo que los laodicenos hayan decidido fijarse como meta espiritual el ser “pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17). En este mismo mensaje se nos dice cómo podemos superar y vencer esta condición. Veamos el versículo 19: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. Uno no tiene por qué ser como un laodiceno; uno no tiene por qué ser indiferente; uno no tiene por qué ser un perezoso espiritual. Por supuesto, con decir las palabras “soy celoso”, esto no nos hará ser celosos.
Este año regresé a casa de la Fiesta con un sentido de urgencia y con el deseo de enfocarme más en el Reino. Durante la Fiesta escuchamos acerca de esa visión todos y cada uno de los ocho días, pero, ¿cuánto ha perdurado esto desde que regresó a su casa? Para algunos, posiblemente el primer día que volvieron a trabajar se les borraron todos los recuerdos positivos de la Fiesta.
No es claro cuantas fiestas más tendremos antes de que Cristo regrese; pero sin importar el número, el hecho es que ya se ha terminado otra más. Espero que la Fiesta de este año los haya inspirado a cómo mantenerse enfocados en el Reino y ser un cristiano diligente para hacer los cambios necesarios en su vida. Ninguno de nosotros quiere ser como los laodicenos. Los animo a todos para que pongamos en práctica las lecciones de la Fiesta este año y las utilicemos para mantenernos enfocados en el Reino.
Salomón escribió en Proverbios: “Sin profecía el pueblo se desenfrena; más el que guarda la ley es bienaventurado” (Proverbios 29:18). Otras traducciones utilizan la palabra revelación y también visión, pero el punto es el mismo. Si no podemos ver el futuro, entonces es fácil volvernos auto complacientes hacia la ley de Dios y su camino de vida. La Biblia de inglés básico dice: “Donde no hay visión, el pueblo se descontrola”. Sin una visión clara del futuro, es difícil crecer espiritualmente. Por esto es que la Fiesta es tan importante.
Hermanos, fue maravilloso poder ver a tantos de ustedes en la Fiesta este año. Entre la fiesta en Orange Beach y la fiesta en Guatemala, vimos casi cerca de 2.000 hermanos, o sea un 20% de todos nuestros miembros. Fue animador ver tan grandes multitudes y sentir el entusiasmo. Regresé de la Fiesta decidido a hacerlo mejor espiritualmente, a orar más, a estudiar más, a ayunar con más frecuencia y a hacer todo lo que pueda para mantener ese celo. ¿Cómo está usted? No pasará mucho tiempo y ya estaremos hablando de estos mismos temas en relación con la Pascua. Es cierto, ¡el tiempo vuela!
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks