Queridos hermanos:
Estoy seguro que ustedes están sintiendo lo mismo que yo —¡qué momento tan surreal es este! En menos de un mes, hemos pasado de tener nuestros servicios regulares en salones alrededor del mundo, mientras hacíamos planes para estar juntos en la Pascua, la noche de guardar y los días de Panes Sin Levadura, hasta darnos cuenta de que no estaremos juntos en estos días especiales, posiblemente por primera vez desde que la mayoría de nosotros viniera a la Iglesia.
Todo el mundo ha sido puesto de rodillas en menos de un mes, a medida que el virus COVID-19 se ha propagado por el mundo entero de una forma que nadie pensó que fuera posible. Hay tal vez algunos que afirman que ya sabían que esto iba a venir, pero tengo que admitir que yo no soy uno de ellos. Y ésta es una da las lecciones más grandes que podemos aprender de esta experiencia —darnos cuenta lo rápido que pueden pasar las cosas en un mundo que está interconectado. La profecía no es algo de lo cual sólo leemos en las Escrituras, sino sucesos que se producen en la vida real.
No estoy sugiriendo que sepa precisamente dónde encaja esto en la profecía, pero les puedo decir que ahora tengo una mejor perspectiva de cuán rápidamente pueden cumplirse las profecías de la Biblia. En el pasado podíamos mirar los eventos —tales como los de la bomba atómica en 1945, el desarrollo de la bomba de hidrógeno en los años 50 y la confrontación entre los Estados Unidos y Rusia en lugares candentes en el mundo— y sacar algunas conclusiones acerca del cumplimiento de la profecía. Parece que todos estos encajan en el modelo bíblico de armas de destrucción masiva en los tiempos del fin, aunque la mayoría del mundo ha sido poco afectada por estos eventos. Ahora, en cuestión de semanas, este brote ha unido al mundo entero en sufrimiento, en una forma que parece salida del libro del Apocalipsis.
A todos se nos asegura que este virus va a pasar, que su ciclo se cierra. Creo que es verdad, pero, ¿cómo se verá el mundo desde el otro lado? Ésta es mi gran preocupación porque implicará un gran sufrimiento de las personas en todas partes, y sin lugar a dudas nuestros hermanos y hermanas se verán dramáticamente afectados también. El director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, esencialmente hundió el botón del pánico la semana pasada por primera vez desde que esta organización fue fundada en 1944. Ella anunció que el FMI tenía un billón de dólares de reserva para ayudar a las naciones alrededor del mundo, pero que esto no iba a ser suficiente. Del total de las 189 naciones miembros, 90 ya han pedido ayuda, y esta cifra está aumentando diariamente. El impacto económico de este virus será gigantesco. El impacto en la vida humana se sentirá realmente por décadas y el sufrimiento y la muerte continuarán mucho más allá de la vida del virus COVID-19.
Del ejemplo de la primera Pascua —cuando los hijos de Israel en Egipto fueron afectados por las primeras plagas y sólo fueron apartados en las últimas plagas, incluyendo la de la muerte de los primogénitos— podemos ver el precedente para el pueblo de Dios, que se vería afectado adversamente por las condiciones a su alrededor. Dios cuidó de los esclavos israelitas y los sacó de la tierra de Egipto, pero Él requirió que en la noche de la Pascua, cada familia pintara sus dinteles con sangre y esperara a que Dios pasara por encima de sus hogares y los protegiera. De manera similar celebramos la Pascua hoy para mostrar nuestra liberación del pecado por medio de la sangre derramada de Jesucristo. Es una experiencia significativa, pero muy animadora cuando entendemos la magnitud y el efecto de lo que sucedió cuando Jesucristo fue crucificado en el monte afuera de Jerusalén en el año 31 d.C. y luego fue resucitado tres días y tres noches después.
Dada la magnitud de los acontecimientos actuales, es ciertamente una buena ocasión para nosotros celebrar la Pascua y los días de Panes Sin Levadura, que representan perdón, misericordia y liberación. Si ha habido un tiempo en el cual necesitamos (y el mundo también) estos tres, ha sido ahora. Aunque este año no podamos estar juntos para celebrar la Pascua, la noche de guardar y los días de Panes Sin Levadura, creo que éstos serán las observancias más significativas y solemnes en nuestra historia moderna. Por supuesto, cuán significativas y solemnes sean, dependerá de cada uno de nosotros.
Sería un error enfocar esta temporada de fiestas con una actitud de “ya hemos hecho esto antes” y no tener muy presente en nuestro corazón lo que esto significa realmente para nosotros y para el mundo en que vivimos (Juan 3:16-17). No creo que ésta sea tan sólo “otra Pascua”. Creo con todo mi corazón que Dios está con nosotros, ya sea que estemos recluidos en nuestra casa con sólo nuestra familia o reuniéndonos en una congregación como lo hemos hecho por décadas. La presencia de Dios en nuestra vida marca toda la diferencia en el mundo.
Este año les pedí a todos que apartaran un día para ayunar antes de los días santos. Debemos reconocer que necesitamos a Dios en nuestra vida. Y debemos estar preparados para tomar apropiadamente la Pascua. No podemos permitir que pase otra Pascua sin que nos demos cuenta lo frágiles y faltos de preparación que estamos para el futuro; pero con la presencia de Dios, no tenemos porque preocuparnos. Aun si nos falta visión para ver en donde encajan estos eventos en el cumplimiento de la profecía, estaremos bien si mantenemos nuestro foco en Dios, su forma de vida y nuestro amor los unos por los otros. No tenemos por qué temer o estar preocupados por el futuro como están los demás.
En las últimas tres semanas he estado dirigiendo una conferencia vía internet con nuestros pastores y sus esposas alrededor del mundo. Hemos tenido entre 90 y 100 conexiones para estas actualizaciones semanales de eventos. En las últimas dos reuniones, he concluido con una escritura en 1 de Corintios. La Iglesia en Corinto era una congregación con muchos problemas y dividida. Pablo los corrigió fuertemente y les advirtió que debían ver todo el cuadro del cual ellos eran parte en lugar de su propia división y luchas personales. Él les exhortó a que guardaran la Pascua de una manera digna (1 Corintios 11:27-29) y a remover la levadura de su vida (1 Corintios 5:6-8), el pecado que los doblegaba. En su conclusión en esta primera epístola, él los animó acerca de su futuro. Encontramos esto en 1 Corintios 16:13-14: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.
Creo que estas palabras son animadoras y las debemos tener en cuenta en la Pascua este año. Y por favor no se olviden de orar por nuestros hermanos alrededor del mundo. En África del sur y oriental ya están experimentado escasez de alimentos; en Filipinas el presidente ha insinuado que deben disparar a todo aquel que esté quebrantando las leyes de la cuarentena; y en la India, 1,3 mil millones de personas están confinadas. Hasta el momento nuestros hermanos están seguros, pero todo esto podría cambiar rápidamente.
Les quiero desear una Pascua, noche de guardar y días de Panes Sin Levadura muy significativos. Estaremos trasmitiendo los servicios desde McKinney durante esta temporada de fiestas. Deseo mucho poderles hablar a ustedes en estos momentos.
Cordialmente, su hermano en Cristo,