Queridos hermanos:
Hubiera querido que todos hubieran estado presentes en la dedicación del edificio y en la Conferencia Ministerial Internacional. Ambas fueron muy inspiradoras y serán recordadas como hitos en nuestra corta historia. Nos registramos oficialmente como la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, el 23 de diciembre de 2010. Desde esa fecha hemos hecho un gran progreso, y le agradecemos a Dios por ello. Él ha sido misericordioso y nos ha bendecido en gran manera.
La dedicación del edificio fue programada como una actividad al aire libre. Si ustedes han visto algunas de las imágenes que los drones captaron de la edificación, saben que tenemos un espacio muy apropiado en la esquina del sur del edificio. Nuestro plan original fue colocar 200 sillas en el césped. La ceremonia fue diseñada para que fuera corta, concluyendo con la oración de dedicación y luego planeamos invitar a todos los asistentes a que visitaran el edificio. A medida que nos acercábamos a la fecha, era obvio que tendríamos más de 200 personas, así que aumentamos el número de sillas a 300. ¡Pero para nuestra sorpresa, la asistencia real fue de 454 personas!
El sábado 18 de mayo, el día antes de la dedicación, tuvimos un gran sobresalto. Fue uno de los días más tormentosos de este año en el área de Dallas. Hubo vientos muy fuertes, lluvia torrencial y granizo. Parecía imposible que pudiéramos tener una actividad al aire libre en menos de 24 horas. Decidimos esperar hasta el domingo a mediodía para tomar la decisión final del lugar, si sería adentro o afuera. Teníamos reservado un salón en el Hotel Sheraton, sólo en caso de que fuera necesario. Pero el domingo fue absolutamente maravilloso. ¡Qué diferencia tan grande la que hace un día! El cielo estaba azul brillante con unas pocas nubes. La temperatura era tibia, pero era baja la humedad. El césped estaba seco porque había drenado muy bien la noche anterior. ¡Fue perfecto!
Varias personas trabajaron muy duro para lograr el éxito de la dedicación. David Myers, pastor de las congregaciones de Akron, Canton y Youngstown, Ohio, organizó un coro de 37 miembros entre los ministros y sus esposas. Ellos cantaron el (Himno de la dedicación), que fue muy inspirador para los presentes. Joel Meeker, presidente de la Junta Ministerial de Directores, hizo varios comentarios en nombre de la Junta, y después yo hice los míos. Luego concluí la ceremonia con una oración de dedicación, hecha por uno de nuestros ministros con más experiencia, León Walker. Hermanos de las congregaciones locales de Dallas y Sherman, se encargaron de poner las sillas y servir refrescos a todos.
En mis comentarios describí el edificio como una herramienta para hacer más efectivamente la labor de la Iglesia —predicar el evangelio del Reino a todo el mundo y cuidar de aquellos a los que Dios está llamando para que sean parte de su familia. El nuevo edificio tiene 1579 metros cuadrados y nos ofrece un espacio suficiente para expandirnos. Tenemos un salón de conferencias grande, en el que caben hasta 50 personas, un salón de conferencias más pequeño, para 10 a 12 personas, un estudio expandido para nuestras necesidades de video y un salón de clases más grande para el Instituto de la Fundación. Ahora tenemos el mejor ambiente de trabajo que hayamos tenido desde que comenzamos hace ocho años. No es un templo ni un lugar de adoración. Es una herramienta, y esperamos que se convierta en una herramienta muy útil para hacer la obra.
En 1 Corintios 3:9, la Iglesia es comparada con un edificio que le pertenece a Dios (vosotros sois edificio de Dios). Cristo dijo: “Y sobre esta roca [refiriéndose a él mismo] edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Basados en la metáfora de una edificación, escogimos como tema de nuestra conferencia ministerial, el Salmo 127:1: “Si el Eterno no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Eterno no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”.
En el Antiguo Testamento está registrado que la presencia de Dios estuvo en tres estructuras —el tabernáculo, el templo de Salomón y el segundo templo. Los tres fueron destruidos y ya no existen, pero el edificio espiritual, la Iglesia, nunca será destruida (Mateo 16:18). Nos han llamado para que formemos parte de ese edificio: ¡qué llamamiento tan impresionante!
El tabernáculo en el desierto estaba lleno de oro y plata, y el templo de Salomón fue uno de los edificios más lujosos que se haya construido alguna vez. Al segundo templo le faltaba mucho del oro y de la plata, pero era una estructura increíble en sí misma (Hageo 2:8-9). Pero los tres fueron destruidos. El tabernáculo desapareció después de la construcción del templo de Salomón; los babilonios destruyeron el templo de Salomón; y los romanos destruyeron el segundo templo. Todos ellos se han ido, pero desde el momento en que la Iglesia se fundó en Hechos 2, esta casa espiritual ha sobrevivido, y se nos asegura que “las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
En mi conclusión ante los ministros, hice referencia a Lucas 1:2 y la frase “ministros de la palabra” y a 1 Corintios 4:1, en la que Pablo afirma: “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios”. La palabra ministros y la palabra servidores son traducidas de la misma palabra griega. La palabra es huperetes, que literalmente significa “remero subordinado” (Lexicón griego de Thayer). Éste era un título dado a los esclavos que estaban encadenados bajo cubierta en los buques romanos de guerra. Su responsabilidad era remar para llevar el barco a la batalla. Los corintios del primer siglo debían estar muy familiarizados con los barcos de guerra romanos que siempre estaban en el puerto de la ciudad. Entonces, cuando Lucas y Pablo se referían a sí mismos como siervos, estaban haciendo una importante afirmación del papel del ministerio al servir al pueblo de Dios y cómo al hacerlo, ayudaban a construir la casa. Por supuesto, todos deberíamos ser como remeros subordinados. El que es como remero —un verdadero siervo— es aquel que sirve por el bien del cuerpo y no para sí mismo, y no para ser reconocido.
En mis comentarios finales le pedí al ministerio que debía regresar a casa y enfocarse en tres cosas: (1) amar y servir a los hermanos con todo el corazón; (2) preparar mensajes muy bien meditados cada sábado; y (3) trabajar con los hombres y mujeres más jóvenes para desarrollar futuros líderes de la Iglesia.
Fue una conferencia realmente inspiradora, llena de historias del pueblo de Dios alrededor del mundo. Hubo momentos emotivos que produjeron lágrimas, y hubo momentos de gozo que hicieron reír abundantemente. Me siento muy contento y conmovido de estar con todos ustedes en la construcción de una casa espiritual que nunca va a ser destruida. Tenemos un maravilloso edificio de oficinas, pero el verdadero edificio, el que significa más para nosotros, está ubicado en las congregaciones pequeñas y grandes alrededor del mundo.
Quisiera concluir esta carta pidiéndoles sus oraciones por estos próximos eventos. En su segunda epístola a los Tesalonicenses, Pablo le pidió a la Iglesia: “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros” (2 Tesalonicenses 3:1). Me gustaría hacerles la misma petición. Por favor oren por todos los que van a viajar y los que están involucrados en la graduación del IF, la dedicación del edificio y la Conferencia Ministerial Internacional. Estamos realmente agradecidos por todo lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Todos lo que hacemos en la Iglesia tiene un único propósito —glorificarlo a Él. ¡Por favor oren para que todo sea exitoso en este mes tan ocupado!
Cordialmente, su hermano en Cristo,