Queridos hermanos:
Les escribo esta carta después de otro tiroteo trágico en nuestro país. En esta ocasión ocurrió en una sinagoga judía en la ciudad de Pittsburg, Pensilvania. Según los reportes, un hombre armado entró en la sinagoga durante los servicios de la mañana el sábado 27 de octubre. Antes de ser aprehendido, había 11 personas muertas y varias heridas, incluyendo a cuatro oficiales de la policía. El tiroteo está siendo investigado como un crimen de odio ya que se dice que durante la matanza el sospechoso gritó: “muerte a todos los judíos”. Todos estamos de acuerdo en que esto está mal a todo nivel —el odio por una raza, el desprecio por la vida humana y la ira que consumía a la persona.
A medida que los acontecimientos nos muestran que el mundo es cada vez más violento —un lugar en el que la vida humana no es valorada y los asesinatos indiscriminados son la norma— es necesario que nos preguntemos qué es lo que está pasando en realidad. Pocos parecen asociar esto con un oscuro mundo espiritual que está decidido a destruir la humanidad. Podemos encontrar ejemplos de enfermedad mental en varios de estos tiroteos, pero con frecuencia el que dispara es descrito como una persona “promedio”. ¿Por qué una persona del promedio tomaría una pistola e irrumpiría en una sinagoga dispuesta a matar tantas personas como fuera posible?
El verano pasado me topé con un libro muy interesante llamado: The Lucifer Effect: Understanding How Good People Turn Evil [El efecto Lucero: entendiendo como las personas buenas se vuelven malas]. Escrito por el sicólogo Philip Zimbardo en 2007. Este libro está basado en el experimento de la prisión de Stanford en 1971, que demostró que al recibir cierta información una persona promedio podría hacerle daño a una persona totalmente extraña si es instruida a hacerlo. A continuación, veamos una parte del resumen del libro, tal como está en Amazon:
Al arrojar luz a las causas sicológicas detrás de tan perturbadoras metamorfosis, Zimbardo nos permite entender mejor una variedad de fenómenos horrorosos, desde crímenes corporativos hasta genocidios organizados, y cómo los otrora soldados norteamericanos sobresalientes fueron capaces de abusar y torturar a los detenidos iraquíes en Abu Ghraib. El reemplaza la noción antigua de “una manzana podrida” por un “barril podrido” —la idea de que el entorno social y el sistema contaminan al individuo en vez de ser al contrario.
Aunque no podemos culpar a la sociedad por las decisiones que tomamos, hay una verdad en la afirmación de que la sociedad es realmente el “barril podrido” y no es simplemente que la persona es una única “manzana podrida”. Las personas en verdad pueden afectar a otras personas, pero cuando tenemos una sociedad que está inundada de odio, abuso y maldad, usted tiene “un barril podrido”. Juan menciona al “maligno” que tiene a todo el mundo engañado (1 Juan 5:19). Él es un homicida desde el principio y el padre de mentiras (Juan 8:44). También es el origen del odio. Como “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), él está llenando, sumergiendo a la sociedad en odio y violencia.
En su modelo de oración Jesús dirigió a sus discípulos para que oraran pidiendo ser librados “del mal” (Mateo 6:13). Podemos centrarnos en muchas cosas buenas que están ocurriendo y negar la realidad del mundo en que vivimos todo lo que queramos. Esto no cambia los hechos. Las tragedias y la muerte las encontramos a nuestro alrededor en nuestro mundo moderno. Según el The New York Times, 470.000 personas han muerto en la guerra civil siria, y la mayoría son civiles inocentes. Según The Economist, “Latinoamérica, que sólo tiene el ocho por ciento de la población mundial, es responsable del 38 por ciento de los asesinatos criminales. La cuenta de esta carnicería en la región llegó a 140.000 personas el año pasado, más de las vidas que se perdieron en guerras alrededor del mundo en casi todos los años de este siglo” (abril 2018). El sitio en la red worldhunger.org, dice que el 10 por ciento de la población mundial está muriendo de hambre y el Independent de Inglaterra dice que sólo 10 naciones en el mundo están libres de conflicto en la actualidad.
¿Debemos orar pidiendo protección del maligno si no hay maligno o no está activo en el mundo actual? ¿Quién es el autor de la ira que consume a tantas personas? Hay alguien que es el verdadero autor y este es ¡Satanás! Pedro lo describió como un león rugiente “buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8).
Nada de lo que he escrito hasta ahora en esta carta es nuevo. Como miembros de la Iglesia de Dios, hemos oído durante muchos años, tal vez décadas, cuán malo es el mundo y cómo Satanás está alimentando las llamas de la maldad en todo el mundo. Mi temor es que hemos oído este mensaje durante mucho tiempo y estemos en peligro de volvernos “tardos para oír” (Hebreos 5:11). Ustedes saben que muchos de nosotros en este país, tenemos una vida relativamente buena. Con el día de Acción de Gracias que se aproxima, estamos haciendo planes para reunirnos en familia y tener una cena especial para darle gracias a nuestro Padre por las maravillosas bendiciones que nos ha dado.
Esto puede crear una falsa sensación de que “todo está bien”, ¡aunque sabemos que no lo está! No les escribo para que se sientan culpables. Hemos tenido una buena vida y hemos disfrutado muchas de las cosas maravillosas que la vida tiene para ofrecer. No ahondamos en la tragedia, aunque todos hemos experimentado esta parte de la vida. Es a través de la tragedia y las pruebas que todos debemos crecer en nuestro amor por Dios, su camino de vida y por aquellos que Dios nos ha dado para compartir este maravilloso viaje cristiano.
Les escribo para animarnos a que no nos volvamos autocomplacientes. Cuando predicamos el evangelio, debemos advertir al mundo acerca de la verdadera causa del mal y acerca del rechazo que el mundo ha hecho del Dios verdadero y la adoración de un falso dios con el disfraz del cristianismo. Pero ese mensaje no pareciera resonar en el mundo actual. Aunque tenemos tres cuartos de un millón de visitantes únicos en nuestro sitio web cada mes, todavía estamos esperando a que la mayoría de ellos responda, con el deseo de saber más. Oramos continuamente a Dios pidiéndole que llame a nuevas personas a su Iglesia —no porque deseemos jactarnos de las cifras, sino porque cada persona que es llamada y se arrepiente es una bendición especial y causa de gozo en el trono de Dios. ¡Es algo grande! Pero la verdad es que relativamente pocas personas están respondiendo a este mensaje en nuestro mundo actual.
¿Significa esto que deberíamos cambiar el mensaje? ¿O que el mundo no es tan malo? Uno de los aspectos más grotescos del ambiente político en los Estados Unidos es el odio y la sinceridad que coexisten en ambas partes. El partido demócrata cree sinceramente que está en lo correcto y tiene las respuestas para una mejor sociedad. Los republicanos creen que ellos son los abanderados de los estándares para la grandeza de nuestra nación. ¿Cuál de ellos traerá un mundo mejor? El hecho es que ninguno logrará remontar el abismo de odio que divide a esta nación y al mundo. La Biblia nos dice que lo único que va a pasar es que va a empeorar (2 Timoteo 3:1-5).
La solución no radica en un candidato o un líder político sino en el plan esbozado en los festivales anuales. Este plan depende del regreso de Jesucristo como la solución real. Mi pregunta es la misma que hice al principio: ¿hemos escuchado este mensaje por tanto tiempo que nos hemos hecho tardos para oír? Mientras Satanás esté alrededor y activamente involucrado en la sociedad, estamos condenados a tener más violencia, más tragedia y más odio. El barril es el que tiene el problema y no tan solo unas cuantas manzanas podridas.
No seamos tardos para oír. Vivamos lo que enseñamos, y hagamos lo que mejor podamos para llevar este mensaje verdadero al mundo y oremos diariamente para que el Padre llame a más personas a este camino de vida, la única solución real de la maldad en este mundo. Nos lamentamos con las familias de aquellos que perdieron la vida en el tiroteo en la sinagoga. Pero, como sucede con otros sucesos anteriores, esta matanza horripilante irá desapareciendo de los periódicos norteamericanos en unos pocos días y será olvidada casi por completo, hasta que suceda nuevamente. El mal no puede ser desterrado sino hasta que Jesucristo regrese y elimine su causa. El barril tiene que ser cambiado, no se trata simplemente de sacar unas cuantas manzanas podridas.
Cordialmente, su hermano en Cristo,