Queridos hermanos:
En el momento de escribirles esta carta, ¡estamos a pocos días de Pentecostés! Mientras esperamos ansiosamente esta maravillosa e inspiradora fiesta, la realidad es que vivimos en un mundo lleno de personas que no tienen ninguna expectativa de nada positivo. Recientemente, leí un informe acerca del tema del suicidio en América, que me estremeció. El CCE, Centro de Control de Enfermedad, en Atlanta, Georgia, decía en su informe que en el 2010 murieron más personas por suicidio que por accidentes de automóviles. ¡Esto me pareció aterrador! The New York Times informó acerca de los hallazgos del CCE:
“Mueren más personas por suicidio que en accidentes de automóviles, según el Centro de Control y prevención de Enfermedades, que publicaron sus hallazgos en el Informe semanal de morbilidad y mortalidad del viernes [3 mayo]. En 2010 hubo 33.687 muertes por accidentes de automóviles y 38.364 suicidios…
“Los aumentos más pronunciados se dieron entre los hombres de 50 años, un grupo en el que la tasa de suicidio se disparó casi un 50%, y llegó a cerca de 30 por cada 100.000. Para las mujeres, el mayor aumento se dio en aquellas entre los 60-64 años, y su tasa se aumentó casi un 60%, a 7.0 por cada 100.000”.
Al preguntar a qué se debe esto, el vocero del CEE afirmó que las razones eran complejas. Pero, después de leer el informe, es claro que la falta de esperanza, que lleva a la depresión y desánimo, son factores muy importantes.
En varias décadas pasadas, los grupos primarios de personas que cometían suicidio en América eran los jóvenes (adolescentes y jóvenes adultos) y los ancianos. Pero ahora esto está cambiando. El crecimiento de la tasa de suicidios se está acelerando en las personas de mediana edad. Ellos están perdiendo la esperanza; sus vidas están llenas de infelicidad; y no son capaces de encontrar su realización en sus familias o en sus trabajos. Cuán triste es ver cómo las personas se hunden en la depresión y llegan a pensar que es mejor quitarse la vida. Pero está sucediendo mucho en esta época según las estadísticas, y está afectando a todas las edades.
La Biblia describe dos mundos que existen paralelamente: uno que es controlado por Satanás, el dios de este mundo, que es comparado con las tinieblas, y el otro, en dónde camina el pueblo de Dios, que es comparado con la luz. La Biblia nos dice que aquellos que han sido sellados por el Espíritu Santo de Dios viven en un mundo de luz y no de las tinieblas de este presente siglo malo.
Cuando estaba testificando ante el Rey Agripa y describiendo su conversión, el apóstol Pablo explicó la misión que Dios le había dado a él: “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).
Pablo describió la vida cristiana como una que había salido de las tinieblas a la luz. Veamos lo que dice en Efesios 5:8: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. En Colosenses 1:13 encontramos una declaración semejante: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”.
El apóstol Pedro describió nuestro llamamiento en 1 Pedro 2:9: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
A medida que la obscuridad y la depresión continúan expandiéndose en todo el mundo, el pueblo de Dios se está preparando para celebrar el Día de Pentecostés. Este día representa el sellamiento de las primicias con el Espíritu Santo de Dios. Es un día de fiesta muy positivo y animador, lo opuesto de lo que vemos que está ocurriendo en el mundo a nuestro alrededor. Los frutos del Santo Espíritu de Dios son muy diferentes a la depresión y el desánimo que llenan al mundo. Veamos los frutos del Espíritu Santo: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23). Estos frutos no describen el mundo en el cual vivimos actualmente.
En Efesios 1:13-14, leemos que hemos sido sellados con el Espíritu de Dios, que es las arras de la vida eterna. Aunque todavía vivimos en este mundo y debemos luchar diariamente para vencer los pensamientos negativos que pueden ser tan destructivos, tenemos la única esperanza verdadera, la promesa de la vida eterna en el Reino de Dios. Ser sellados por el Espíritu Santo es la garantía de que Dios va a cumplir su promesa a cada uno de nosotros. Nuestra tarea es permanecer fiel y estar seguros de que caminamos en la luz y no en las tinieblas.
Dios ha bendecido verdaderamente esta organización el año pasado y yo tengo la confianza de que Él ha bendecido a cada uno de nosotros personalmente, de alguna forma. A medida que meditamos en estas bendiciones, debemos tomar tiempo para analizar las ofrendas que damos cada día de fiesta. Hace mucho tiempo que Moisés escribió acerca de los días santos diciendo que: “´cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que el Eterno tu Dios te hubiere dado” (Deuteronomio 16:17, énfasis añadido). Pentecostés es nuestra próxima oportunidad para demostrar nuestra gratitud a Dios por lo que ha hecho y está haciendo en nuestra vida, por medio de las ofrendas.
Por favor continúen haciendo la buena obra: oren con frecuencia, estudien la Palabra de Dios, ayunen y hagan todo lo que puedan para promover el mensaje del evangelio con sus palabras y con sus hechos. Un cristiano no puede ser un actor que está desempeñando un papel. Un cristiano debe ser alguien que realmente sigue las pisadas de Jesucristo y vive de acuerdo con la palabra de luz.
Oremos por aquellos que están deprimidos y desanimados hasta el punto en que están pensando en quitarse su propia vida. Y sepamos valorar el próximo paso en el plan de Dios, el Día de Pentecostés, el sellamiento de las primicias. ¡Aquellos que han salido de este mundo de tinieblas y desesperanza para vivir en la maravillosa luz del Reino de Dios!
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks