Queridos hermanos:
Acabamos de terminar el primer campamento de verano para adolescentes en el campamento Carter, un campamento localizado justo al occidente de Fort Worth. Dos campamentos para jóvenes—uno en California y otro en Missouri—también han terminado. Hemos planeado 12 campamentos para este verano, y todavía restan nueve por llevar a cabo, lo cual significa que estamos en plena temporada de campamentos. Cuando usted suma los miembros del staff, los trabajadores adicionales y campistas, para el fin del verano serán más de 900 personas involucradas en estos 12 campamentos. Es sorprendente cómo año tras año tenemos tantos participantes en nuestro programa de campamentos. Ha sido una constante en la Iglesia desde los años de 1960.
El 4 de julio fui hasta el campamento Carter para jugar béisbol con los adolescentes y luego regresé el 6 de julio para dar el sermón en el día sábado. Con más de 100 personas participando en el campamento Carter este año, tuvimos un salón repleto de personas para los servicios. Realmente disfruté jugando béisbol con un grupo de 14 jovencitas de varios estados alrededor de Texas y dando el sermón el sábado. El clima este año ha sido el mejor que hemos tenido recientemente.
En mi sermón el sábado, conté la historia de mi equipo de béisbol en la secundaria en 1966 y nuestro viaje para participar en un torneo estatal. También fue el año de integración racial en nuestra escuela. Aunque el acta de derechos civiles de 1964 había ordenado la integración, transcurrió un tiempo antes de que las escuelas del sur lo implementaran a cabalidad. La mayoría de las comunidades eran como el pequeño pueblo en donde yo vivía, que tenía escuelas aparte para los estudiantes blancos y los estudiantes negros. Pero cuando cortaron los fondos para todas las escuelas que no se integraran, las cosas comenzaron a cambiar gradual pero evidentemente, en esta parte del sur.
Ese año, con la experiencia de la integración, quedó grabado en mi mente que vivimos en un mundo desagradable en el que las personas han sido y continúan siendo maltratadas. Pero la regla de oro exige que nosotros, como cristianos, tratemos a los demás como queramos que nos traten a nosotros (Mateo 7:12). Y la Biblia va más allá cuando el apóstol Pablo nos instruye en Filipenses 2:3 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. No es que este principio fuera desconocido para mí antes de 1965, sino que una cosa es saber algo en teoría y otra cosa es aplicarla en su vida. Es fácil utilizar las palabras pero cuando usted está en un ambiente en dónde es necesario practicarlas como cristiano, no siempre es tan fácil. Es fácil decir que uno es cristiano, pero otra cosa bien diferente es vivir una vida cristiana.
En mi sermón, utilicé la analogía de la vida y el béisbol. De la misma forma en que sucede en el béisbol, la vida a veces nos plantea unas situaciones muy difíciles. A menos que usted esté preparado como un jugador de béisbol, una bola curva es más difícil de conectar que una bola rápida. Y cuando se trata de las experiencias de la vida, la pregunta real es: ¿puede usted responder a una situación inesperada e imposible? Utilicé la historia de nuestro equipo de secundaria de 1966 y los obstáculos que tuvimos para poder anotar hits contra algunos de los mejores pitchers del estado para ilustrar esta situación.
En la vida, el éxito es determinado en gran parte por lo bien que manejemos la adversidad. Si no podemos afrontar las pruebas, entonces no tendremos éxito—ya sea en una carrera o en nuestra vida espiritual. Las pruebas vendrán seguramente, así que debemos estar preparados para ellas de la misma forma en que un jugador de béisbol de secundaria debe estar preparado para responder una bola curva. No siempre logramos conectar una bola rápida abajo, en la mitad de la base.
En mi sermón también mencioné la historia de Nick Vujicic, un orador motivacional de 30 años de edad. No había ninguna razón médica que lo explicara, pero Nick nació sin brazos y sin piernas. En sus presentaciones, él dice: “Sin brazos, sin piernas, ¡sin problemas!”. Usted tal vez pueda decir que la vida le planteó un desafío inmenso, y que él tuvo que aprender a manejarlo. Si bien el admite haber tenido momentos de gran depresión, como cuando tenía 10 años de edad y quiso ahogarse para no afrontar una vida de soledad, él se sobrepuso a ese período de tinieblas y en la actualidad está casado y vive con su esposa, Kanae, en California. Ahora tiene mucha demanda en el mundo entero como un orador motivacional para toda clase de grupos. Él ha viajado por 44 naciones y ha contado su historia más de 2000 veces.
Cada uno de nosotros experimentará pruebas, y las situaciones específicas variarán de persona a persona; pero ninguno de nosotros puede darse por vencido. Para utilizar la analogía del béisbol, debemos aprender a conectar la bola curva. Sabemos que Dios nunca va a permitir que seamos tentados o probados más allá de lo que podamos soportar y que con la prueba Él nos dará la salida. Esto lo encontramos en la epístola de Pablo a los corintios (1 Corintios 10:13).
Vivimos en un mundo atribulado, lleno de sufrimiento y lleno de personas que están matando e hiriendo a otras personas por odios y resentimientos raciales, religiosos y étnicos. En la Escritura se nos advierte que estemos atentos a las condiciones del mundo. Cristo describió el tiempo del fin como una época de maldad tal que “el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24.12). Es algo positivo ver cómo los acontecimientos proféticos se cumplen y con ello lo que está profetizado en las Escrituras, pero si todo lo que usted tiene es conocimiento, entonces usted tiene poco. Nuestra meta en la vida debe ser desarrollar el carácter santo y justo que Dios desea para cada uno de nosotros, y no vamos a lograrlo si tratamos mal a otros o fallamos al afrontar las pruebas de la vida. El futuro que Dios nos ofrece sólo será realidad si practicamos su camino de vida. Por una parte es algo sencillo; pero por otro lado, es un reto muy profundo.
Si bien debemos estar atentos para trabajar en tanto que todavía es de día (Juan 9:4), sabemos que el plan de salvación de Dios se completará, con o sin nosotros. Una lección que probablemente todos hemos aprendido a través de los años, es que Dios no nos necesita, ¡Nosotros lo necesitamos a él!
Béisbol, bolas curvas, integración, campeonatos interestatales, cristianismo y pruebas fueron parte de mi sermón el sábado pasado. Mi propósito fue inspirar a los jóvenes a prepararse para la vida. Para muchos jóvenes, el campamento de verano dejará una impresión indeleble que perdurará durante muchos años de su vida. Y los campamentos de jóvenes se pueden llevar a cabo por el respaldo de tantos miembros de la Iglesia. Es un placer y un honor ser parte de este programa.
¡Gracias por su ayuda y respaldo! Como todavía nos restan nueve campamentos por llevar a cabo este verano, por favor acuérdense de orar por el éxito y la seguridad de todos los involucrados.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks