Queridos hermanos:
Saludos desde los bosques y montañas de la parte norte de Georgia, en donde hoy por la noche estamos descansando un poco, luego del tercer día del campamento de verano para 87 jóvenes, que han venido desde 18 estados y dos naciones (Bahamas y Estados Unidos).
Hace sólo unos minutos, varios estábamos comentando acerca del grupo sobresaliente de jóvenes que tenemos en la Iglesia, y esto es un cumplido para ustedes, padres. Muchas de las actividades de los campamentos son un reto para los adolescentes, y tratamos de ayudarles para que aprendan lecciones de vida de ellas—fe, valor, perseverancia, superación de temores, etc.—cualidades espirituales, mentales y emocionales que ellos van a necesitar a medida que se acercan a la edad adulta. Pero esto es solo por una semana. Ustedes padres, también tienen que afrontar el reto de educar unos hijos en medio de un mundo negativo día tras día, año tras año. Déjenme decirles, de parte de todo el equipo que trabaja en el campamento, que es un gozo trabajar con sus hijos y sabemos que esto no fuera tan gratificante si ustedes no hubieran sido tan diligentes al enseñarles los caminos de Dios, hablando con ellos “estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7).
Las personas que están acampando no son los únicos que nos tienen impresionados, sino también los miembros más antiguos del equipo de colaboradores. Entre los que nos están ayudando aquí en Strong Rock, muchos fueron campistas antes y ahora son jóvenes adultos. Pero ya han tomado una decisión y quieren vivir según los caminos de Dios y están tratando de retribuir lo que otros les dieron. Al ayudar en el campamento, estas personas se están preparando para ser mejores personas adultas y servir como miembros del equipo les ayuda a prepararse para responsabilidades más grandes en el futuro. Es un ejemplo literal de lo que dice Efesios 4:16: “de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
Cuando esto sucede, vemos que algo va a empezar a pasar en todo el cuerpo. El sábado anterior en Atlanta, en los servicios previos al campamento de jóvenes, nos dieron varios elementos para pensar positivamente acerca de esto, pues ambos mensajes (sermones compartidos) estuvieron enfocados en nuestras responsabilidades en el campamento. David Treybig habló acerca del “compromiso para servir”, basándose en el mensaje de Joel Meeker acerca del “esprit de corps” [espíritu de equipo]. Con frecuencia escuchamos esta frase, que hemos copiado del francés, pero, ¿qué significa exactamente “esprit de corps” [espíritu de equipo]? Su traducción literal es el “espíritu del cuerpo”. El Diccionario de Merriam-Webster lo define como “un espíritu común que existe en los miembros del grupo que inspira entusiasmo, devoción y un gran respeto por el honor del grupo”.
Él habló acerca de construir este espíritu de equipo en el contexto de los campistas y el grupo de colaboradores, aumentando la unidad, la eficiencia y la efectividad del programa del campamento; pero obviamente tiene una mayor importancia para todo el cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios.
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:12-13). De esta forma lo expresó el apóstol Pablo hace cerca de 2000 años atrás. Él, también quería ver al pueblo de Dios entendiendo y desarrollando el espíritu de equipo que sólo puede darse por medio de su Espíritu. Esta necesidad siempre existe para el pueblo de Dios, que debe trabajar para construir un espíritu común en la Iglesia que inspirará entusiasmo, devoción y profundo respeto por el honor del grupo.
El sábado por la tarde, Bill Johnson, el director del campamento, nuevamente enfatizó el concepto durante la orientación del equipo de trabajo. Él hizo énfasis en que debíamos concentrarnos en ayudar a los campistas a:
- Fortalecer su relación individual con Dios.
- Aprender, probar y practicar valores espirituales, tales como el servicio y el respeto, entre otros.
- Afrontar desafíos positivos.
- Desarrollar relaciones edificantes con adultos y compañeros.
- Experimentar el éxito.
- Relacionar sus vidas con el plan de Dios.
A medida que él elaboraba cada punto, pensé, “esto tiene mucho sentido no sólo para los campistas sino para todos nosotros también”. Mientras más tengamos de todas estas características en nuestra vida, ¡más desarrollaremos el espíritu de equipo en la Iglesia de Dios!
El estar aquí en el campamento, me recuerda lo importantes que son nuestros hijos para nosotros, la próxima generación, ver sus familias tanto físicas como espirituales, teniendo un fuerte espíritu en común. Esto los inspira; pero, además, ¡ellos también nos inspiran a nosotros, ¿no es verdad?! ¿Qué sucede cuando alguien se aparta de la actitud y el espíritu correctos—como todos lo hacemos de vez en cuando y como algunos campistas lo han hecho ocasionalmente en esta semana? Bueno, cuando esto ocurre, con la ayuda de Dios, la corrección amorosa de nuestros compañeros o aquellos que están supervisándonos, hacemos las rectificaciones necesarias para seguir en el curso correcto. Al ayudarnos mutuamente de esta manera, estamos trabajando como un cuerpo que tiene un espíritu sano de equipo. Ellos se ayudan mutuamente para estar en guardia contra las circunstancias de la vida que pudieran amenazar y erosionar el espíritu de equipo. Salomón escribió: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, e uno levantará a su compañero” (Eclesiastés 4:9-10). ¡Ése es el verdadero espíritu de equipo!
Bueno, tengo que volver a ocuparme de mis hijos, así que debo detenerme aquí. Cada dormitorio de niños y niñas, tiene asignado un “padre del dormitorio” y todas las noches debemos acostarlos a las 10 de la noche, hablar con ellos un poco y orar antes de apagar las luces a las 10:30. Es un buen final para un buen día y algunas veces las mejores conversaciones se producen en estos momentos.
Padres, nuevamente quisiera elogiarlos por la obra que están haciendo al producir estas familias tan maravillosas y confiamos en que nuestro programa de campamento está ayudándolos y respaldándolos. ¡También queremos a nuestros niños! Y espero que todos trabajemos con diligencia, para construir por medio del Espíritu Santo obrando efectivamente en nosotros, el espíritu de equipo que realmente expresa lo que representa la familia de Dios!
De parte de todo el equipo y el ministerio de nuestros campamentos,
Clyde Kilough
P.D. Queremos agradecer sinceramente a todos los miembros de Atlanta, pastoreados por Bruce Gore; ustedes merecen unas gracias especiales y el reconocimiento por su gran hospitalidad sureña el sábado pasado, en esa maravillosa cena que nos brindaron. ¡Superaron nuestras expectativas y esperamos volverlos a ver el próximo año, antes del campamento!